𝐋𝐚 𝐍𝐮𝐞𝐯𝐚 𝐕𝐢𝐝𝐚 𝐃𝐞 𝐓𝐨𝐦 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞 «𝐑.𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤»

𑁍 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐂𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚 𑁍

Hogsmade, ciudad donde las grandes oportunidades habían dejado de ser resguardadas para los que tuvieran dinero y eran entregadas a quienes tenían la inteligencia necesaria para poder llevar aquel mandato con fuerza.

Sin la constante presencia de Dumbledore y el poder que ejercía sobre las personas, ya fuera por su muy bien planificado juego mental, la ciudad de Hogsmade pudo crecer aun más de lo esperado.

En uno de los edificios más altos de la ciudad y que había sido de las arquitecturas más nuevas, Thomas Riddle observaba el panorama que se había vuelto su querida ciudad. Las antiguas casas fueron colocadas como patrimonio de la ciudad, siendo edificios antiguos y hermosos, nadie podía negar que eran recuerdos preciosos de su amada ciudad, recuerdos que padres y abuelos consideraban perfectos por sus experiencias pasadas. También podía observar las nuevas casas y negocios que se habían abierto paso por la ciudad, dónde antes los jóvenes huían de las acciones de Dumbledore, ahora buscaban la ciudad como un lugar para resguardar sus vidas, como si fuera el refugio deseado y esperado para todos ellos, resguardo para todo aquel que lo necesitará.
 
—¿Señor Riddle?— llaman por el comunicador, era su secretaria, una agradable mujer mayor que claramente había puesto en su curriculum que ya no quería cuidar a sus nietos y quería ganar dinero extra para sus gustos; sinceramente fue la favorita de Thomas, aparte de que ya tenía experiencia en el puesto.— ¿Thomas? Responde mocoso o entraré a ver si sigues respirando

Thomas suelta una risilla y en vez de responder por el comunicador de su teléfono fijo; camino hasta la puerta de roble de su oficina y la abrió, asomando su cabeza y mirando hacía el escritorio que la señora Morris ocupaba.

—¿Me buscabas?— pregunto, tratando de ocultar su sonrisa al ver como la mujer prefería escribir sus futuras citas en las agendas que sus nietos le habían regalado por su nuevo trabajo

—Lo hago, el pequeño Black dice que no se te olvide pasar por el vino— asegura, mientras le da una mirada a Thomas, quien la conocía muy bien, era similar a la de su abuela y madre.— Y llamo la señora Riddle, creo que ella y yo compartimos la misma idea de ¿Cuándo le pedirlas matrimonio a esa dulce criatura?

—¿Te gusta mucho mi vida?— se burló, sabiendo que la mujer tenía una novela romántica en algún cajón de aquel amplio y hermoso lugar de trabajo

—Me gusta el melodrama, no negare eso— asegura, poniéndose de pie, era la única de la oficina que podía llevar unas perfectas pantuflas color rosa y no recibiría algún regaño de Thomas o de alguien más.— Pero el niño ya merece un anillo en el dedo, ¡Uno muy costoso!

—Ven

La señora Morris ladea un poco la cabeza con clara confusión, pero pronto le sigue con calma, arreglándose su chal de hilos azules pálidos, sus pantuflas hacen un suave ruido ya que la mujer mayor no alzaba mucho sus pies, y aunque a alguien más podría molestarle, a Thomas no le molestaba, le resultaba divertido ver a la mujer mayor abriéndose paso por los pasillos con aquellas pantuflas, o con sus característicos converse rojas. 

Cuando llegan hasta su escritorio, Thomas saca del segundo cajón una pequeña caja que hace que la señora Morris se coloque rápidamente sus lentes, ¿Era lo que creía? Y tiene su respuesta de pronto, cuando ve un hermoso anillo en el interior, brillaba tan majestuosamente aquella banda de oro que tenía pequeñas tiras de diamante en el medio, brillaba perfectamente gracias a la luz del sol que entraba por el enorme ventanal donde momentos atrás, Thomas había estado contemplando la vista.

—Por dios, niño, dime que es lo que creo que es— pidió la amable mujer

—Sí

La señora Morris suelta lo que podría interpretarse como un chillido de emoción,  y le sonrió a Thomas.