𑁍 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞 𑁍

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Lo último que recordaba el propio Tom fue que la cena había terminado para ellos a las dos de la mañana, con las risas de los adultos de fondo junto a la música que salía de la pequeña bocina que tenían.

Sirius, Remus, Frank y Rabastan se habían excusado a la una y media de la mañana con el hecho de que iban a otro lado, no tenían que ser genios para saber que se referían en ir a tiempo a solas y tampoco es que ellos pudieran decir algo más, con sus padre un poco ebrios, habían aceptado que se fueran.

Tom observa el techo de su habitación, hace frío por el aire acondicionado, pero al mismo tiempo; podía sentir el suave calor en su costado derecho, así como unas pequeñas manos cálidas y suaves que estaban sobre su pecho. La noche había terminado con él y Regulus en la habitación, y aunque ansiaba estar dentro de él, no insistió, pues ambos tenían mucho sueño y solo ansiaban descansar.

Su vista azul se posa en la pequeña persona que estaba a su lado. Regulus estaba acostado boca abajo, la sábana de la cama llegaba solo a su cintura, dejando ver que no llevaba camisa, proporcionado la vista de la pálida piel llena de suaves marcas rojas que él mismo había hecho horas atrás por la excitación de tener al menor debajo de él gimiendo.

Sonríe. Nunca se había imaginado volver a sentir algo en su marchito corazón, pero ahí estaba, observando como Regulus se mueve un poco más y rueda sobre si mismo.

—Agh— se lamenta, como si hubiera algo que le molestara —Apaga el sol

Su suplica, tan tierna ante los ojos de Tom, hacen que solo pueda besarle, saboreando aun, el poco licor que consumieron bajo el estricto ojo de sus padres para que no se excedieran.

—No, por favor— pide en voz baja, aunque su cuerpo reaccionaba al pedido de Tom —No me dejaste dormir a noche, ni siquiera se si nuestros padres nos escucharon

—No creo, ya estaban lo suficientemente ebrios — aseguró Tom con calma, mientras dejaba un beso en la espalda de Regulus, causando que este mismo tiemble por el atrevimiento empleado.—Pero si te preocupa, te dejare en paz

Un gimoteo lamentable se escucha por parte Regulus, Tom no sabe si se trata del hecho placentero que podrá dormir un poco más o porque le había dado una suave mordida en uno de los hombros. 

Estuvieron un rato más acostados, las manos de Tom jugaban con los finos cabellos de Regulus y el menor tarareaba una canción.

—El baile de las calabazas se acerca— dijo Regulus, mientras apoyaba su cabeza en el pecho de Tom.— Tu... ¿Irías conmigo? 

Tom parpadeo.

—Me gustaría— dice con calma 

Tom siente que flanquea cuando los ojos grises de Regulus brillan, ¿Así se sentía cuando alguien era la debilidad de una personas? ¿Acaso iba a sucumbir a los deseos de Regulus cada que este mismo le pedía algo? Que ironía.

Se levanto de la cama y se acercó hacía el baño. La fresca agua le recorre el cuerpo y hace que el sueño ya no esté en su persona.

—¿Tom?— llamaron de pronto del otro lado de la puerta.— ¿Puedo pasar?

—¿Si?— dijo de manera dudosa

Regulus ingreso, no podía ver su rostro, pero sospechaba que podría estar buscando las palabras adecuadas para hablar.

—¿Puedo bañarme contigo?— interrogó de pronto

Tom se alejo de la regadera y se asomo a través de la cortina del baño, el suave aire fresco choca con él, pero no le importa; pues asiente de pronto y Regulus esta frente de él, con el rostro rosado de la vergüenza, pero sin querer estar lejos de él, eso le produce una sonrisa. 

𝐋𝐚 𝐍𝐮𝐞𝐯𝐚 𝐕𝐢𝐝𝐚 𝐃𝐞 𝐓𝐨𝐦 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞 «𝐑.𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora