Liga Pokémon

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Hilbert se encontraba junto a su madre en frente de lo que parecía ser un estadio.

—Al fin estamos en la liga Pokémon —expresó la mujer con una clara sonrisa.

Al entrar, el chico fue donde una persona que pasaba anotando.

—Soy Hilbert. Estoy registrado para la liga Pokémon —mencionó mientras sacaba algo de su bolso.

—Muy pronto iniciaremos la inauguración. Vete preparando —comentó la persona que se encargaba de supervisar.

—Por cierto, aquí están las medallas. —Pero se repente, vio que tenía siete medallas en vez de ocho—. Ahhhh.

En este momento, estaba maldiciendo todo. No podía creer que se le haya olvidado luchar contra un gimnasio.

¿Acaso todo el recorrido de los gimnasios ha sido para nada? Ahora sí que se sentía como un idiota.

—¿De qué hablas? Tienes solo siete medallas —comentó extrañado—. En fin, ve.

—Eh.

—¿Por qué te quedas parado? —preguntó con la misma expresión que antes—. Anda.

—Hilbert, recuerda que las medallas son solo para saltar a los cuartos de final —añadió Serena a su lado.

—Ah, es cierto —susurró por su descuido—. ¿Cuándo llegaste?

—Recién. Quería saludarte —comentó con una sonrisa.

—¿Quién eres? ¿Una amiga de mi hijo? —preguntó con curiosidad al ver la interacción que tuvieron.

Comenzó a rodearla para analizar a la chica, en el proceso incomodando a la ex miembro del team flare.

—Vaya, eres muy bonita —agregó para la vergüenza de ella—. Se ve que mi hijo tiene buen gusto en sus amistades.

—Eh, ¿Gracias? —pronunció confundida—. Señora, le pido que se quede aquí. En la inauguración solo les darán un discurso aburrido.

—Está bien.

Hilbert se había adelantado hace tiempo porque no quería escuchar charlas de chicas.

Al llegar al campo de batalla, se dio cuenta que era gigante el estadio. Lo que le extrañó fue que no hubiera nadie.

—¡Hilbert! —llamó Calem corriendo hacia él.

—Hola, Calem —saludó con una pequeña sonrisa.

—Al parecer, seremos 32 participantes —comentó mientras veía al resto.

—Parece que somos el centro de atención —mencionó al ver que los estaban observando.

—Pues claro. Recuerda que gracias a nosotros es que Lysandre está muerto —respondió con normalidad.

—En fin, tendré que pasar las preliminares. Olvidé la octava medalla.

—Qué curioso, yo también olvidé ganar el resto de medallas —dijo con una risa nerviosa—. Bueno, será más emocionante así.

—Ni tanto. Apuesto a que la mayoría los dominaremos con solo un Pokémon —expresó con una mano en su gorra, tapando así sus ojos.

—¡Lamento la demora! —dijo el presentador con un micrófono.

Y sucedió como dijo Serena: un discurso aburrido que le hizo entender a Hilbert el porqué no había nadie en las gradas.

—Ahora les presentaré el orden en que lucharán ustedes, los 32 entrenadores.

Una pantalla pantalla se encendió, mostrando una imagen de todos los participantes. Entonces todas comenzaron a revolverse, y aparecieron los enfrentamientos.

A por una Dracoventura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora