Welcome to the jungle ~ Axl x Slash

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Corría con la botella que acababa de hurtar de en la mano, esperando que el tipo de seguridad no haya podido seguirle el paso. Se metió en uno de los callejones poco iluminados, sólo se dedicó a caminar terminando en un barrio de mala muerte. Un lugar casi sin tránsito y muy poco cuidado.

Se movió hasta toparse con un bar, uno que parecía bastante decente para su ubicación. Aún así, no estaba en las mejores condiciones.

Ya qué —pensó.—De algo hay que morir.

Antes de entrar, abrió la botella y le dio un pequeño trago, tenía que guardar para más tarde pues no podía comprar otra y algo le decía que esta vez no podría robar. Saboreo la cerveza barata y abrió la puerta del local.

Allí dentro había una barra, dónde dos tipos bebían y un cantinero aburrido limpiaba unos vasos de whiskey. Un par de mesas vacías y algunas más estaban ocupadas. Más atrás había dos mesas de billar y un grupo grande de tipos jugando. La música estaba fuerte y era pesada pero nada muy loco, él estaba acostumbrado a más.

Lo que más le llamo la atención definitivamente fue el billar. Se acercó a una de las mesas, haciéndose lugar entre los tipos y buscando mirar el juego pero en lugar de las bolas sobre la mesa, había un moreno de una melena exuberante.

Los ojos de Axl se abrieron de par en par. Era de lo más lindo que había visto, aunque no podía ver su rostro del todo pues su cabello le tapaba parte de éste.

El chico le sonreía a unos de los tipos, quien se acercó para tratar de besarlo pero él lo alejo riendo con una voz que lo hizo estremecerse. Era dulce pero amarga, rasposa mejor dicho.

—Bésame a mí, precioso. —pidió uno de los tipos, uno lleno de tatuajes y con una melena larga, tomándolo por la chaqueta que usaba.

—Bien pero sólo si ganas el juego. —se bajo de la mesa, tomando uno de los tacos para dárselo a él. —Gana y te daré los besos que quieras. -dijo cuando le extendió el palo.

—¿Quién jugará contra mí? —preguntó él. Enseguida un tipo robusto y de lentes de sol se apuntó al juego.

En menos de cinco minutos, el primer tipo había ganado. Fue rápido e increíble. Rose miro con hambre como los carnosos labios del chico de rulos se posaban en los del hombre.

—Bien jugado. —dijo el pelinegro, dejando que una de las manos lo tomara por la cintura para pegarlo a él.

—Lo sé, muñeco. ¿Alguien más se quiere apuntar?

Otra partida más ganada por él y otro beso recibido, ésta vez uno un poco más candente. Axl había observado todo el juego y estaba decidido a anotarse él también ahora, quería a ese chico.

—¿Algún otro? —preguntó el tipo. —Podemos hacerlo más interesante, el que gana se lo lleva el resto de la noche.

—Yo jugaré —dijo el pelirrojo, acercándose y empujando a un tipo algo gordo. —Denme el taco. —dejó su botella a medio tomar sobre uno de los extremos de madera para recibir el palo.

El hombre que había estado ganando rio. Ese chico parecía tan inexperto y joven a su comparación que desde lejos se veía no tenía oportunidad de ganar. Pensó en que quizá estaba impulsado por la adrenalina y el deseo por un chico tan lindo y de ser así, no le negaría jugar porque él había sido igual cuando estaba en sus veinte.
Para sorpresa incluso del colorado, fue él quien ganó. El tipo estaba resignado pero no enojado pues fue justo, así que le indico al de rizos que se vaya con él. El círculo simplemente se desarmó.

—¿Qué pretendes hacer?

—Dime como te llamas antes, lindo.

—Sólo llámame Slash.

—Bien, Slash, pensaba charlar un poco contigo y luego no sé... irme quizá. —le dijo antes de tomar de su botella ya casi vacía y hacer una pequeña mueca por su asqueroso sabor.

—Te invito una nueva, esa cerveza ya debe estar caliente. —propuso, no traía dinero pero como era empleado y se llevaba bien con el dueño sabía que le perdonaría por esa vez.

—Ah, gracias. —le sonrió y ambos fueron hasta la barra.

Al pelirrojo le sorprendió lo mucho que bebía su compañero y lo poco que le afectaba. Uno pensaría que un chico tan bonito no podría ser capaz de tomar en tanta cantidad pero estaba equivocado. Tenía resistencia, de eso no cabían dudas.

—Y bien, ¿Qué haces por aquí? —preguntó Slash después de un rato de silencio entre ambos. —Nunca antes te había visto y vengo aquí todos los sábados.

—Ni yo sé cómo llegué. Caminaba por ahí y lo encontré. —aunque no parecía la clase de persona que lo acusaría, obviamente no le iba a contar que robó una cerveza y llegó hasta ahí escapándose de un guardia de seguridad.—¿Y tú?

—¿No es obvio? —el otro negó. —Trabajo aquí —Axl levantó una ceja, pidiendo más detalle. —Ya sabes... me acuesto con los tipos de aquí.

—Oh, ya veo. —ahora ya le cuadraba porque esos hombres lo buscaban y lo que realmente querían de él.

—Así que... ¿Vamos a hacerlo sí o no? —pocas veces se fijaba detenidamente en la apariencia de sus clientes, pero esta vez podía afirmar que le parecía atractivo.

—Hoy no, primor, pero quizá en otra ocasión. —le dijo. —Fue una buena noche, volveré el próximo sábado. —se bajó del taburete.

—Te esperaré entonces.

Se dieron un pequeño y corto beso, pues el de ojos claros no se iría sin haber probado esos labios que le había estado haciendo agua la boca. No los saboreo, sólo fue una probadita porque sin lugar a dudas, volvería a ese bar y ahí sí los devoraría.

One-shots; Guns n Roses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora