Sweet Child o' mine ~ Duff x Steven

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Steven había tenido suerte, o al menos eso siempre le repetían a él. Su linda carita de ángel, su pequeño cuerpo y sus acciones algo infantiles hacía imposible que alguien sospechara de él cuando algo malo ocurría.

¿Un desastre en un cuarto? ¿Una ventana rota? ¿Vómito en la alfombra? Steven no fue, seguro. Así de simple era para él ocultar cualquier error que cometiera.

Él único que podría culparlo sin sentir pena era Axl pero como al pequeño rubio lo defendían todos, no pasaba a nada más que a una acusación tonta.

Y claro que para Duff, era también una dulzura. Un lindo rubiecito inocente incapaz de matar siquiera a una mosca. Y eso lo atraía, mucho. Podría decirse tranquilamente que estaba enamorado de él; todos en el grupo lo sabían, todos menos Steven pues no quería arruinar la sorpresa que le daría el día en el que por fin decidiera confesarsele.

Y ese día era hoy.

Tenían que grabar parte su primer disco "Apettite for destruction" esa tarde y el bajista pretendía invitarle unas magdalenas al pequeño rubio luego de terminar, había una cafetería cerca del estudio dónde vendian unos lindos pastelitos con crema de fresa, creía que eso podría gustarle a su enamorado; digo, eran de chocolate, con crema de un rosa bonito y tenían chispitas de colores ¿A quién no podrían gustarle? Sólo a un desquiciado.

La grabación fue buena, entretenida. La acústica era buena y las canciones les prometían un futuro; Duff estaba bien con eso. No tenía la ambición de llegar extramadamente alto y lejos, sólo quería un trabajo donde pudiera ganar dinero y pasarla bien al mismo tiempo.

Cuando vio a Popcorn dejar las baquetas, se acercó a él. Los micrófonos estaban ya apagados y en el cuarto sólo quedaba Izzy tratando de encender un cigarrillo hasta que el bajista le echo una mirada de desaprobación y supo que tenía que marcharse. Él había hablado con todos y habían acordado que saldrían del estudio después de grabar para que pudiera hablar tranquilo con el baterista.

—Lo hiciste muy bien. —fueron las palabras que escogió para iniciar la conversación.

—Gracias, tú también tocas de maravilla —respondió Adler con un tono tan tierno que derretía el corazón del más alto.

—Sabes, antes de venir hacia aquí compré estas cosas —dijo McKagan acercándose a su mochila, a cual estaba tirada en una esquina. Saco finalmente una cajita dónde estaba esos lindos dulces. —Quiero compartirlos con ustedes —se quedó sentado en el piso, esperándolo.

Los ojitos del amante de los pugs brillaron, amaba esas cosas con toda su alma.

—¡Aw! eso es muy adorable de tu parte —iba caminando hacia la puerta. —Iré a buscar al resto para comerlas.

—No creo que sea buena idea...

—¿Por qué no?

—Porque Slash es alérgico al chocolate, a Izzy no le gustan éstas cosas y Axl está a dieta —de esa forma acordaron que se excusarían por cualquier manera en la que pudiera reaccionar el chico más bajo. A Michael no le gustaba la idea de mentirle, así que se consolaba pensando que en parte era cierto: a Izzy no le convencian del todo las cosas dulces y Axl estaba cuidado su figura, aunque siempre lo hacía.

—Oh, pobre Slash —dijo apenado. —El resto se lo pierde. —se resigno a pensar así y sólo tomó asiento a un lado de su compañero. Recibió en su mano derecha un bonito y esponjoso pastelito de chocolate; con crema de fresa encima y chispitas esparcidas sobre ella; claro, envuelta en un capacillo azul celeste. Le retiro el envoltorio con cuidado y lo mordio.

Duff suspiro aliviado al escuchar un sonido de satisfacción por parte del otro. Sonrío y comió él el suyo. Eran realmente buenos.

Además de que ser bonitos y todo el asunto, los había elegido pues por ahí corría el rumor de que si lo comes con la persona de la cual estás enamorado, podrás hacer que se enamore de ti. Algunos decían que era por el sabor tan dulce que confundía a la gente, pero él tenía un amigo que decía haber enamorado a su actual novia gracias a uno de esos, fue de hecho ese chico quien lo aconsejo internarlo. Sólo les quedaba esperar que funcionara en hombres también.

—¿Sabes Duff? —comenzó hablando Adler. —Me parecías algo intimidante cuando te vi por primera vez, pero ahora puedo asegurar que eres muy bueno.

Flechazo directo al corazón del bajista.

—Además era buena compañía.

Otra flecha más.

—Y muy tierno.

¿Acaso no se cansaba se dar en el blanco?

—Gracias Steven, eso fue... halagador de tu parte

—Espera, Michael —¿Michael? Enseguida comenzó a sentirse nervioso por haber usado su nombre real—Hay una cosa más...

—¿Sí? Dime —su corazón comenzaba a acelerarse.

—Ya sé que te gusto. —no hubo rodeos allí. Jugó con él y luego lo sorprendió. Justo lo que iba a hacer Duff. Le había robado la estrategia.

—¿Qué...?

—Que ya sé que te gusto —sonrió dulcemente.—Tú también me pareces lindo, podríamos salir algún día

—Oh, claro. Cuando quieras. —al fin se le estaba dando.

—Genial. —el baterista se paró de su lugar y estiró un poco sus piernas, tenía camino hasta su casa. —Ya debo irme, se está haciendo tarde.

A McKagan le hubiese encantado acompañarlo hasta su hogar pero quedaba muy lejos del suyo, así que sólo pudo asentir.

—Antes de irte, toma otro pastelito, no sé que haré con tantos. —le estaba extendiendo uno.

—De acuerdo —se agachó para tomarlo. —Muchas gracias —dio un beso corto y dulce en su mejilla derecha.

Miles de fuegos artificiales explotaron dentro del otro, sintió sus mejillas calentarse de inmediato.

—La próxima vez, invito yo —tomó su mochila y le guiñó un ojo antes de salir por la puerta.

Duff se quedó ahí unos momentos más, atontado por el besito que había recibido. Él quería besarlo en los labios, pero sabia que se descontrolaría y no podía ir y simplemente meter su lengua en la boca de un rubiecito "inocente".

Tenía que esperar y eso le sería dado tarde o temprano. Quizá incluso podría ser su novio algún día más adelante.

One-shots; Guns n Roses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora