Bad Obsession ~ Duff x Slash

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Duff no podía dormir, miraba el techo de su habitación tratando de conciliar el sueño pero ya pasaban de las dos de la mañana y dudaba de que fuese a poder. Su mente daba vueltas y vueltas sobre el mismo asunto: el chico con el que se había acostado hacía unas semanas.

Slash nunca representó nada más que un buen amigo para él pero esa vez estaban los dos muy borrachos y necesitados de compañía, no pudieron contenerse y terminaron en la cama del bajista. A la mañana siguiente, el de rulos sólo le agradeció lo que había hecho. McKagan le ofreció quedarse a desayunar pero él le negó cualquier tipo de acto de amabilidad y se fue, no sin antes asegurarse de que lo vería en el próximo ensayo.

Jugaba con sus pulgares que estaban juntos sobre su estómago plano, mordía levemente su labio de costado hasta que le dolía, luego paraba y volvía a empezar pero del otro lado. El techo no tenía color más allá de un blanco opaco, sin embargo él juraba que lo veía desbordarse y chorrear tonos brillantes por mera onda de su cansancio.

Se dio la media vuelta en la cama y enterró su rostro en la almohada. Tratando de buscar otra cosa en que pensar pero en su cabeza lo traicionaba mostrándole otra vez las imágenes del guitarrista debajo suyo.

En algún punto, finalmente, logró dormirse.

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Los ojos de Duff no podía despegarse de Hudson, la manera en que tocaba y se movía lo hacía ver tremendamente sexy para él. Como hacía calor en el estudio, tenía el cabello recogido en una coleta, por lo que podía ver su rostro y eso era una cosa que le encantaba.

—Al fin —suspiró Axl mientras se sentaba en el sofá del lugar. —Hace demasiado calor ahí dentro. —habló refiriéndose a la cabina dónde grababan.

—¿Vamos por helado? —preguntó Steven,

—Ah, claro. —dijo el pelirrojo, moviendo su cabello hacia su hombro izquierdo.

—Yo también voy.

—Igual.

El rubio menor volteó su vista hacia Izzy, esperando a que él dijera que sí. El pelinegro sonrió enternecido, mientras rodaba sus ojos, no podía decirle que no si le hacía esos ojitos de cachorrito.

—Bien —suspiró, poniendo sus manos en su cintura. A veces se sentía como la madre del grupo, pero estaba bien para él.

Los cinco caminaron bajo el sol de Los Ángeles, mientras las veredas ardían y el asfalto quemaba. Cualquier lugar con aire acondicionado estaba repleto, así que tuvieron que caminar varias cuadras hasta encontrar una heladería en la que se pudiera respirar a gusto.

Slash se sentó en la silla contigua a la del bajista, quien sintió su corazón acelerarse de inmediato.

—Esto es demasiado bueno. —dijo mientras comía el helado de menta granizada que acaba de comprar. Miro a Duff, quien no quitaba sus ojos de encima suyo. —¿Qué pasa? ¿Quieres?

—Ah, no no —comenzaba a ponerse nervioso. —Sólo que tenías algo aquí, déjame... —limpio dulcemente su mejilla izquierda con su pulgar, no había nada sucio ahí pero quería sentir su piel, estaba caliente y era suave.

—Hey, ustedes dos —casi gritó el pelirrojo. —No sean tan gays, por favor.

McKagan pudo sentir el calor subir por su rostro, mientras el de rulos reía reía.

—Déjalos, Axl, —habló el guitarrista rítmico, llevándose una cuchara con mantecado de vainilla a la boca.—que tú te pones igual de tonto conmigo.

Las risas de Steven no se hicieron esperar, mientras el cantante se ponía rojo también.

La tarde la pasaron entre risas y algunas bromas más sobre lo nervioso que se ponía Duff cuando estaba cerca de Slash. Ya todos sabían que le gustaba, era demasiado obvio como para que siguiera escondiendolo, sólo que ninguno de los otros tres pensaba que habían tenido una aventura, eso era demasiado descabellado para ellos. Dl bajista solamente quería que la tierra lo tragara, era muy vergonzoso escucharlos hablar sobre su comportamiento que incluso él consideraba infantil y absurdo.

Ya de vuelta al estudio, cada uno debía recoger sus cosas para volver a sus respectivas casas.

Para el final de la tarde cuando ya no quedaba casi nadie, ni siquiera de las personas que trabajan ahí, el más alto se acercó al moreno. Slash giró su cabeza al sentir la presencia detrás suyo, no podía mentir, él era imponente.

—No puedo dejar de pensar en ti. —soltó sin más. El guitarrista se paró del piso. —Ni de lo que hicimos esa noche.

—Michael —puso una de sus manos sobre su mejilla derecha, usando su pulgar para acariciar con ternura su piel.

—Tan suave... —suspiró el rubio, tomando el dorso de la mano para que no se alejara de él.

—Te extraño yo también, ¿Sabes? —dijo el de rulos.

—Yo igual, muchísimo —lo miraba a la cara, sonriéndole. —Y creo que estoy empezando a amarte.

Hudson no pudo contenerse más antes de capturar los labios ajenos, moviendo los suyos para empezar un beso tierno pero demandante. El más alto no se dejó estar, tomándolo por la cintura para seguirle el ritmo, buscando llevarlo él en realidad. Se movía lentamente pero sin dejar de demostrar amor.

Se separaron a los segundos, ese beso no tenía que ser eterno, podía darse más luego.

—¿Quieres ir a mi casa ahora? —preguntó el rubio, sin soltar su piel.

El más bajo rio un poco. Jugando con el cabello ajeno. —Claro.

One-shots; Guns n Roses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora