Double Talkin' Jive ~ Izzy x Steven

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Un fuerte ruido hizo que Steven levantara su cabeza del diario de ese día.

—Ahí tienes todo el dinero. —dijo el hombre frente a él luego de haberle arrojado el maletín de cuero sobre la mesa. —Ahora ya no tengo nada que ver contigo.

—¿Y el cuerpo del muchacho?

—Lo cortaron en partes en función de sus huesos y fue al basurero, como tú pediste.

Adler sonrió victorioso, ese malnacido ya no volvería a meterse en su negocio y esperaba que sus amigos hayan aprendido la lección también.

—¿Puedo irme ya? -preguntó.

—Oh, Izzy, ¿No quieres algo de vino antes? Para celebrar que ya estamos libres de este problema. —lo invitó a sentarse con él.

Stradlin se sintió como un sicario de una película de los años veinte, de esas dónde usaban trajes y sombrero. El ambiente no ayudaba mucho tampoco, con las luces que parecían apagadas y las ventanas cerradas; el bar era viejo, por lo que el piso y parte de las paredes eran de madera, la zona en la que no lo era, estaba cubierta de papel tapiz verde. El local estaba casi vacío, sólo algunos que eran parte de la familia y algunos otros que eran empleados del lugar estaban ahí.

Suspiró, tomando asiento frente a él.

—Oye, tú —gritó el rubio y una chica muy joven se dio la vuelta.

—¿Sí, señor? —preguntó con algo de miedo.

—Traeme un vino caro y dos copas.

—Enseguida —la chica bajó su cabeza y se retiró hacía la cocina para volver rápidamente con lo que le habían pedido en una cara bandeja que aparentaba ser plata. El rubio sacó algo de su sucio dinero del bolsillo y le indico que se quedara con la propina.

—Así que... —jugó un poco con el alcohol en su copa, antes mirarlo. —Son veinte mil, ¿Cierto?

—Veinte mil ciento cincuenta. —aclaró Izzy, orgulloso de su trabajo mientras bajaba el cristal de su boca.

—Bien —dijo el otro, bebiendo un poco. —Para eso les pago.

—A mí aún no me has pagado. —le recordó. No le daba miedo hablarle así al jefe de la mafia, después de todo, sólo era un rubiecito algo retacón que le debía dinero y al que no reconocía como jefe, aunque era su capital la que le daba de comer.

—Para ti tengo algo más... —buscó palabras.—Interesante que el dinero. Algo que va a gustarte. —se puso de pie, tomando el maletín. —Vamos a una de las habitaciones, ¿Sí?

El pelinegro lo siguió hasta uno de los cuartos que estaban en al primer piso. Ese lugar había sido un prostíbulo bien atendido hasta que la mafia lo había reclamado como propio y lo había vuelto un bar más elegante y bonito, pero en ese momento decidieron conservar a los muchachos. Ya no había más prostitutos ahí desde que Steven asumió el cargo de mayor poder en la familia, hacía dos años ya.

Abrió la puerta de una de las habitaciones y arrojó sin cuidado el maletín al suelo, cerró con el seguro cuando su compañero ingresó también.

Enseguida, capturó sus labios de forma candente y pasional. Buscando que él aceptara y le siguiera el juego. Fue así. Las manos del sicario fueron hacia las caderas ajenas para acariciarlo mientras lo besaba con fuerza. Mostrándole que sí le gustaba el rumbo que estaba tomando la situación.

Steven se separó, quitándose el chaleco negro y desabrochando su camisa luego, dejando expuesto su pecho, haciendo que el mayor sonriera. Al terminar, bajo sus manos para desabrochar su cinturón y quitarse el pantalón, quedando finalmente en ropa interior.

—¿Vas a tocarme o sólo mirar?

Una de las manos de Izzy fue hacia su cintura para acercarlo y besarlo con fuerza. Lo empujó contra la cama de una forma algo bruta para después colocarse encima suyo y seguir con el beso.

—Eres muy caliente —declaró pícaro Adler mientras se relamía los labios al verlo desvestirse sobre él.

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—Aún así —habló el pelinegro a la vez que abrochaba nuevamente con la blanca camisa que había dejado en el piso hacía un rato. —, quiero mi dinero.

Haber tenido sexo con él no contaba como forma de pago, le gustó y todo el rollo, pero  seguramente ya lo había hecho con muchos más hombres y si no fuera así, quedarse con la virginidad de un muchacho no le generaba ningún ingreso.

Steven rodó lo ojos poniendose de pie. Se arrodilló frente al maletín para abrirlo y saco algunos fajos verdes de cien dólares. —Aquí tienes —se lo entregó en su mano
con cuidado al sentarse en la cama.

—Perfecto —contó, había cinco mil cien. Lo que habían acordado desde un lejano inicio. Guardó el dinero en uno de los bolsillos internos de su gabardina negra que había estado tirada en el suelo también. Se paró y se colocó los zapatos.

Hizo todo esto bajo la mirada del rubio, quien esperaba a que dijera algo. Algún gesto que mínimamente demostrara interés al menos, sin embargo no consiguió ni siquiera que se volteara a verlo por un pequeño instante. Stradlin sevi abrigo y le quitó el seguro a la entrada. —Reitero, ahora ya no tengo nada que ver contigo.

Cerró la puerta tras de sí.

One-shots; Guns n Roses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora