November rain ~ Axl x Izzy

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La mañana estaba helada y las nubes que asomaban daban a entender que llovería pronto. El clima sólo le daba un toque más triste al ambiente que ya estaba formado. Todos ahí con sus paraguas negros y vestidos de este mismo color con abrigos largos, parados al rededor de un ataúd que era bajado por un hombre con una cuerda hasta la fosa antes de ser sellada para siempre con tierra.

El joven Rose estaba destrozado. Faltaban sólo dos semanas para su boda y a su novio le habían arrebatado la vida repentinamente, murió envenenado con amoniaco. Todos le daban su pésame pero eso no le consolaba para nada, había escuchado unos cincuenta ya y todavía no se sentía mejor.

Cuando la tierra quedó nivelada, la gente comenzó a retirarse. Familiares y amigos había estado ahí llorando y ahora se iban a seguir sus vidas como si nada.

Porque claro, ustedes ya están casados y son felices —pensó Axl.

—Lo siento tanto, William —dijo el sacerdote, tomándolo del hombro y haciendo que saliera de esos pensamientos que relacionó con la envidia más tarde. —Estas cosas pasan, hijo, no podemos evitarlas.

—Gracias, padre. —le dijo él, el hombre le dio una bendición y luego se fue junto con el resto, abriendo su paraguas negro.

—¿Estás bien, hijo? —preguntó su madre, cubriéndolo con su sombrilla.

—No, mamá, no. —respondió, mirándola con los ojos rojos de tanto llorar y a nada de volver a hacerlo.

—Tienes que estar tranquilo. —dijo ella. —Ahora vayamos a casa a tomar té y comer algo con la familia, ¿Sí?

—Yo los alcanzo luego —la señora abrió los ojos sorprendida pero no protestó.

—Sólo no vuelvas muy tarde. —dejo un pequeño beso en la mejilla de su hijo antes de marcharse junto con otras mujeres de la familia.

Axl volvió la vista hacia la tumba de su amado.

—Jeffrey Dean Isbell... ocho de abril de mil ochocientos cuarenta y cinco, diez de noviembre de mil ochocientos sesenta y tres —leyó suspirando. Fue un amor tan bueno y puro el que había perdido para siempre. Todo el futuro que había imaginado juntos se desmoronó en un instante que fue fugaz ante él. Habían hecho todo de la forma correcta: Axl lo cortejo de forma dulce hasta que se volvió su pareja y a partir de ahí fue incluso más dedicado, se abstuvieron totalmente de las relaciones sexuales.

Una vez comprometidos, Axl invirtió casi todo el dinero por parte de la herencia de su difunto padre en una casa bonita y grande para ellos y los hijos que planeaban tener, iban a mudarse juntos justo después de casarse. Además, gastó mucho en unos anillos de oro puro para que la sortija de su esposo resaltara entre las de los demás muchachos. Izzy, por su parte, había buscado por todos lados buenos decoradores y su madre se había encargado de conseguir modista para su traje, además de que se había esmerado en aprender a ser un buen esposo para él.

El pelirrojo había pensado seguir en el negocio de textiles de su abuelo y con eso manter la propia familia que formaría. Él había estado aprendiendo como administrar toda la empresa gracias a su tío y éste se sentía más que seguro en dejarle todo en su testamento.

Ahora nada de eso importaría o pasaría porque Izzy estaba muerto. Envenenado y muerto. Así de simple.

—Te quiero mucho, muchísimo, tanto que ni lo imaginas —le habló, mirando el pasto debajo de él pero encima de su prometido.

Una gota fría cayó en su nariz.

—Maldición, ¿Ahora? —habló mirando al cielo. Otras gotas más empezaron a caer. —¿Me correrás de la tumba de mi amado de ésta forma? ¿Por qué?

Silencio y más agua helada sobre su cabeza.

—Te amo, mi Izzy, y si el paraíso existe, espérame ahí que iré a buscarte luego. —besó la lápida antes de salir del panteón. Tuvo que comenzar a correr pues el agua helada caía cada vez en mayor cantidad.

Camino dos cuadras, dobló la esquina y llegó a su casa. Abrió la puerta para encontrarse gran parte de su familia y de la de su novio en la sala de estar. Su madre sonrió con cierta pesadez al verlo, ella también estaba dolida pero sería fuerte por su hijo.

—¿No vas a comer nada? ¿A charlar con tus tíos? —preguntó su madre, tratando de detenerlo al ver cómo él ya iba subiendo las escaleras hacia su cuarto.

—Por favor, mamá —ella lo dejó tranquilo.

En su habitación, encendió el velador con una cerilla. Sentandose en la silla que estaba frente de su escritorio para ponerla frente a la ventana. Lo deseaba a su lado, ahí con él. Cuando estaba triste, Izzy siempre sabía que decir para animarlo pero ahora ya no diría nada.

Lloró, simplemente lo hizo, abrazado a su propio cuerpo. ¿Por qué la vida era así? Fue algo tan repentino que era muy injusto para ellos. Se amaron, le mostraron una sonrisa a la vida ¿En serio así les iba a responder ésta? ¿Con un golpe tan cruel?

Sí, así era y él no podía evitarlo. Sólo le quedaba llorar mirando la lluvia de noviembre caer por su ventana con cada vez más fuerza.

One-shots; Guns n Roses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora