Capítulo Nueve

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Aitana Ocaña

¿Qué? ¿Él me estaba diciendo eso a mi?

Aitana: Gracias supongo. -dije seca-

Aitor: ¿Cómo has estado?

¿Es que acaso intentaba tener una conversación conmigo? Estaba segura que sólo buscaba provocar a mi hermano.

Aitana: Bien.

Mentí y me fui nuevamente a sentarme con Lola.

Lola: ¿Qué ha sido eso, amiga?

Aitana: Pues no tengo idea. Creo que sólo provocaba a mi hermano.

Lola: Bueno, igual ellos no te dejaban de mirar.

Aitana: ¿Quiénes?

No, no, no, ¡ellos no por favor!

Lola: Pues, ¿quienes más? Tu hermano y sus amigos.

Aitana: ¡Mierda! Ahora Kirill se pondrá como loco, lo sé.

Lola: Intenta calmarlo.

Aitana: ¿Calmarlo? ¡Imposible! No hay nada que lo calme. Bueno, el sexo sí.

Lola: Ni siquiera se te ocurra calmarlo, eh. -ambas reímos-

Aitana: ¡Eres una idiota!

En la salida, estaba guardando mis libros junto a Lola cuando Aitor se nos acercó. ¿Qué quería?

Aitor: Aitana... Qué bueno que te encuentro.

Aitana: ¿Qué pasa?

Aitor: Pues, me harán una fiesta de bienvenida en mi casa y me encantaría invitarlas. ¿Las veré allá?

Lola: ¡Sí!

Le di un codazo, Christopher nos sonrío y se fue.

Aitana: ¡Lola! ¿Por qué? Ni siquiera quiero ir.

Lola: ¿Podrías dejar de ser tan aburrida? Eso es justo lo que necesitas Aitana, una fiesta. Aparte, sabes como son esas fiestas de Aitor, va todo el colegio y todo se sale de control. Uh, ¡sí! ¡Fiesta, fiesta, fiesta!

Lola lo dijo cantando su canción ridícula cada vez que iba a una fiesta. Me tocará ir.

Me acerqué a mi hermano que ya estaba en el auto, ¡sí! No tenía que esperar a nadie.

Aitana: Hola Kirill.

Él ni me miró. Ni siquiera me dijo algo. Sólo quiero las cosas cambien entre nosotros. La tensión se podía sentir. Sólo quería llegar a casa y ya.

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Minutos después ya estábamos ahí. Me baje y cerré la puerta de un portazo.

Subí a mi habitación y suspiré, cerré la puerta. Me recosté en mi cama y lo único que podía pensar era en lo mucho que extraño a mi hermano, creo que hablaría con él... La puerta. Estaban tocando la puerta.

Aitana: Pasa.

Kirill: ¿Podemos hablar? -dijo entrando y sentándose en mi cama-

Aitana: Sí, ¿qué pasa?

Kirilla: Sólo, te quería pedir perdón.

Lo decía mientras movía sus manos. Lo conocía a la perfección. Cada vez que hacía eso es porque estaba nervioso.

Aitana: ¿Perdón por qué?

Dije haciéndome la que no sabía nada.

Sí sabía porque se disculparia, sólo quería que empezara a hablar más nervioso que nunca, mezclando las palabras sin sentidos con un intento de pedirme perdón. No podía creerlo.

Sei Mia, PiccolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora