Capítulo Treinta y Uno

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Aitana Ocaña

Estoy tan molesta con él, que no sé por qué me encuentro en su casa ahora mismo.

Pero sólo quiero saber la verdad.

Sebastián se acercó a mi con una taza de chocolatada caliente.

La lluvia era bastante fuerte y hacía bastante frío.

Aitana: Gracias. -se sentó a mi lado-

Sebastián: Perdón de nuevo, no sé que me pasó...

Aitana: Ya no importa. Sólo pídele perdón a tu madre, arruinaste todo hoy. -bebi de la taza-

Sebastián: Sí, lo sé. -sacudió su pelo mojado- Aitana lo que te voy a contar no es fácil... -me acerqué a él-

Aitana: La mejor manera de superarlo es aceptarlo. Es saber que es lo que pasó, te hizo mucho más fuerte.

Sebastián: No soy fuerte, Aitana, yo soy un cobarde que siempre huyo de mis problemas.

Aitana: Para mí, eres la persona más fuerte que conozco.

Me recosté en el sofá y agarre su mano para que hiciera lo mismo, a mi lado. Él me abrazó y escondió su cara en mi cuello. Sabía que no sería fácil.

🔴

Sebastián Yatra

Sebastián: Mi hermano tenía mi edad cuando murió. Él era la persona que más admiraba, él si que era fuerta. Siempre hacía lo que quería, siempre tenía chicas detrás de él, tenía muchos amigas y siempre se iba de fiesta. Y eso yo lo admiraba mucho, ¿sabes? Yo quería ser cómo él. Él siempre cuidó de mi, yo tenía unos once años en ese tiempo.

Aitana: ¿Él es Ángel, verdad?

Sebastián: Sí. ¿Recuerdas las carreras ilegales que hacían aquí?

Aitana: No...

Sebastián: Estabas muy pequeña en esos tiempos. Aquí solían hacer carreras ilegales, carreras de la cual mi hermano era parte.

Oh Dios, le contaría todo a Aitana. La dejaré entrar. Dejaré que sepa mi pasado. Mi voz empezaba a quebrarse, ella empezó a acariciar mi brazo de arriba a abajo.

Sebastián: Un día estábamos todos en la mesa, mi padre, mi madre, Ángel y yo...

Todos los recuerdos inundaron mi cabeza.

🌬️

Juan: ¡NO VAS A SALIR HOY Y YA TE LO DIJE! -le gritó a Ángel-

Ángel: TENGO DIECIOCHO AÑOS, ¡PUEDO HACER LO QUE SE ME DA LA GANA! -le gritó-

Estaba asustado, al igual que mi madre, siempre que peleaban era así.

Juan: ¡MIENTRAS VIVAS EN ESTÁ CASA, NO!

Ángel: Entonces me voy de esta porqueria, me voy.

Él se levantó de la mesa y yo lo perseguí con lágrimas en mis ojos.

Sebastián: No, Ángel, no...

Le suplique, pero él me ignoró y luego entró a su habitación.

No quería que mi hermano se fuera. Me encerré en mi habitación y me empecé a llorar mucho más. Luego me quedé dormido.

Ángel: Sebis, Sebis... -me movía el brazo-

Ángel era el único que me decía así.

Abrí los ojos lentamente y giré a ver el reloj, eran las 02:00.

Sei Mia, PiccolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora