Capítulo Treinta y Tres

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Aitana Ocaña

Lola: Deberíamos aprovechar muy bien las últimas semanas que nos quedan de vacaciones, Aitana. -dijo mientras le daba un sorbo a su bebida-

Aitana: Ni siquiera me lo recuerdes. -suspire-

Sebastián: ¿Extrañarás verme todos los días en el colegio? -dijo sonriendo divertido-

Aitana: ¡Sí! Aunque tú y yo nunca hablábamos.

Lola: Pero esta chica nunca te dejaba de mirar. Siempre era un: "Lola, ¡míralo! Se ve muy hermoso hoy."

Lola me estaba avergonzado y yo estaba segura de que estaba más que sonrojada.

Hero y Sebastián rieron.

Aitana: Era una masoquista mirándote. Tú siempre estabas con chicas.

Sebastián: No es mi culpa que sea irresistible. -dijo burlon y yo rode los ojos-

Aitana: Sí, claro.

Sebastián: Las que deberían estar celosas ahora son ellas, ¿no? Porque ahora yo soy tuyo.

No estaba sintiendo mariposas en el estómago. Estaba sientido así algo como, gorilas.

No podía describir lo que sentía cuando Sebastián decía que era suya. Pero cuando me decía que él era mío, era algo completamente diferente. Felicidad no se comparaba al sentimiento que sentía.

Este chico me hace completamente feliz.

Aitana: Lo sé. -le di un pequeño beso en los labios-

Hero: Bueno, bueno. Vamos a concentrarnos. -nosotros nos alejamos- Lola y yo estábamos pensando en pasar una semana en mi casa de la playa. Pero esta vez sin interrupciones.

Sabía a lo que se refería. Si hubiera sabido que mi padre era la razón por la cual Kirill estaba así, no hubiera regresado a casa nunca.

Aitana: Y esta vez, sin gritos por favor. -Sebastián rió a carcajadas, Lola escondió su rostro entre sus manos y Hero suspiró-

Lola: ¡Es hora de que lo olvides, Aitana! -dijo completamente roja-

Aitana:b¿Cómo vamos a olvidar esos gritos? "¡Oh, Hero!" -la imité-

Lola: ¡AITANA, YA CÁLLATE!

Lola lo dijo furiosa y esta vez si guarde silencio.

Dios, es que nunca lo voy a olvidar.

Hero: Volviendo al tema, ¿estan todos de acuerdo en ir? -asentimos con la cabeza- Va a ser la mejor semana. Lo puedo sentir.

🟣

Carlos: ¡AITANA! ¡KIRILL! -dijo desde la sala-

¿Ahora qué quería? ¿Es que no le es suficiente con que esté acá en casa? Y no sólo él, sino que con la estúpida de su esposa.

¿Ser una familia feliz? ¿Es que acaso está loco? Yo nunca podré perdonarlo. Y Teresa nunca reemplazará a mi mamá.

Salí de mi habitación y mi hermano me agarró de la mano para bajar.

Aitana: ¿Ahora que?

Kirill: No lo sé. Vamos. -bajamos-

Habían maletas y mi corazón se aceleró.

¡Sí, sí, sí! ¡Se van!

Oh por dios, cuánto ge deseado esto. Sonreí.

Teresa: ¿Por qué tan sonriente hoy?

Sei Mia, PiccolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora