Capítulo Treinta y Ocho

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Kirill Ocaña

Cómo me dolió dejarla, cómo me dolió saber lo mal que se sentía, pero yo me sentía peor. Ella se burló de mi, me mintió y lo peor de todo, con mi mejor amigo.

No puedo mirarla y no sentir furia y decepción. No quiero verla, no quiero.

No entiendo cómo no pude darme cuenta antes.

Me dirigía a casa de Lia, que sé que me escuchará. Necesitaba estar con ella, necesitaba desahogarme.

Llegué y toque el timbre con desesperación.

Lia: ¡Kirill! ¿Qué pasó?

Kirill: No te imaginas qué pasó. ¿Recuerdas mis sospechas? -entre a la casa- Aitana estaba con Sebastián, Lia, ¡con Sebastián! Alguien me mandó un maldito mensaje con varias fotos de ellos, ¿sabes cómo me siento? No me enteré ni por mi mejor amigo, ni menos por mi hermana. ¡ME SIENTO UN REVERENDO ESTÚPIDO! -grité y ella me abrazó-

Lia: Cálmate, Kirill... Supongo que no fue fácil para ellos decírtelo.

Kirill: ¡NO! ¡NO ME PUEDO CALMAR! AITANA ES UNA PU... -ella me soltó y me miró con furia-

Lia: ¿Qué te pasa? ¿Cómo puedes hablar así de tu hermana? Exactamente por eso nunca te dijeron nada, porque reaccionarias así. Aitana era bastante cuidadosa con eso, tenía miedo de lo que pudieras ha... -la interrumpí-

Kirill: Espera, ¿tú lo sabías?

Lia se alejó de mí y empezó a jugar con su cabello, ignorando mi pregunta.

Eso significa que estaba nerviosa. Me acerqué a ella y tomé su mentón, haciendo que me mirara fijamente.

Kirill: Lia, ¿tú lo sabías? -dije entrecortado, no esto no.-

Lia: Sí. -bajó la mirada-

Kirill: Genial, ¡genial! Hasta mi novia lo sabía. Todos en esta maldita ciudad lo sabían, y ¡NADIE ME DIJO NADA!

Lia: Kirill, yo no podía decirte eso, yo no podía meterme...

Kirill: ¡CÁLLATE! -grité haciendo que se asustara-

Lia empezó a llorar, pero sabía que no se quedaría callada. Ella nunca se queda callada, siempre tiene algo que decir así se sienta muy mal.

Supongo que es una de las cosas que más me gusta de ella. Pero en este momento, no quería escucharla.

Lia: ¿Por qué no piensas un poco, eh? Así cómo tú te enamoraste de mi, ¡Sebastián se enamoró de mi hermana! Así cómo tú cambiaste, ¡así lo hizo él! Pero tú sólo piensas en ti. ¿Por qué no te pones en su lugar? Oh, ¡perdón! Se me olvidaba que sólo piensas en ti. El mundo gira a tu alrededor, Kirill. Deberías a veces pensar en los demás.

Kirill: Espera, espera ¿yo me enamoré de ti? ¿Estás segura de eso? -dije burlón-

Sí. Si me enamoré de ella. Desde el momento en que empezamos ese maldito juego de juntar nuestros cuerpos cuando quisieramos. Desde que después de escucharla gemir, se acostaba en mi pecho exhausta y hablábamos acerca de nuestros problemas hasta las 04:00. Desde que se quedaba dormida en mi pecho completamente desnuda, brindándome confianza.

Porque yo soy la única persona con la que ella ha estado. Ella me lo confesó.

La necesito más que nada.

Pero ella me mintió, ella también hizo parte de este juego. No podía evitar mis impulsos. Estaba dolido y una pequeña parte de mi quería hacerla sentir mal. Pero la otra, sólo quería abrazarla y decirle que dejara de llorar.

Sei Mia, PiccolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora