Capítulo diez

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POR AHORA

La salida con mi padre no se quedó solo en ir a cenar, puesto que después de salir del restaurante fuimos al autocine a ver una película, ya la había visto antes con mis amigas; está basada en un libro que leí y cuya adaptación me gustó tanto como el libro, por lo cual no me privé de querer verla una segunda vez, aprovechando mi noche con mi padre.

Y todo iba bien con la película hasta que comienza a reproducirse en pantalla una escena erótica que no recordé que tenía al tiempo de ocurrírseme verla con mi padre.

—Me dijiste que está película está basada en un libro que ya leíste, ¿verdad? —pregunta mi padre, viéndome en plena escena con ojos críticos.

—Sí —respondo rápidamente—, pero te juro que en el libro no es así, ¡que lo han cambiado en la película, te lo juro, papito! —miento con descaro, aun sabiendo que allí está incluso peor.

Papá se carcajea unos segundos antes de acercar sus labios a mi sien y me regala un dulce beso.

—No me creas tan iluso, jovencita, que puedo jurar que en el libro debe estar mucho peor —emite—, pero, ¿quién soy yo para juzgarte? También hice cosas prohibidas a tu edad.

Alzo una ceja con interés.

—¿Ah sí? ¿Qué tantas cosas prohibidas? Quiero saber —indago, más interesada en ello que en la película, de pronto.

Papá vuelve a reír.

—Muy prohibidas. Solía ser un chico muy rebelde, pero no voy a contarle a mi niña de diecisiete años esas cosas, así que sigamos viendo la película —zanja. Quería saber, pero como sé que no me las dirá entonces no insisto, en su lugar me recuesto contra su dulce pecho mientras meto palomitas en mi boca y continúo viendo el films, por fortuna no salen más escenas eróticas hasta que termina.

❉❉

—Muchas gracias por esta noche papi, me la pasé muy bien compartiéndola contigo, te adoro —digo, cuando hemos llegado a casa, colgada de su cuello y cubriéndolo de besos. Me rodea con sus brazos fuertes y ríe ante mi gesto.

—Yo también me la pasé muy bien compartiendo esta noche con mi mocosa consentida. —Es su turno de cubrirme de besos y el mío de reír ante el gesto.

—¿Qué tal la noche de papá e hija? —pregunta mamá, apareciéndose en la sala en ese momento con Aurorita que pese a ser las diez de la noche continúa despierta, a horcajadas en su cintura, pero al ver a su padre comienza a extender sus manitas pidiéndole tomarla, a lo que él se acerca y la complace cogiéndola.

Su risita pronto llena la estancia cuando papá está besuqueándola por todos lados, hasta en la tripa.

—Fue estupenda —respondo, alegre—. Me llevó a cenar a mi restaurante favorito y luego fuimos a ver una película al autocine. Me la pasé genial, ahora me voy a la cama porque mañana es lunes, hay escuela y si me duermo tarde se me pegan las sábanas al otro día. Así que buenas noches.

—Buenas noches, amor. Descansa —mamá me dice, quien no me deja marchar sin mi dulce beso de buenas noches.

Ingreso en mi habitación, me despojo de mi ropa, me limpio la cara del poco maquillaje que me coloqué, y acto seguido me visto con mi pijama para después meterme en mi cama, con sueño, así que sé que no tardaré demasiado en dormirme.

Atisbo mi móvil sobre la mesita de noche. Lo olvidé al salir con papá, y es porque en realidad, no soy una persona que se pueda considerar dependiente de su teléfono celular, por cuya razón lo olvido todo el rato en cualquier parte. Lo agarro al notar una luz parpadear en la parte inferior como de mensajes, lo enciendo, desbloqueo y descubro que tengo un par de WhatsApps.

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