Capítulo veintiuno -

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MALA BROMA–

Alessio

A veces solo basta un segundo para que tu vida, tus sueños y todas tus ilusiones se pongan en jaque. La mayor parte de nuestro tiempo vivimos pesando que nada malo puede pasar, que nada en nuestra vida puede cambiar, hasta que de pronto recibes una violenta sacudida que te recuerda que te enfrenta a esa realidad, y no siempre es para bien.

Siempre he sido alguien que le gusta experimentar; vivir mil aventuras, sin tenerle miedo nunca a las nuevas experiencias. Como si me imaginara que la vida se me podría terminar en un triste segundo. Sin embargo, jamás me preparé para aceptar ese tipo de realidad, porque es que no importa cuanto sepamos que la vida es apenas un hilo delgado que se puede romper en el momento en el cual menos te lo esperas, que todo lo que nace tiene que morir, jamás estaremos lo suficientemente preparados para sostener esa mano fría y puntiaguda.

Evoco que aquella tarde llegué cansado a casa. Había tenido una semana agotadora de desfiles, comerciales y sesiones de fotos, todo cuando quería era llagar a mi cama y dormir un par de horas si eso me servía para reponerme. El modelaje era fascinante, me gustaba, sin embargo, también podía ser bastante agotador, así que aquel día antes de caer sobre mi colchón y quedarme dormido casi al instante, estaba contemplando la idea de dejarlo, incluso si me gustaba. Pronto entraría a la universidad y no estaba muy seguro de si podría seguir ese ritmo y al mismo tiempo rendir en mis estudios como debería, y si tenía que elegir uno de los dos, estudiar era lo que más deseaba. Modelar había sido una experiencia más que quise vivir, y de la cual disfruté tanto como pude.

Luego de dormir un par de horas, el gruñido de mi estómago me sacó fuera de aquella cama, aunque no tuve tiempo alguno de bajar a la cocina, porque aquel llanto que podía reconocer entre millones, me paralizó enseguida.

Era el llanto de mi madre.

Nunca oí a mamá llorando de aquella manera, como si se estuviera desbaratando por dentro, así que preocupado, en lugar de continuar mi camino para llenar mi estómago vacío, me dirigí hacia allí. Siquiera me tomé el tiempo de tocar, porque abrí sin más y al hacerlo me recibió la imagen de mi madre en los brazos de Filippo, y al observarlo a él, noté que mamá no era la única cuyo rostro estaba cubierto de lágrimas, lo que aumentó los latidos ya acelerados de mi corazón, como si presagiara que algo muy malo estaba sucediendo...

—¿Qué ocurre? —pregunté, con temblor en la voz debido al miedo que sentía, incluso si aún no tenía idea de la realidad que hacía a mis padres llorar de aquella manera—. Madre, padre, ¿por qué estáis llorando así?

Al oír mi voz, mis padres se separaron. Mamá con los ojos inyectados se sangre y la piel casi tan blanca como las nubes, me vio y por alguna razón que no comprendí en ese momento, su llanto se hizo mucho más fuerte.

—I-il mio bambino —sollozó mi madre, en un llanto cada vez más desgarrador. Todo su cuerpo temblaba por razones que yo todavía no alcanzaba a comprender.

—Necesito saber qué está sucediendo —dije, mientras me acerqué a ellos, sintiéndome temblar en el proceso. Aferré los temblorosos brazos de mi madre—. Por favor, necesito que me digáis por qué lloráis de esa manera. Por favor... — supliqué en agonía, mirando a uno y otro con los ojos muy abiertos, la angustia devorándome por dentro como si fuera una estampida de pirañas divirtiéndose en mi interior.

Y fue justo ahí donde todo cobró sentido de un modo escalofriante. Finalmente, aquellas molestias en mi garganta encontraron respuesta y no una que yo hubiera esperado. Nadie se espera algo así.

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