Capítulo cinco

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-SIGO AQUÍ-

Aitana

Luego de lo que sucedió, que aún me tiene un poco acalorada si se me permite decir, Alessio, mi chico obstinado, no tuvo intención de irse, pero lo cierto es que yo tampoco puse demasiado esfuerzo en echarlo esa vez, no pude, pues es demasiado clara la dependencia que tengo por ese chico contra la cual no puedo pelear.

No pude luchar contra mi necesidad de tenerlo cerca, de respirarlo y sentir sus brazos rodeándome cómo ese momento mientras, sobre mi cómoda, la melodía de esa cajita de música que me regaló llena todo el espacio. Siempre está encendida y sonando, pues siempre me gustó esa pieza de Beethoven, pero más me gusta desde que Alessio me la obsequió y dijo que era para mí.

-No veré esa película, elige otra -ordena.

-Es la que quiero ver yo, Alessio.

-Pero yo no. Odio el Titanic.

-¿La has visto al menos? -indago, mientras lo veo con mis ojos entrecerrados en una fina línea.

Menea su cabeza en negación.

-No, y no hace falta. Sé lo suficiente sobre ella para odiarla, así que por favor, si vamos a ver una película, ¿podrías elegir cualquier otra menos esa?

Una sonrisa perversa aparece en mis labios.

-Lo siento, Alessio, mi televisión, mi cama, mis reglas. Si no quieres ver una película que no has visto pero aun así odias, ya sabes donde está... la ventana. Ten cuidado al saltar.

Le doy a play, y la película más triste de la historia para mí, comienza a reproducirse en mi plasma. Alessio no se mueve, como lo supuse. Escucho un bajo gruñido escapar de su garganta, y un par de segundos más tarde me estremezco de pies a cabeza cuando siento su boca en mi cuello. Su aliento caliente y la forma como habla contra mi piel me provoca una contracción interna.

-Si está es tu manera de probar que me tienes y que haré lo que quieras, te tengo noticias -murmura, sin despegar sus labios de mi piel en ningún momento, al tiempo que acaricia mi abdomen bajo la tela de mi blusa-, estás en lo cierto, principessa.

-¿Y eso te molesta? -demando, mis cejas enarcadas. Alessio pone la más grande de las sonrisas en sus labios.

-¿Molestarme que me tengas agarrado por todas partes mi pequeña bruja? Para nada.

Se me escapa un pequeño gritito cuando Alessio mordisquea y luego succiona la piel de mi cuello. Después, solo lo oigo reír por mi reacción.

Me acomodo bien sobre el pecho de Alessio, dispuesta a ver el Titanic por quinta vez. Es una película muy triste, cualquiera no querría verla después de la primera vez, pues te deja un vacío existencial horrible, sin embargo, soy un poco masoquista al respeto porque la veo aún sabiendo que volveré a llorar.

Cuando termina la película, más de tres horas más tarde, no soy la única con los ojos húmedos, incluso si se niega a admitirlo.

-No estoy llorando por esa película -intenta negar, mientras limpia las lágrimas de sus ojos.

-¿Ah, no? Entonces ¿por qué?

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