Extra #6. Carolina e Iván

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Carolina

 

    La pequeña Carolina que se aferró a las piernas de su madre, mientras le suplicaba que no la dejara atrás, y de todos modos se fue y la dejó llorando y gritando su nombre mientras el cielo lloraba con ella,  que después tuvo que pagar durante horribles años por los pecados de su madre, nunca imaginó que esa vida que fue tan cruel para ella en un inicio, la premiaría de la manera más maravillosa muchos años más tarde, con la felicidad, pero no del tipo que muchos fingen tener, de la real, de la que es colorida y no todos tienen la dicha de hallar.

Gracias por salvarme, eres como mi héroe ahora.

Casi treinta años después, estoy segura de que fue ese día, cuando me salvó de morir ahogada en aquella piscina, que me enamoré perdidamente del hombre que no solo me ha dado los mejores años de matrimonio, también cumplió uno de mis sueños más grandes, hacerme mamá de cinco preciosos bebés que junto a él, son los amores más grande de mi vida. Una de ellas, no la cargué en mi vientre, se sabe, Aitana, sin embargo, siempre la he sentido tan mía como Evan, Alanzo, Piero y Aurora. Al igual que su padre, acabaría con cualquiera que le hiciera un poco de daño. Es mi niña amorosa, inteligente y soñadora.

Iván no ha sido el esposo perfecto, como yo tampoco podría considerar que haya sido la esposa perfecta, pero en medio de nuestras imperfecciones como pareja, sin duda alguna, nos hemos hecho felices.

No todo ha sido risas y dichas, en casi veinte años juntos, ha habido de todo y hemos superado muchas cosas, pero siempre juntos, peleando por nuestra felicidad, no dejando que la llama se apague y tratando de encenderla cada vez, como nos prometimos el día que nos casamos.

De nuestros bebés, Aitana es su debilidad, lo ha sido desde siempre, sin embargo, no significa que no destrozaría el mundo de ser necesario para proteger a los cinco. Lo que pasa con Aitana no es solo que la muchachita siempre ha sabido, desde que era una bebé, como tener a su padre en la palma de su mano y conseguir de él lo que quiere únicamente con una miradita, es también que siempre la ha considerado su redención,  la que le mostró que sí había nacido para ser padre, contrario a lo que alguna vez creyó.

Se podría decir que Aurorita también hace lo que quiere con él. Es la más pequeñita, y además, la más celosa con el cariño de su padre. Sonrío. La muy atrevida me cela incluso a mí ya que lo quiere para ella solita. Aurora es muy pequeña, apenas cumplió sus tres años hace nada, pero es la más parecida a mí. No físicamente, ese es Evan, ella en realidad es más parecida a su padre, me refiero al hecho de que intenta ser tan acaparadora que creo que no le gustará nada a medias, que no se confirmará nunca con menos de lo que ella merece.

Yo lo hice cuando me enamoré perdidamente de Iván, y durante diez años pude haber tomado la migaja que me ofrecía como a todas las demás, pero siempre supe lo que merecía y por ello hoy, soy su esposa y la madre de sus hijos, de los que ahorita estoy lejos y los extraño mucho, sin embargo, estar aquí en este lugar en una especie de luna de miel con mi esposo después de que tanto mi trabajo como el suyo además, nuestras vidas como padres que es incluso más demandante que nuestros propios compromisos laborales, apenas nos dejan tiempo para disfrutarnos como pareja, entonces mi esposo decidió que me secuestraría.

En este momento nos encontramos pasando una semana solos, sin trabajos, y sin niños, pero sobre todo sin nadie a nuestro alrededor, solo el mar, las olas y nosotros dos ya que estamos en una Isla que se encuentra en cualquier lugar, tanto es así, que siquiera puede hallarse en ningún mapa, y que es preciosa y mía.

—Se llama, Carolina y es tu regalo de cumpleaños, Lucecita.

Sí, Iván me regaló una Isla cuando cumplí los treinta y  cinco años.

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