Capítulo quince

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CRUELDAD–

Alessio

      Mi corazón ha estado en un hilo desde el momento en el cual me percaté de que Aitana había desaparecido, que no estaba donde se suponía que debía estar, que desapareció en mis narices y no fui capaz de darme cuenta. Me contengo con todas mis fuerzas, y una asfixia horrible en el pecho, de lanzar el teléfono cuando llamo por quinta vez, consiguiendo la contestadora. 

      —Sé de alguien que hará un collar con tus tripas, si no regresas a su hija sana y salva a casa —murmura Paulu, y sé que tiene toda la razón.

 Iván Forter me matará sí no vuelvo con Aitana en una pieza, aunque probablemente no necesitará hacerlo, porque moriré sin necesidad de que él tenga que usar sus manos, y del modo más cruel, asumo, si no la encuentro ya, y tan en una pieza como la última vez que la vi.

Una hora más tarde, de seguir buscándola, de no dejar de intentar localizarla por su móvil habiendo obtenido la misma respuesta, nada de mi novia, estoy detenido frente a la casa de Aitana.

Detrás de mí, Allegra, junto a Gaia, Raquel y Letizia me acompañan, tan preocupadas por no saber dónde está su amiga como yo. Estoy temblando, no podía manejar de esa forma, por lo que es Nano quien conduce mi coche. 

—No lo hemos pensado, pero capaz y vino a casa, y se encuentra sana y salva, podría ser ¿no? —Es lo que comenta Nano, y aunque no comprendo la razón por la cual mi novia me dejaría en la fiesta y se vendría sola a casa, sin avisarme, durante un par de segundos, me lleno de esperanzas, hasta que ingresamos en su vivienda y al igual que en la casa de Genaro, Aitana no está ahí. Mi desesperación y miedo, va en aumento.

—¿Qué demonios significa que saliste de esta casa con mi hija, y ahora regresas sin ella? ¡¿Dónde está Aitana?! —pregunta, como me lo esperaba, un alterado, señor Forter. Trago con dificultad, sintiendo que cada extremidad me tiembla, y me duele a partes iguales, no por lo que podría hacerme el hombre enfurecido frente a mí, más bien, por no saber de ella, por no saber dónde está, por no poder evitar imaginarme el peor escenario ante tan misteriosa desaparición.

—Ella… desapreció, teníamos la esperanza de que hubiera vuelto a casa, que por alguna razón se salió de la fiesta sin decir nada y vino, pero está clarísimo que no es así. Un momento ella estaba ahí, decidió que quería ir al baño y despues de eso no… regresó —ha sido Allegra, aunque un poco temblorosa, quien ha podido explicarle a su padre, ademas de a su bisabuelo en la sala y su hermano menor, Evan sobre el porqué Aitana no está entre el grupo.

—La… busqué sin cansancio, y la llamé de la misma manera, sin embargo, su móvil está fuera de cobertura. No sé… donde puede estar —soy capaz de decir, mis manos, mis labios, todo yo temblando y mi corazón tan pequeñito y arrugado como una pasa.

—¿Qué pasa? —pregunta la madre de Aitana, quien aparece en ese momento, notando el ambiente pesado y de miedo que nos rodea a todos. Noto, por el rabillo del ojo como el bisnonno de Aitana parece estar a punto de sufrir un colapso, siendo su nieto quien lo recorre y le ayuda a tomar asiento en uno de los sofás. En los próximos segundos tambien se unen Alonzo y Piero.

De pronto, un jadeo sale fuera de mis labios cuando siento un fuerte agarre en el cuello de mi chaqueta. El señor Forter me ha sostenido por ahí y me mira tan lleno de ira que parece que desea hacer un hoyo en el suelo con mi cabeza, y enterrarme en este preciso momento.

—Te permito el privilegio de salir de esta casa con mi tesoro más grande, y ahora vienes y me dices que no sabes donde está, que la perdiste, ¡que no la cuidaste como debías!

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