Capítulo cinco

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-DUDAS-

—¿Me podrías explicar otra vez? es que no he comprendido muy bien de donde ha salido ese resultado —lo señaló en mi cuaderno—, he debido distraerme con algo —emitió, viéndome.

—Concéntrate, por favor, ¿sí? Me buscaste para que te ayude con esta materia en especial. Estas bien, pero bien, fatal en matemáticas, así que te conviene concentrarte y solo tenemos una hora, ¿podrías?

Alessio me veía detenidamente mientras acariciaba su cabello, con esa sonrisa letal con la cual era capaz de poner a arder el polo norte.

—Lo siento, es que nunca había tenido una profesora tan... hermosa, así es muy difícil concentrarse —respondió, con esa voz grave, profunda y sexi que me ponía los pelos de punta, de un modo inevitable.

Reí por lo bajo, totalmente sonrojada mientras me escondía un mechón de cabello detrás de la oreja.

—No hagas eso —pedí.

—¿Hacer qué? —preguntó, relamiéndose los labios en un gesto demasiado sensual, demasiado ¿provocador?, logrando que mi corazón brincara como un trampolín dentro de mi pecho y para agregar, que me faltase el aliento. Dios... siquiera parecía normal que me afectase de esa forma solo con sonreír, con estar ahí, frente a mí, mirándome con intensidad.

—Eso que estás haciendo —respondí en un resuello.

—¿Y qué se supone que estoy haciendo, Aitana Forter? —inquirió mientras se inclinó un poco más en la mesa, quedando más cerca de mí, sus ojos incendiándome de una manera que me parecía un poco... apabullante.

—Eh... eso.

—¿Eso qué? explícate, ¿decirte que por ello no me puedo concentrar en números y formulas cuando estoy distraído mirando algo más... interesante?

Me sentí tan falta de aire en ese momento que en serio creía que terminaría falleciendo ahí mismo de un paro cardiaco, con Alessio ahí, el chico por el cual llevaba tres años delirando, mirándolo sin que él se percatase de que lo hacía, sonriéndome a mí de esa forma, diciéndome que le parecía hermosa... coqueteando y aunque le pedí que no lo hiciera porque pensaba que solo lo hacía para que me esforzara más en mis tutorías con él, contradictoriamente, no podía negar que me gustaba...

—No tienes que decir lo que has dicho mientras pones tu expresión de chico atractivo e irresistible que sabes que eres y la cual haces caer a... muchas —me atreví a decir sin agregar que era una de las que había caído hacia muchísimo tiempo y sin que tan siquiera me hablase o me mirara, él me vio enarcando una ceja—. Igual pondré todo mi empeño en lograr que levantes las materias. Te lo prometí cuando acepté darte tutorías.

—¡Oye! —perdí un poco más el aliento, cuando Alessio alargó su mano y cogió la mía, me acarició los nudillos con su dedo anular y yo lo vi con los ojos muy abiertos mientras él me sonreía, de ese modo arrebatador que no estaba muy segura si era ensayado para utilizar con las chicas y hacerlas caer de forma fácil en su encanto, o simplemente, era parte de él, aunque estaba convencida de que era lo segundo—. Yo no estoy diciéndote que eres hermosa porque quiero que seas una excelente maestra y me ayudes a levantar las materias porque de hecho creo que lo haras, lo he dicho porque es lo que pienso. Eres la chica más guapa de todo colegio, Aitana Forter, siempre me lo has parecido. Envidia de muchas, deseo de otros.

Salgo fuera de ese recuerdo cuando el chófer, que pasó a recogerme en el colegio tan pronto Alessio y yo terminamos de pintar esa dichosa pared y la directora nos liberó, permitiéndonos marcharnos, detiene el auto frente a mi casa.

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