Capítulo dieciséis

879 157 85
                                    

ETERNO–
 

Tres minutos para el segundo acto, tres minutos para que tenga que salir al escenario y, he descubierto que ¡tengo pánico escénico! Esto es irónico, por decirlo de alguna manera, pues se supone que este es mi sueño, que todo lo que quiero es bailar en los grandes escenarios del mundo, donde es seguro habrá mucha más personas que las que están afuera en el teatro, pero aun así, mis manos tiemblan y estoy muy nerviosa. Llevo años y años bailando, sé cuan buena puedo ser, ensayé muy duro durante las semanas de ensayo para esta obra, sin embargo, de repente ante el sorprendente pánico escénico que me acoge solo puedo pensar que haré todo mal, que podría caerme en el escenario o no sé…

—Principessa —me encuentro en una especie de pared colorida, montada detrás del escenario, esperando que sea mi turno para salir, aunque no demasiado lista como ya he dejado claro antes, entonces me vuelvo y me encuentro con sus ojos verdes. Está acercándose a mí.

—¿Qué estás haciendo aquí? Ni siquiera puedes estar en este lugar —murmuro, notándose mis nervios en el temblor de mi voz. No se me puede culpar por sentirme así, puestos a ser francos, pues es la primera vez que bailaré frente a tantas personas, es mi primera obra.

Alessio sonríe, acercándose más.

—Solo he venido unos segundos para desearte mucha suerte. —Me agarra las manos y cuando lo hace, arruga el rostro—. Tus palmas están heladas.

Asiento, remojando mis labios.

—Estoy muy nerviosa —mascullo—. He descubierto que tengo pánico escénico. Todo estaba bien antes pero tan pronto se ha ido acercando el momento en que tengo que salir ahí y bailar frente a toda la gente que ha venido a ver la obra, no dejo de sudar, temblar y crear un escenario en el cual me quedo paralizada, o hago una mierda, lo cual es irónico, ¡este es mi sueño!

—Calma, principessa —me pide Alessio—. Relájate—. Una sensación caliente se asienta en mi pecho cuando él lleva ambas de mis manos cerca de sus labios y sopla el aliento caliente de su boca sobre mis palmas heladas, al tiempo que las restriega—. Respira. Eres una bailarina brillante, ¿por qué crees que vas a hacer otra cosa diferente a brillar como la estrella que eres en ese escenario? ¿Uh?

Sopla otro poco de aire caliente sobre mis palmas.

—Porque ya te lo he dicho, ahora resulta que tengo pánico escénico, ¡que le tengo miedo a la gente allá afuera!

—Vale. Ven. —Colisiono contra el pecho de Alessio cuando él, sorpresivamente, tira de mí y se apresura a rodearme con sus brazos. No tengo ninguna razón para alejarme, sobre todo, cuando me gusta demasiado el contacto, su calor, su aroma, su cálida y a la vez dulce cercanía, así que me veo rodeando su cintura con mis manos y descanso mi cabeza justo donde late su corazón—. No pasa nada. Tienes derecho a sentir eso, pero escucha, no solo eres una bailarina asombrosa, también eres una chica que ama y disfruta lo que hace con cada fibra de su ser, te he visto bailar, así que sé que es como estoy diciendo, por lo que eso harás, saldrás a ese escenario y vas a hacer lo que siempre haces, desconectar, envolverte en tu danza y solo baila, y vívelo, y disfrútalo y no pienses en nadie más. Es tu momento, un pedacito de eso que tanto sueñas, no dejes que nada te lo robe.  Respira —me vuelve a pedir.

Respiro y respiro, hundiendo más la cabeza en su pecho, sintiendo que él ejerce una presión más fuerte en su abrazo alrededor de mi cuerpo, aunque no lo suficiente para hacerme daño. Repito en mi cabeza las palabras que Alessio acaba de pronunciar mientras continúo respirando, y calmándome.

Me alejo de su pecho algunos segundos más tarde.

—Muchas gracias, Alessio.

Él sonríe y acaricia mi cabeza, donde mi cabello está envuelto en un moño apretado.

La Melodía Que Nos Une ✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora