Capítulo veintisiete Final (2/2)

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Aitana

Había estado durmiendo una pequeña siesta, cuando el sonido de mi móvil, el cual estaba sobre mi mesa de noche, me trajo fuera de mi sueño, más que nada, porque no era del todo profundo.

No hay en mí intensión alguna de tomar ninguna llamada, pues la razón por la cual me recosté es porque tengo un fuertísimo dolor de cabeza, uno que todavía no se me ha quitado, todo lo contrario, siento que ha aumentado de un modo aún más torturador, por lo que, ignoro la llamada.

Se corta después de al menos diez tonos, mas, pocos segundos después, vuelve a sonar. Gruño, hundiendo mi cara en la almohada antes de resignada, agarrarlo.

Soy incapaz de mirar la pantalla para registrar el número del cual recibo la llamada, pues lo agarro a ciegas y descuelgo de la misma manera llevándolo a mi oído enseguida.

-¿Hola? -saludo. Con el ceño fruncido, noto, que la persona al otro lado no me contesta enseguida después de haber estado muy insistente en que le tomase la llamada, pero sé que hay alguien ahí ya que escucho una laboriosa respiración-. ¿Hola? -saludo, una vez más.

-Hola, cerda anoréxica. ¿Me extrañaste?-Me enderezo ipso facto, reconociendo esa desagradable voz, y porque solo ella, podría llamarme de esa manera, y al mismo tiempo, preguntándome...

-¿Cómo demonios te atreves a llamarme? -pregunto, apretando mi puño con tanta fuerza que siento que mis dedos podrían romperse en cualquier momento. Duele, mucho, aunque de todas maneras, no aflojó el agarre, demasiado furiosa.

No soporto la idea de que haya huido, que no esté pagando por cada cosa que me hizo en dónde merece, y peor todavía, que se atreva a llamarme y no haya más que burla en su voz, seguramente, porque de alguna manera, ella siente que ganó, me hizo daño, mas, no está pagando por sus acciones.

-Confieso que te extraño mucho, asquerosa -no hay más que burla en sus palabras. Dios, si la tuviera en frente.

-No sé cómo tienes la desfachatez de llamarme, Garzelli, pero las dos sabemos que eres mucho más asquerosa que yo, más que eso, eres un monstruo, que como la cobarde que es, huyó para no pagar por lo que hizo.

Escucho una carcajada al otro lado, y en ese momento, noto, que por el tono distorsionado en su voz que ella está ebria.

-No te hice más que lo te merecías. Merecías cada cosa que hice contra ti, lo único que lamento es que te hayas librado cuando intenté deshacerme de ti para siempre. Si de algo no puedes quejarte, es de haber tenido suerte esas dos veces.

¿Dos veces?

-¿Cómo que dos veces? ¿De que estás hablándome?

Ginevra queda en silencio largos segundos, tanto que si no fuera porque escucho su respiración laboriosa al otro lado, creería que ha decidido colgar.

-Es seguro que lo recordarás muy bien, y me habría desecho de ti para siempre si Alessio no le hubiese dado por ser un héroe, y decidiera meterse a la calle y te libró del único final que te merecías por haberlo apartado de mí.

Jadeo. Recordando tan claro aquello. ¡Dios mío! Un poco si que me llamó la atención que hubiera salido tan de repente, pero aun así, jamás pude llegar a imaginarme que...

-Tú intentaste atropellarme... -murmuro, dándome cuenta de que esa tía está mucho peor de lo que imaginé.

-Lo hice, pero tuviste demasiada suerte.

-Eres mucho peor de lo que me imaginé. Eres una psicópata.

Tú y él me convirtieron en esto! -chilla, enfurecida.

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