Chapter 7

143 18 26
                                    

Sirius Potter había nacido un día soleado y casi, solo un poco más y habría llegado en los mismos pasillos del Ministerio de Magia. Su madre le diría muchas veces que ese día no era el día que le tocaba nacer pero como con todo, el dulce y mimado Sirius hacia lo que le venía en gana. Siempre sintió la atención de todos, aunque fuese solo un bebé siempre iba de brazo en brazo de aquellos que eran amigos de sus padres, de sus abuelos y de alguno que otro desconocido que quisiera sostenerle por un rato. Pero aquello no duró mucho.

No es que fuese muy consciente de como había llegado Alan al mundo, pero algo era muy cierto; uno y el otro eran completamente diferentes. Según la historia de su abuela Lily, el pequeño de ojos verdes había llegado en una noche lluviosa un día antes de lo previsto, a diferencia de su nacimiento, el de su hermano no había tenido el numeroso grupo de mujeres y medimagos que le esperasen, en su lugar, su mismísima madre tuvo que traerle con la ayuda de Harry quien siempre recordaría aquella noche como la más larga de su vida.

De acuerdo a Harry, Alan no había llorado ni un poco y sus ojos tan verdes como los suyos se le habían quedado mirando fijamente como si le conociera de siempre. Había sido el primer Potter en nacer en aquella casa y contaría la historia más adelante que sería el único que lo haría. Quizás, pensaba Sirius, haber nacido en aquella casa había dejado una mezcla bizarra en el pequeño Alan. Era un Potter en todo el sentido de la palabra si lo veías en persona, pero aunque era un joven de pocas palabras, bien podía dejarte sin habla cuando respondía con brillantez alguna pregunta o cuando callaba la boca de algún otro cuando se pasaban de la raya. Para Sirius, el trabajo de hermano mayor fue sencillo, Alan era un jovencito autosuficiente que no necesitaba en lo absoluto aquellas nimiedades en la que los hermanos mayores son muy útiles y tenía una habilidad de incluso sacarle de problemas que lo convertiría en un cómplice muy querido.

Sirius pensó entonces que el último bebé sí sería suyo. El hermano que necesitase de él, quien le persiguiera innecesariamente como suele hacer un hermano menor, pero jamás estaría tan equivocado. Cassiopeia había nacido el día previsto, en el lugar indicado y por supuesto con el número adecuado de personas. Aquella mata de pelo negro que chillaba por el pasillo le aturdía pero a sus padres no parecía molestarle en lo absoluto. Cuando la tomó en sus pequeños brazos suspiró feliz, Cassiopeia tenía su mismo cabello negro y apostaría todos sus cromos a qué compartían el mismo color de ojos, quizás esta sí sería suya.

Con el paso del tiempo el mayor de los Potter asumió su lugar con dignidad. Había nacido primero, por supuesto. Pero Alan había tomado con el mayor valor y sobretodo con la sobriedad necesaria el puesto de hermano mayor, incluso para él. Le sacaba de problemas, compartía de su comida, era el mediador entre sus padres y por supuesto sus conversaciones motivacionales le ayudaban en cualquier momento. Alan era el punto de cordura entre Cassiopeia y él, quienes habían heredado un legado de travesuras sin fin y una boca sin callar.

Pero esa noche, vaya que sería diferente.

Alan había llegado en el mismo instante que él había notado su collar brillando intensamente. El mismo que les había dado su madre días después de nacer y que llevarían por siempre. Sabían que significaba, Lyra intentaba comunicarse con ellos, contactarles. Sirius había visto la mirada desesperada de su hermano y por primera vez en su vida, Alan no era el joven seguro y centrado. En su lugar, la desesperación se había apoderado de él y caminaba de un lugar a otro como un león enjaulado.

- Es...es mamá. Debemos ir con ella. No podemos dejarle así como si nada.

- ¿Que hay si es una trampa? ¿Que si es papá quien nos quiere llevar a ella para acabar con nosotros?

- Pues bien. Que lo intente. Buscaremos la forma de atraparle y ver si podemos sacar esa alma de...de su cuerpo y...- Alan tomó a Sirius de la túnica y le hizo mirarle - Es nuestra madre. ¿Crees que ella nos dejaría a nuestra suerte si estuviera en nuestro lugar? Por Merlin, Sirius se razonable, perdemos tiempo valioso.

Los Merodeadores - El último CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora