Chapter 8

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El funeral de Lyra había sido casi clandestino, como si incluso ninguno quisiera que se revelase todo aquello. Sirius parecía haberse quedado en un estado completo de aturdimiento y casi no le dirigía la palabra a nadie, ni siquiera a Rose quien permanecía a su lado sosteniendo su mano.

Annabelle por su parte parecía la más firme entre todos y aquello le recordó a Alan de donde había sacado el temple su madre. Ella no había derramado ni una lágrima y se había determinado en arreglar el cuerpo de su hija en un silencio sepulcral. Alan había entrado en aquella habitación donde estaba el cuerpo de su madre y le observó durante unos minutos, fijamente como si esperase que en cualquier momento se levantase y alzara una ceja hacia él.

Pero no lo haría. El cuerpo de Lyra estaba inerte y aunque su belleza, ahora más que fantasmal, parecía intacta. Siempre le había visto como aquella entidad inalterable, inalcanzable y sobretodo indestructible pero recordó que en sus propias palabras ella solo se veía como una persona como cualquier otra.

Todos necesitan algo que admirar, en lo cual poner toda su fe. Supongo que la mayoría ha decidido que tú padre y yo somos el epicentro de todo eso.

Él lo sabía. Lo había visto desde que era solo un niño. Todo el mundo mágico los veía como una especie de dioses, de salvadores aún cuando ambos eran demasiado modestos para sus propias hazañas. Lyra y Harry Potter siempre habían preferido la soledad de Grimmauld Place, una que compartían con sus hijos, preferían incluso ir al Londres muggle y comer cualquier cosa que no implicase un saludo formal a una persona que les reconociera.

Había perdido todo. Todo en lo que creía, todo lo que pensaba que era eterno. Aquellas dos personas que siempre le habían protegido no estaban y les habían dejado a su suerte por primera vez. Una mano tocó su hombro y suspiró al ver que era Lily quien estaba tras él, ataviada en una túnica completamente negra con su cabello recogido.

- Cassiopeia debería estar aquí cariño - susurró mientras él soltaba un gran suspiro.

- No. Cassiopeia está mejor dónde le mantenemos, así de sencillo abuela - dijo con voz monótona y ella solo se mantuvo allí - Sacarla solo implicaría un riesgo que no estoy dispuesto a correr, sobretodo cuando me doy cuenta la clase de mounstro que enfrentamos.

- ¿No crees que quede algo de Harry allí?

- Mamá creía que si, yo quería creerlo pero...mira cómo ha acabado - siseó lleno de resentimiento - Lo siento abuela, pero no me siento condescendiente luego de que mi madre terminase muerta.

Lily se detuvo frente a él y tomó su rostro con delicadeza. Alan notó que tenía sus ojos hinchados y enrojecidos, además, el paso del tiempo había marcado aún más sus arrugas y había llenado de algunos mechones blanquecinos aquel cabello tocado por el fuego. Seguramente, tenerlo ahí le recordaba a su propio hijo y no podía culparle. Todos habían perdido algo desde hacía un tiempo.

- Se que lo escuchas de todos, pero realmente aunque te pareces a Harry, tienes más de Lyra y estoy segura que tomarás las decisiones correctas. Sea lo que creas que debes hacer - ella dejo un beso delicado en su mejilla y le dió una última mirada antes de cerrar la puerta.

- ¿Lo extrañas? A tu padre - preguntó Alan una tarde mientras Lyra había ido a visitarle en Hogwarts. Habían pasado ya seis años de su selección a Slytherin y aunque había superado la parte de sentirse aislado, ella siempre intentaba confortarle al decir que no era el primer Black que hacía cosas inesperadas para su familia.

- Siempre lo hago. Pero, supongo que de eso se trata el amor - ella le tomó del brazo y sonrió a un par de estudiantes que se le quedaron viendo - No creo que exista algo más triste que haber pasado toda una vida sin haber querido a alguien. Papá es una prueba de ello. Me parece que haberle querido por tan poco tiempo me alcanzará toda una vida, extrañarlo es un recordatorio constante de que nunca dejare de amarle.

Los Merodeadores - El último CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora