Desde aquella noche, Sirius no había dejado de pensar en todo lo que casi sucedía. Haber conocido a Leo le llenaba de esperanza y aún así, también de un sentimiento de tristeza al recordar cómo su mirada se había iluminado al ver a Regulus. Era sencillo saberlo, en su ausencia, Regulus había tomado su lugar y una punzada de molestia le recorría aún toda la espina.
Mientras tenía ahora al pequeño bebé Leo en sus brazos no dejaba de pensar en Lyra y en la repentina desaparición de todos, como si una especie de conjuro los hubiese desvanecido. Sirius se concentró en la respiración lenta del bebé y no pudo evitar sonreír, a pesar de su preocupación, al ver que el pequeño tenía el cabello claro y las mejillas sonrojadas. El recuerdo de Annabelle llegó de pronto y su sonrisa se agrandó, Leo se parecería a ella aunque llevara sus ojos y eso estaba bien para él.
- Annie, si hipotéticamente pensaramos que en el futuro tu y yo tuviéramos un hijo...
- Sirius - le detuvo ella en el medio del pasillo con una ceja alzada - ¿Hijos? ¿Que mosca te ha picado? Siempre huyes de la palabra con H.
- Oh bueno, razones no me faltan. Pero hablo de una situación hipotética. Además James lo ha sacado a colación hace rato, ¿recuerdas? - preguntó mientras se cruzaba de brazos - ¿Te imaginas si sale rubio como tú? Podría llevarlo orgullosamente en brazos hasta la casa de mis supuestos padres. Mataríamos a Orion que odia a los Malfoy.
- Pero el niño llevaría el apellido Black, pedazo de idiota - siseó ella y Sirius bufó.
- Lamentable para ese pobre niño imaginario, pero me refiero a que los Malfoy también son rubios - le pinchó él - La verdad no es mala idea, pero no quiero críos. Jamás.
Sirius exhaló. Aquellas palabras las recordaba, siempre lo habían perseguido sobretodo luego de que Annabelle lo dejara hacia años atrás. Tener a Leo en brazos le parecía la sensación más pacífica del mundo, como si todo su centro estuviera girando en torno a él como una estrella, como una constelación entera. El bebé se removió y él comenzó a mecer poco a poco, casi un poco torpe.
- No despertemos a mamá. Ha sido una noche difícil para ella - susurró. Leo pareció entender, sollozó una última vez y se mantuvo en silencio de forma obediente sacando una sonrisa en Sirius - Eres el pequeño más brillante del mundo. Casi tan inteligente como tu hermana. Espero no seas tan imprudente como ella, o como yo, aunque, es de familia. Somos un desastre Leo, pilla la familia a la que has venido a parar.
- A mi me parece que crecerá muy bien, Sirius.
Walburga estaba caminando hacia él, sosteniendo dos tazas humeantes que Sirius supo identificar como te de frutos. El hombre exhaló y le miró con el usual recelo que tenía destinado para ella.
- Walburga - susurró - Los muggles tienen razón al decir que solo los espantos y las brujas salen a medianoche.
- A veces me pregunto si fue un error pedirle a la magia que me concediera un hijo que se pareciera a mi - dijo ella con tranquilidad - pero sería una desdicha. En el fondo, me divierte pensar que tus hijos son como tu y que de alguna forma entenderás lo que es crecer y querer sacrificar todo.
- No comencemos con esto, por favor - Sirius le miró algo cansado. Walburga por su parte, dejó las tazas sobre la mesita de la sala y extendió sus brazos hacia él para tomar al bebé en sus brazos. El hombre dudó, pero dejó a Leo con Walburga quien compuso una media sonrisa - ¿Que haces despierta? A tu edad deberías estar descansando, quizás en una cripta - se burló y ella alzó una ceja al mirarle.
- Estoy preocupada por Lyra. Desaparecer de esa forma - Walburga se sentó y Sirius hizo lo mismo a su lado mientras tomaba la taza de té - Están jugando con el tiempo, Sirius.
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Los Merodeadores - El último Camino
FanfictionEl que no debe ser nombrado no es la única amenaza del mundo mágico. Alguien tan despiadado como él desata el caos en un continente diferente, esparciendo el mal. Muy pronto ambos destinos están por encontrarse, pero Harry Potter y Lyra Black serán...