I love the guy

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El día de la boda se acercaba cada vez más, poniendo de nervios a TaeYong, Yuta le aseguraba que pronto podrían irse de ahí, que faltaba poco tiempo, pero la parte más negativa del menor creía que eran solo falsas ilusiones o que algo saldría mal. Su padre no le dirigía ni una sola mirada desde que lo corrió por última vez, sin embargo, ha tenido que asistir a diversas fiestas empresariales junto a JongIn para que el rumor se extendiera aún más.

Justo ahora se encontraba en una de esas tantas fiestas de ricos aburridos y que solo se interesaban en cuánto ganabas. Había dejado en casa el celular que Yuta le había dado para prevenir cualquier tipo de accidente, por lo tanto, estaba aún más aburrido.

Era la misma rutina de siempre, JongIn lo traía de la mano y aparentaba ser un caballero, pero llegada la medianoche, desaparecía por unas horas para irse con una de sus tantas amantes. TaeYong sabía que era la burla ante los demás por ser pareja de alguien tan infiel como lo era el hijo de los Kim, algunas veces incluso podía escuchar lástima en los comentarios de las familias. Estaba harto.

TaeYong suspiró antes de volver a mirar su reloj, su padre lo obligaba a quedarse hasta que JongIn volviera y lo llevara a casa, esto claro para que la prensa no dijera nada de su falsa relación.

—Hey, TaeYong, ¿cierto? —El rubio se sobresaltó al escuchar una voz a su izquierda.

—¿Quién eres?

—Lamento interrumpirte, mi nombre es Qian Kun.

—Ya veo, ¿necesitas algo?

—Solo venía a presentarme. Seguro nos volveremos a ver muy pronto.

TaeYong frunció el ceño, el contrario solo se alejó haciendo una reverencia pequeña. Lo que más le incomodó al rubio fue la media sonrisa que vio en el rostro de Qian. Algo pasaba y el no saber qué era solo lograba estresarlo aún más.

—Hey, ¿qué mierda haces hablando con Qian Kun? —La horrible voz de JongIn lo sacó de sus pensamientos.

—Tranquilízate, seguimos en un lugar público, imbécil.

—No me llames imbécil, responde mi jodida pregunta.

—No lo sé, él se me acercó a mí, ¿feliz? ¿Ya podemos irnos?

—¿Por qué alguien tan importante como él se interesaría en alguien tan inútil como tú? Y no, vete solo esta vez. Tu padre dijo que no había problema en que te largaras solo.

—De acuerdo, por cierto, arregla tu cremallera, eres demasiado obvio, imbécil.

Se dio la vuelta y caminó hasta la salida, tuvo la sensación de ser observado y al alzar la vista hizo contacto visual con Kun, quien solo guiñó un ojo y aparó la mirada. Un escalofrío recorrió a TaeYong. Carraspeó un poco y salió con más prisa del lugar.

Esta vez tocaría tomar un taxi, JungWoo estaba de viaje con sus padres y no recordaba el número de Yuta. Caminó hasta la avenida principal y esperó a que un taxi se detuviera.

Cuando un auto completamente negro se detuvo frente a él, reconoció el auto de inmediato, miró a su alrededor para asegurarse que no había cámaras siguiéndolo y subió al auto.

—Hola, Tae. Yuta me pidió que pasara por ti, tiene algo que enseñarte.

—Hola, Johnny, está bien, vamos.

El americano condujo hasta las viejas bodegas donde había estado con Yuta por primera vez, se sonrojó levemente por el pensamiento. El auto se detuvo y ambos bajaron del vehículo. Johnny lo guio por la oscuridad hasta dar con la bodega correcta.

—Listo, aquí está tu noviecito, ¿ya me puedo ir?

—Gracias, John, puedes irte.

—Nos vemos, Johnny.

El más alto solo se despidió con la mano y salió del lugar. Nakamoto se apresuró a apresar al rubio en un cálido abrazo y besó fugazmente sus labios. Tomó su mano y lo condujo al viejo sillón.

—¿Qué querías enseñarme?

—Cierra tus ojos, nene, es una sorpresa. —TaeYong sonrió mientras cerraba los ojos. —Extiende tus manos.

TaeYong hizo caso y escuchó como Yuta movía varias cosas antes de dejar un objeto ligero en sus manos.

—Abre los ojos.

Lo primero que pudo ver el rubio fue un sobre amarillo, su corazón palpitó con fuerza al imaginar lo que había dentro. Miró a Yuta y este le asintió, indicándole que podía abrir el sobre.

—Yuta esto...—TaeYong se quedó mudo, sus manos temblaban y sus ojos permanecían fijos en la pila de papeles.

—Sí, Yong, son los papeles para ti y para tu madre. Todo está listo, ya puedo sacarte de ahí.

TaeYong sintió sus ojos humedecerse y su vista se nubló levemente. Pasó saliva con fuerza antes de poder dejar los papeles en la pequeña mesa de centro, Yuta entendió y extendió sus brazos. El menor se resguardó en el pecho del pelirrojo, dejando que sus lágrimas salieran. Se sentía aliviado, no pudo evitar sonreír a mitad de su llanto. El japonés por su parte acariciaba los mechones rubios con suavidad, esperando a que el menor se relajara un poco.

—A partir de ahora puedes empezar a empacar, solo unas pocas cosas para no levantar sospechas, guarda todo lo que quieras traer y dile a tu madre que haga lo mismo. Yo guardaré todos estos papeles para que no dejen ningún rastro.

—Gracias, gracias, gracias. Yuta, muchas gracias.

—No hay de qué, nene. Te dije que iba a ayudarte y eso estoy haciendo, vas a estar a salvo.

TaeYong se apartó lo suficiente para mirar el rostro del mayor, sonrió y posó sus manos en las mejillas del contrario, Yuta sacó un poco de papel de su chaqueta y limpió el rostro de TaeYong.

—Yuta, te amo.

Nakamoto se sorprendió y su corazón palpitó con rapidez, TaeYong pudo apreciar cómo sus mejillas se ponían de color rojo y una sonrisa se dibujaba en el rostro de Yuta. El japonés bajó la mirada unos segundos, soltó una gran risa y volvió a ver a los ojos al rubio antes de pronunciar:

—Yo también te amo, TaeYong.

Ambos se besaron con lentitud, disfrutando del calor ajeno y escuchando sus respiraciones, ambos corazones latiendo con la misma fuerza y sellando sus palabras en aquella noche oscura. 

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✗️Criminal✗️『️YuTae』️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora