—Déjame ver si entendí, TaeYong; conociste a un chico en un callejón, el cual te encontraste en el bar, te enrollaste con él y mañana tienes que volver a ver a tu prometido, el cual golpeó tu ligue. ¿Te das cuenta de que eso es un poco arriesgado?
—¿Arriesgado?—Cuestionó TaeYong con clara confusión.
—TaeYong, si JongIn va de boca suelta con sus padres, la noticia no tardará en ser escuchada por tu padre.
—¡Mierda! No lo había pensado, Woo. ¿Qué voy a hacer? Estoy en problemas.
—¿Quieres quedarte aquí hasta que te sientas más seguro?
—No creo que sea buena idea, si mi padre está molesto ya, el que no llegue agravará la situación. Son las nueve, debería irme ya.
—¿Quieres que me quede yo en tu casa?
—No quiero que mi padre te haga alguna grosería, Jung, ya sabes cómo se pone.
El celular del rubio vibró en su bolsillo. Era un mensaje de su madre diciéndole que su padre estaba en casa y que no se veía muy contento. TaeYong palideció, había planeado llegar antes que él y hacerse el dormido, aplazando lo inevitable.
—Woo, ¿podrías darme un aventón? Mi papá ya está en casa.
—Claro, vamos.
Ambos salieron de la casa despidiéndose cortamente de la señora Kim. Subieron al auto del menor y éste condujo en silencio sin saber cómo ayudar a su mejor amigo. El trayecto, para desgracia de TaeYong, fue demasiado corto. Se despidió de JungWoo con rapidez y le agradeció por llevarlo. Bajó del auto y caminó con algo de temor hacia la puerta de su casa. Algunas personas del servicio lo saludaron al entrar, como se acostumbraba, haciendo aún más notoria su llegada.
—Señorito Lee, su padre pidió verlo en su estudio.—Habló una de las amas de llaves.
—Gracias, ahora voy.
Soltó un suspiro antes de caminar hasta el estudio de su progenitor. Notó que temblaba un poco pero intentó no prestarle atención a su nerviosismo. Tocó dos veces la puerta.
—Adelante.—La voz dura y fría de su padre le causó un escalofrío. Abrió la puerta y entró con la cabeza gacha.
—Llegué, padre. ¿Qué necesitas?—Se sitió un poco orgulloso de que su voz sonara tan normal a pesar del miedo que sentía.
—Siéntate, TaeYong. Tenemos que hablar.
El menor rápidamente obedeció, manteniendo sus manos en su regazo y jugando con ellas de manera ansiosa.
—Los padres de JongIn me llamaron hoy hace una o dos horas.—TaeYong se encogió en su lugar.—Estoy seguro de que ya sabes por qué te llamé. ¿Qué es lo que planeas?
—N-Nada, padre.
—"N-Nada".—Lo arremedó con claro enojo.—No me mientas, TaeYong. ¿Es verdad que un extraño golpeó a tu futuro esposo y en lugar de quedarte y ayudar a JongIn, decidiste irte con ese sujeto? ¡¿Eh?!
—L-Las cosas no fueron así.
—¡¿Ah no?! ¿Acaso sabes en qué problema me estás metiendo con los padres de JongIn?
—Yo no quería, padre. Lo lamento.
—Tus disculpas no sirven de nada, has hecho enfadar a tu prometido, tus futuros suegros y a mí. Si esto se filtra a la prensa mi prestigio se verá afectado.
—L-Lo lamento, padre. Hablaré con JongIn y-
—Tú no hablarás con nadie, TaeYong. Estás castigado, dame tu celular.
El rubio se lo entregó sin dudarlo.
—Toda una semana estarás aquí, nada de salidas, nada de estúpidas reuniones con tu amigo ese. Te quedarás en tu habitación y solo saldrás a comer. Recapacitarás, deja de ser una maldita vergüenza para mí. No quiero que arruines la empresa que tanto me costó alzar.
—Lo lamento, padre.
—¡Deja de repetir lo mismo, carajo! ¡Eres una maldita decepción, vete a tu habitación!
TaeYong se puso de pie con rapidez e hizo una reverencia antes de salir del estudio y correr hasta su habitación. La oscuridad de su cuarto lo recibió, pasó saliva bruscamente antes de sentarse en su cama, cerró los ojos con fuerza, no quería llorar, ya no más. Su pecho dolía. A veces dudaba si prefería el dolor físico de antes que el dolor que causaban las palabras de su progenitor.
Le causaba tristeza toda la situación, jamás pudo hacer feliz a su padre, por más que se esforzara él jamás le daría una sonrisa. Sonrió con tristeza, miraba sus manos cuestionándose demasiadas cosas.
—Perdóname, papá. Perdón por nunca ser el hijo que deseaste. Perdón por todas las veces en las que me dijiste cómo ser un buen hijo y aun así no alcancé tus expectativas. Lo lamento.—Soltó las palabras de disculpa al aire, murmurando una y otra vez lo mismo.
Las lágrimas se hicieron presentes en la comisura de sus ojos, el rubio aún se esforzaba por contenerlas. Dos golpes suaves en su puerta lo hicieron levantarse para abrir.
—Mi TaeYonggie, ven aquí, cielo.
Su madre cerró la puerta tras haber entrado y rodeó con sus brazos el cuerpo de su hijo. TaeYong no aguantó más y se permitió llorar en brazos de su madre, sintiéndose un poco más tranquilo estando entre los cálidos brazos de su progenitora.
—Tranquilo, cielo, mamá está aquí, no le prestes atención a tu padre.
—Lo siento, mamá. Si yo fuera como él quiere, tendríamos una mejor vida.
—No, no, cariño, tú eres perfecto siendo como eres, no debes cambiarte ni odiarte por no ser como tu padre quiere, él es muy cerrado, lo sabes bien. Eres el mejor hijo que pude haber deseado, TaeYong.
Los sollozos del menor se escucharon con más fuerza, las suaves caricias en su cabello que su madre le proporcionaba ayudaban a que bajara la intensidad de su llanto. SunMi apartó el cuerpo de su hijo con cuidado, tomando su rostro entre sus manos. Le sonrió con dulzura mientras limpiaba con sus pulgares las lágrimas que resbalaban de las mejillas de TaeYong.
—¿Te sientes mejor, cielo?
TaeYong asintió mientras se acurrucaba de nuevo en los brazos de su progenitora.
—Yonggie, necesito que me prometas algo.—Esperó a que TaeYong la viera de nuevo para confirmar que la escuchaba.—Si tienes la oportunidad de irte de aquí, hazlo, no permitas que tus alas sean cortadas por las acciones egoístas de tu padre, quiero que seas feliz. Es lo único que he querido siempre. ¿Lo prometes?
—Prometo que seremos felices, mamá. Ambos.
SunMi sonrió y besó la frente de su hijo.
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Lamento la tardanza, linduras, ando en semanas de evaluación y tengo demasiadas tareas por entregar. Espero les guste, las amooooo y bye bye~
