Capítulo 16

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Decisión.

Maximo.

—¿Quieres probarlo? — dice Kai a Phebe, parece hipnotizada. — Si o no preciosa…

—Si — Gime.

Esta mujer me tortura con su presencia, es imposible despegar la vista de ella. Y verla vulnerable y entregada nos sube el ego, ella quien debería estar en un palacio reinando, por qué su belleza lo amerita.

Es débil de mente y cuerpo, pero es noble de corazón puro y manipulable. Eso es lo que hacemos con ella, llevarla al límite para que acepte lo que nosotros queremos. Ella también lo quiere, aunque su razonamiento sería fuerte si no la presionáramos como lo hacemos.

No somos los buenos, somos unos hijos de puta que buscan su propio placer. Su nuevo juguete que está vez nos apetece compartir, no somos de tener mujeres fijas porque ellas siempre arruinan todo, nos gustan pero solo para el momento.

No puedes confiar en ellas, cuando te vuelven débiles y dependientes. No, sólo son un juego más. Lo aprendimos de nuestro hermano, Iseth lo arruinó y causó daño colateral que repercutió en todos nosotros.

Esa es la razón de ser más hijos de putas, ella no será la excepción, esto es sin enamorarse y ella tiene que tenerlo claro, o la única lastimada será ella y ninguno de nosotros mirara atrás cuando él sabor de su piel no sea dulce y se vuelva amargo.

Pero, por el momento comeremos gustosos del dulce manjar que es su coño.

Sus fuertes gemidos que no puede controlar, me sacan de mis pensamientos, si la fuimos a buscar fue solo por que no nos gusta que toquen nuestra presas cuando jugamos. Ese maldito bastardo tendrá que esperar hasta que nos saciemos.

—¡Así nena! — gruñe Kai, ella tiene la verga de mi hermano en su boca, dando lamidas voraces. — cuidado con los dientes…

Mi trillizo, no aparta la mirada de ella, igual que yo. Es una belleza diga de venerar, es hermosa y no lo sabe. Pudiera tener a quien quisiera en sus pies con solo dedicarle una sonrisa. Nos tienes, pero de cierto modo somos inteligentes y nos anticipamos a lo que su belleza pudiera hacer.

Micah la hace gemir y temblar cuando la hace chillar, le muerde los pechos y la marca de todas las maneras posibles. Demasiado drogado y excitado, lo empujó al sofá, cuando noto sus intenciones.

Malakai no le da tregua a su boca y le indicó que pare.

—¿Estas bien muñeca? — asiente aún desorientada y con los ojos desorbitados por el orgasmo <<Deliciosa>>, su desastre me prende de sobremanera y mi verga palpita al mismo tiempo que mi sangre se acumula en ella. — ¿Quieres más?

Asiente y de un rápido movimiento la volteo dejándola en cuatro, con la vista de su descomunal trasero. Estrelló mi mano en su glúteo que se vuelve carmín de inmediato quedando marcada mi mano. <<Su piel blanca parece un lienzo, que quiero pintar de carmín>> Vuelvo a estrellarla nuevamente y su chillido se hace presente…

—Acomódate así — le indico abriendo sus piernas — eleva tu hermoso trasero muñeca. Eso así — lo hace y puedo ver la carne viva de su cavidad.

—¿así? — cuestiona con voz sensual eh inocente.

—Si, ahora arquea tu espalda — lo hace quedando en una perfecta posición, gruñó de lo perfecta que se ve, su pechos como dos gotas de agua, perfectos y apetecibles, mis hermanos no se pierden nada y Mats no aguanta masturbándose en el lugar.

Ella lo nota y se sonroja aún más, es una traviesas y le encanta tenernos así, sumidos ante su belleza, hechizados con su inocencia y su coño que nos llama a romperlo.

—Ahora muñeca, te la meteré y aceptaras todo como niña buena ¿si? — cuestionó con voz ronca.

—S-si por favor — inquiere en un ruego.

—Claro que si — recorro su pequeña espalda, gime tan deliciosa y se inclina aún más invitándome a que le parta…

Con una mano desenfundo mi verga y la unto en su intimidad, no me apetece usar condón, por el morbo de sentir su piel y llenarla de mi, guio mi miembro a su entrada y gruñó al sentirla estrecha y caliente. Entró en ella sintiendo mi sangre hervir, no se cuanto podré contenerme ya que es un puto paraíso.

Su coño es exquisito y apretado, que asfixia a mi verga. Entró y salgo lentamente sintiendo su gemidos, pero Malakai no pierde tiempo invitándola a lamer su verga.

Phebe cree que no lo sabemos, pero estoy seguro de que solo pensarnos ya está toda mojada, nos deseas. Nos invita a que la follemos cada que nos da esa mirada de gatita obediente. Su piel reacciona ante nuestra presencia y eso nos gusta.

De por sí las mujeres se vuelven locas con alguno de nosotros, y ella tiene a seis.

Ondeo mis caderas entrando y saliendo de su interior, sus gemidos se lo lleva la verga de mi hermano que lame como si fuera una paleta. Me tiene tan extasiado que no me doy cuenta cuando aceleró las embestidas y mis manos se pierden en su cuerpo, su sexo. La tocó toda queriendo abarcar cada rincón de su piel, tiene muchos lunares y su blanquecina piel carece de tinta. Solo está marcada por nosotros, reparto besos húmedos por toda su espalda y con una mano puedo rodear su cintura y sus pechos caben en mis manos perfectamente, suaves y cremosos, podría prenderme de ellos hasta casarme.

—Dale muñeca empápame la verga — le gruñó entre mordiscos en su delgada espalda.

Su cuerpo tiembla y sus músculos vaginales  presionan mi verga, la embisto duro, una y otra vez buscando mi liberación, los movimientos van siendo más lentos, hasta que paro en seco siento mi liberación en su interior al mismo tiempo que sus fluidos gotean por sus piernas…

—Trágalo — escucho hablar a Kai. Pero estoy frenético y mi dureza no baja aun con mi derrame.

Mi muñeca obediente se traga el semen de mi hermano y comienza a toser, este idiota se ríe y acaricia su rostro dejando un beso en su frente.

—Buena chica — le elogia.

Salgo de su interior y no puedo evitar notar todo lo que se expandió para mí, en carne viva la veo cerrarse. Tiene un sexo lindo de admirar, y el que este rojo lo hace aún más apetitoso…

La ayudó acomodarse ya que se tambalea y está muy desorientada, su pecho sube y baja rápidamente. Subo mi bóxer y la tomó en mis brazos para llevarla al baño…

—¿Qué haces? — cuestiona confundida y mis hermanos no son capaces de soltarla que nos siguen como unos cachorros.

—Necesitas un baño, y será mejor que orines — le hablo bajito para que ella me escuche. Me mira sorprendida y ruedo los ojos — Mi madre es demasiado explícita explicando mierdas de mujeres.

—Ok, entiendo — tartamudea y la dejo sentada en inodoro.

Este es el baño del despacho que no se usa usualmente. Micah cómo siempre tan intenso intenta entrar y lo detengo en seco, bloqueando el paso. Saca un cigarro y se lo lleva a la boca.

—¿Por qué tarda tanto? — cuestiona molesto, ruedo los ojos y Malakai se ríe.

—Acaba de entrar ridículo — le contesta lo obvio…

La puerta del despacho se abre abruptamente con Maxhell embravecido. Observa a su alrededor y nos mira fijamente a los cuatro pegados en la puerta del baño, detrás de él aparece Melker y alza una ceja.

—¿Qué hacen? — pregunta mi trillizo.

La puerta del baño se abre, Phebe se asoma y cuando ve a mis hermanos se pone de todos colores y cierra la puerta de inmediato. Malakai bufa.

—Ya la espantaron con sus feas caras — se burla.

—¿Qué hace ella aquí? — gruñe Max yendo al escritorio. Y detallando la ropa de Phebe — Más bien, ¿por qué la trajeron aquí?

—Se me antojo — réplica Mats, este siempre ah tenido los huevos para hacerle frente.

—¿Ah si? ¿Esta puta mansión no tiene habitaciones? — gruñe molesto. La puerta del baño vuelve abrirse un poco.

—Máximo po-podrías acercar m-mi ropa, por favor — titubea nerviosa.


***

Phebe.

Pureza & Maldad (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora