Capítulo 20

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¿Especial?

Phebe.

Llevó al menos media hora en un jet muy lujoso y espacioso. El de mi abuelo no se compara con este que grita “mírenme tengo mucho dinero” y elegancia por donde lo mires, es grande y al menos aquí cabrían 50 personas, si no fuera prácticamente una sala con pantallas y mini bar.

Pero me encuentro molesta y se muy bien porque. Y es que las azafatas se pavonean a cada nada ofreciéndoles hasta lo que no tienen con tal de obtener la atención de ellos.

Lo peor de esto es que si la obtienen, y como no hacerlo si las mujeres están divinas. Mi pregunta es ¿Para que me quieren a mi entonces? ¿Por qué no se conforman con lo que tienen a su alcance? ¿Me volví fácil para ellos? ¿Soy una zorra como me lo dijo Maxhell?

El tenía razón y puedo ver y jurar que el siempre tendrá la razón. Cuando se aburran de mi seré desechada a la basura como un papel usado y arrugado. Observó de reojo el coqueteo de Kai y Micah…

Mi pecho bombea y no halló la forma de acomodarme sin que se note lo mal que me siento, los ojos me arden y no entiendo el porqué… desvío la mirada a la ventana para poder distraerme, pero las risitas que sueltan me descomponen el ánimo.

De reojo noto que Maxhell me mira aun cuando conversa con sus hermanos, me mira fijamente como si supiera todo lo que estoy sintiendo.

Es una horrible sensación, los veo a ellos en un círculo y yo a metros de ellos en un lugar oscuro y frío, con la respiración atascada y con ganas de sentir un fuerte abrazo. Puede que este junto a ellos, pero me siento totalmente desconectada, aislada.

—¿Quieres algo de beber? — me pregunta Max, y me reconecto cuando siento la mirada de todos que esperan mi respuesta.

Ahora soy el centro de atención y las azafatas que se mantienen paradas frente a ellos me dedican una mala mirada. Pará después sonreír falsamente.

—Una copa de vino — finalmente hablo algo nerviosa.

Mats carraspea cómo si no le gustara la idea. Pero Max me sonríe de lado.

—Sírvele lo que pide — le indica a una de las chicas.

Los demás vuelven a lo suyo conversando entre ellos, la copa de vino queda frente a mi y no dudo en darle un gran sorbo, para destensarme y conectarme conmigo.

<<Ellos no deben provocarme ningún tipo de sentimiento>>, durante toda mi vida jamás genere sentimientos negativos hacia nadie. Con Maya como amiga fui muy liberal, jamás la reprimí ni tuve celos de sus salidas, con Dalton jamás se me pasó por la cabeza tener ese sentimiento, el siempre fue justo y correcto y hondar en temas tan banales como la posesión o los celos no son parte de mi vida… no lo son <<Grábatelo en la memoria>> me reprendo mentalmente.

Terminó acabando con la copa y le indico a la chica que me sirva otra, siempre pidiendo por favor y aunque anden de coquetas, mi problema no es con ella, si no con los tipos que tengo frente a mi que miran descaradamente sin ningún disimulo.

Llevó la copa a mi boca y es detenida por la mano de Mats que se enrosca en mi muñeca.

—No bebes más — dictamina y me quita la copa… lo miro mal y resoplo. — ¿Qué es ese comportamiento?

—Yo tuve un padre presente. Te pido no me trates como una niña, porque no lo soy — inquiero molesta, el abre los ojos sorprendido y otra vez tengo el reflector arriba de mi que dice “mírame”. — Lo siento, solo que odio los aviones y necesito…

—Una copa de vino — me secunda Maxhell, la sonrisa no lo abandona.

—Debiste decirlo antes — quedó en modo ocupado cuando no se de que me habla — Que tienes miedo a volar.

Ah, eso. Es una gran mentira, lo que no me gusta en este avión son esas mujeres que no hacen más que enseñar toda la piel que pueden y coqueteando con ellos con cada palabra que sueltan, cosa que les sale natural volviéndolas hermosas y yo me quedo millas atrás… estoy molesta por eso, por que me siento menos de lo que ellos necesitan. No manejo el arte de seducir y tampoco soy experta en el sexo, en definitiva no se nada de hombres, tampoco es que pueda conversar con ellos por no hay nada más entre nosotros que no sea sexo.

—Pero no te preocupes, solo quedan diez minutos — me sonríe Máximo.

Asiento, con ganas de llorar que contengo con todas mis fuerzas. Mats vuelve a dejar la copa de vino y no dudo en tomarla.

Llegamos a nuestro destino y soy la primera en salir de esa horrible jaula, más aún cuando las azafatas se ofrecen en bandeja y ellos no dudan en coquetear abiertamente con ellas.

De reojo veo como Kai le manda la mano, golpeando su trasero…

<<Solo eres una más del montón>>, mi mente comienza atacarme sin ningún sentido, el problema es que no se como defenderme ya que me lastima. Me guían a una camioneta. La noche llego, de la pista nos adentramos a la gran ciudad, iluminada. Times Square y todo se ve hermoso, me concentró en la vista porque no me apetece fingir sonrisas ahora.

—Supongo que ya habías venido — me habla por primera vez Kai desde que subimos al avión.

—Miles de veces — contestó sin siquiera mirarlo…

—Por lo emocionada que estas, pareciera que no… — comenta Melker inyectando veneno a la conversación que si siquiera estaba teniendo con él.

Pero lo que digo es verdad, Maya y sus compras extravagantes siempre nos llevan a diferente lugares de Estados Unidos. Por lo que siempre me emociona salir de mi zona de confort, aunque el destino sea el mismo, siempre hay detalles que no viste antes y saber que descubres algo nuevo me encanta.

—Me gusta New York — comentó sin hondar en el tema. Me apoyo aun más en la ventana.

—Solo te falta sacar la cabeza para ser un pomerania — se burla Micah. Ruedo los ojos sin darle la atención que noto están buscando.

—¿Te sucede algo? — inquiere Mats, algo molesto. Volteo a verlo, esta frente a mi en esta enorme camioneta.

Oh oh… mala idea, hacer caras y gestos frente a él siempre sale mal. De una rápida maniobra me tiene en su regazo.

—No me sucede nada… — su rostro no acepta mi respuesta, por eso invento una que no está muy alejada de la realidad — Solo tengo hambre.

—¿Es eso? — asiento — no me gustan los malos modales — sujeta mi mentón estampado un beso en mis labios.

No me deja volver a mi asiento y nos estacionamos en un hermoso y lujoso restaurante con estrellas Michelin. Entramos sin siquiera anunciarnos.

—Señores Lyall… — me observa el encargado — Señorita. ¡Bienvenidos!

Los grosero como siempre pasan de largo pero yo agradezco antes de seguir con ellos. Nos guían a una mesa redonda con 7 sillas me acomodo al lado de Mats y Malakai toma el puesto a mi costado izquierdo ganándoselo a Micah quien se sienta a su lado. Al de Mats Máximo y frente a mi los dos restantes.

—¿Qué desean ordenar? — alzó la vista de la carta para admirar al hermoso chico de ojos azules y cabello negro que tenemos como mesero. Sus ojos me detallan y como si temiera por su vida baja al suelo la vista.

Todos comienzan a ordenar, volviéndome loca y es que están peor que mis alumnos. Cuando la pregunta recae sobre mi, me quedo completamente en blanco.

—¿Quieres una ensalada? — me pregunta Mats.

¿Qué? No, como se le ocurre eso no alimenta a nadie.

—Filete asado y esta salsa — le enseño con mi dedo al chico que no duda en acercarse para poder mirar mejor…

—¿Algo de beber? — cuestiona a mi costado izquierdo.

—Vino — habla con voz ronca Mats. — El mejor que tengan.

—Claro… — se ve muy nervioso.

—¡oh! De preferencia Francés y que sea borgoña, por favor. — le indico y el asiente regalándome una sonrisa que devuelvo de inmediato.

Guio mi vista a la carta, por qué siento esa sensación de que todos me miran y quiero comprobar que estoy loca, pero no. Sus ojos están fijos en mi escrutándome.

—¿No les gusta el vino francés? — comentó rompiendo El hielo.

Silencio… más miradas asesinas igual a incómodo.

—¿Sabes de vino? — me habla Melker sarcástico rompiendo el infinito silencio.

—Por mí madre — respondo mirándolo fijamente, el espera más que eso y me toca explicarle — Mis abuelos tienen viñedos y saben mucho del tema, cada que los visitaba con mi madre probaba algo nuevo.

—¿Viñedos? — cuestiona Micah.

—Si mi madre es dueña de todo eso.

—¿Tienen dinero? — ruedo los ojos. Y asiento queriendo cortar el tema pero como siempre me molesta — ¿Si tienes dinero por que te vistes como una vagabunda?

—Porque dije que mi madre tiene dinero, no yo. ¿Además eso que tiene que ver? — me molesto — es solo ropa.

—Y te vez mejor sin ella — lo secunda Kai y sueltan a reír, logrando que me sonroje de la ira.

El mesero llega con nuestra cena y nos atiende muy bien, siento que me observa cada que deja algo en la mesa, va y viene, y cuando llega donde mi sus manos tiemblan, no se si es por que sabe quienes son estos sujetos y está nervioso o puede que este agotado.

Un servicio cae al suelo, y noto que está sudando.

—¿Estas bien? — le preguntó al mesero, no había notado que Máximo había desaparecido hasta que lo veo sentarse nuevamente. — ¿Estas pálido?

Tengo la intención de levantarme para ayudarlo, pero la mano de Mats me detiene y paso la mirada a los presentes, sus expresiones asustan.

—Estoy bien gracias, con su permiso — se retira rápidamente. Y le lanzó una mirada al rubio que no suelta, mano.

—¿Qué fue eso? — me gruñe cerca de mí oído, me remuevo incomoda.

—Solo estaba siendo amable. Me dijiste que tuviera modales y los tengo… — inquiero. — ¿Hay algún problema?

—No juegues conmigo pequeña, que la zurra que te daré no será tan placentera como la última vez — me gruñe entre dientes.

No se que es lo que me pone a mil por hora. La amenaza, su cercanía o las dos cosas al mismo tiempo. Presionó los muslos mordiendo mi labio inferior.

—Come. — ordena.

Cómo todo, bebo mi vino y de reojo miró al mesero. Pobre chico, debe ser horrible atender personas tan groseras.

—¿Qué miras — me ruge Malakai.

—Entidades… creo — le digo con sarcasmo, bebo mi copa y el suelta a reír mientras niega.

—Claro que sí… los muertos se convierten en eso — me suelta tensándome por completo.

Los demás esbozan una sonrisa ladina y tétrica. Respiro profundo creyendo que eso no va a pasar. No matarían solo por matar ¿verdad? No, nadie en su sano juicio hace eso.

Terminamos de comer y llegamos a un enorme hotel con las letras Lyall plasmadas en ella, y caigo en cuenta que ese es el apellido de ellos… No lo habían dicho y jamás me atreví a preguntar.

En sí no se nada de ellos, como ellos tampoco lo saben de mi. <<No es una relación niña tonta>> no, claro que no lo es. Solo es sexo, hasta que se aburran de mí.

Que por lo visto sucederá muy pronto, por lo vivido en el avión. Diría que no falta mucho para salir de sus vidas y que decidan dejarme continuar con la mía.

Subimos al ascensor, y llegamos a lo que parece un pent-house,  (cosas de ricos) . Lo primero que hago es irme al balcón para poder admirar la ciudad de noche, tomo mi móvil y lo plasmó en una fotografía.

Me tomo una selfie con el paisaje de fondo.

—¿Por qué tan seria? — dice Máximo, y noto que están ellos ahí mirándome. Me volteo rápidamente haciéndome la loca.

—Déjame ver — Micah arrebata mi móvil y comienza a ver mi foto, desliza pero no encuentra más que imágenes que vienen con el móvil. —No tiene más fotos ¿Por qué?

—Es nuevo — intento arrebatárselo pero lo alza fuera de mi alcance — ¿Me lo devuelves? — le extiendo la mano.

—¿Por qué tienes uno nuevo? ¿El anterior no lo era también? Después de haber arrojado el tuyo al agua — frunce el entrecejo, yo de igual forma con lo que dice — Creíste que no lo sabríamos.

—No se de que hablas — finjo demencia — estoy tomando fotos. ¡Devuélvemelo!

Malakai se me pega por detrás y sus manos suben de mis caderas a mis pechos <<No caigas en sus provocaciones>>.

—Tienes otro teléfono y no hay una sola fotografía mía en el — me gruñe en el la oreja.

—Habla que le paso al anterior — me gruñe molesto Mats, como si no lo supieran ya.

—Se callo. Quedó inservible… — titubeó.

—¿Y el cambio de número porque? — cuestiona Micah revisando mi teléfono y marcando a su teléfono desde el mío.

—No lo sé — me separo de Kai, pero el no lo permite — De igual forma eso no importa, es un número y ya.

—Bien… En unos de los cuarto hay ropa para que elijas que ponerte, salimos en una hora. No tardes — dice Mats molesto, y toma mi teléfono para entregárselo a Melker quien se burla.

—Queda confiscado por el momento.

Se van dejándome con las caricias de Malakai, quien no deja de masajear mis pecho y me voltea pegandome a la baranda y remarcando su erección en mi abdomen, toma mi mentón y me besa, pero no le estoy respondiendo.

—Iré a cambiarme — me separo y camino en busca del dichoso cuarto.

En el hay una tienda femenina… Si una tienda prácticamente, pero de strippers, por qué toda la ropa es altamente reveladora. Vestidos cortos y ceñidos con diseños extravagantes.

Me paseo por el lugar buscando el que más me guste y no sea tan revelador. Un vestido negro de manga larga y abombadas es el elegido. Su escote es redondo y aunque es bastante ajustado y corrugado me ajusta perfecto.

Tomó una ducha y me visto, una tanga y el vestido y unos tacones cerrados negros con un moño, que me dejan al menos 10 centímetros más alta.

Odio los tacones pero, en reuniones familiares mi madre me obligaba a vestirme formal, por lo que se caminar en ellos y no morir en el intento. También hay joyería fina que tomó y adorno mi cuello, por qué se que todo esto lo devolveré después.

Me peinó y maquillo sutil como yo se hacerlo. Nada extravagante. Salgo tomando un abrigo del lugar y ellos están en la sala, más arreglados aún. Con trajes finos, a Kai y Micah les gusta más desordenado con la camisa media abierta mostrando la tinta de su piel, los demás son más ordenados.

—Lista — anunció, con la cartera y el abrigo en el brazo. Me apena cuando todos voltean a verme al mismo tiempo y sus miradas me recorren de arriba abajo.

—Bien vamos — espeta Max y se adelanta a la puerta.

Pero los demás siguen embobados y me acerco a ellos algo tímida, ya veo que no son de palabrería, pero sus miradas lascivas y lo tenso que están me dejan en claro lo que quisiera oír.

Malakai se me viene encima y comienza a besar el cuello, y succionar sacándome un gemido involuntario.

—Que maravilla — dice rozando mis labios. Y presiona fuertemente mi trasero.

—Auch — me quejo mirándolo a los ojos. Su cabello negro y el contraste de sus ojos verdes es lo más sexy que hay.

—¿Nos vamos? — cuestiona molesto Melker.

—Vamos nena — me rodea el cuello con su brazo y me guía al ascensor.

Quedó en medio de 6 hombres y cuando llegamos a bajo son otros cinco más que los resguardan hasta dos camionetas blindadas, las personas en la recepción los saludan como si de famosos se tratarán, pero no interactúan con nadie y pasan de largo.

Se dividen en dos camionetas con seguridad incluida y yo me quedo con Malakai, Micah y Mats que no me despegan los ojos de encima.

De mis pechos más bien, el escote es en forma de corazón pero es muy bajo y deja ver el inicio de ellos. Cruzó mis piernas nerviosa por las miradas que me dedican, en estos momentos me siento una gacela rodeada de leones, que lo único que quieren en desgarrar mi carne.

—Si me siguen viendo así, juro que saltare del vehículo — digo nerviosa. Micah suelta a reír.

—Si saltaras, pero en mi verga — masculla con voz ronca y varonil. Mi mejillas arden y volteo a la ventana para disimular el calor en mi rostro.

Estar con ellos es una verdadera tortura, me dieron a probar el fruto prohibido y me hice adicta a él, a ellos. Por mi estaría en la cama todo el día con ellos cuatro… ¿Cómo sería con más de uno? <<Pero que sucia soy>> mis pensamientos escalaron demasiado rápido, por algo que no sucederá.

Se estaciona en un club que es inmenso cruzamos la alfombra roja, hay camarógrafos por todos lados y cuando pienso que nos van a cegar el flash de más de alguna cámara no pasa nada. Nadie mueve un musculo y todos murmuran que llegaron ellos…¿ellos? ¿Quiénes ellos? ¿Se refieren a los criminales así?

—Señores Lyall — Saluda uno de seguridad, quitando el Cordón rojo para que podamos entrar.

El ambiente es horrible, no me gusta la vida nocturna, preferiría estar leyendo o preparando material para mis estudiantes. En cambio soy encerrada en cuatro paredes que más que una pista parece un horno, mujeres y hombres restregando sus cuerpos y partes íntimas. Teniendo sexo con ropa, ebrios y eufóricos gritando y saltando.

No se que cara pongo en estos momentos pero imagino que una de horror, por que Mats se viene cerca de mi abrazándome.

—¿No te gusta? — alza la voz para escucharlo por encima de la música, aún caminamos a no se donde.

—No — medio grito. Sonríe y nos adentramos a un pasillo para subir a un ascensor, en el ya no se oye nada.

—¿Haz salido siquiera de tu casa? —cuestiona cuando salimos de la caja de metal.

—Si, pero este ambiente no es lo mío — contestó segura.

—Esté lo será menos entonces — Dice Melker de entrometido, no me soporta pero no deja de opinar.

Las puertas se abren y un salón rojo y grande con música en tono moderado se oye, muchos asientos en forma de c con mesas en medio y tubos donde unas extravagantes mujeres bailan, unas desnudas y otras con apenas unas bragas.

Me quedó en shock y no había sentido tantas ganas de huir como ahora, retrocedo un paso cuando noto que la mayoría son hombres adultos y adinerados que es lo que imagino. Se ve exclusivo para la perversión. Cuando volteo a ver a un lado un señor se folla a una mujer sin contemplaciones.

—No quiero estar aquí — murmuró con ganas de vomitar todo lo que ingerí en la cena.

—Solo es la entrada no temas — me guía Máximo, aún seguía en la entrada retrocediendo paso a paso.

Llegamos al fondo donde una habitación vacía nos espera con un enorme sofá, de inmediato dos mujeres con los senos al aire entran con bebidas alcohólicas y habanos.

Bajo la mirada incomoda, esto no me gusta y quiero correr los más lejos posible. Mis valores y costumbres comienzan a enumerarse una a una en mi cabeza buscando hacer lo correcto y es salir de un lugar en el que no me siento cómoda.

—¿Te incomoda ver tetas Phebe? — me pregunta Maxhell, alzó la vista mirando sus profundos ojos negros. Su sonrisa de payaso de circo me tiene bastante estresada, no soy de sacar la garras con nadie, pero a él lo deseo tanto como no lo soporto.

—¿Te incomoda ver penes? — respondo molesta, no le gusta mi respuesta y se bebe el contenido de un sopetón.

—No me incomoda — se encoje de hombros. — todos los hombres tenemos uno, como todas las mujeres tienen senos ¿Quieres que te explique anatomía?

—Eso ya lo se, muchas gracias. — contestó tajante.

—¡Entonces cual es el puto problema! — me grita.

—¡No me gusta esto! — señaló el lugar.

—Entonces vete — me grita. Mis ojos arden y no es pena lo que siento es rabia.

—Con mucho gusto — volteo a mirar a Mats —¿dejaras que me valla sin detenerme? — cuestionó a punto de romper en llanto.

—No — sentencia.

Me levanto de igual forma y camino a la puerta.

—Necesito un baño — anunció y salgo del lugar. La chica que espera a fuera de la puerta me guía por un pasillo a un baño que es privado.

Entro en el y suprimo los sollozos, por qué no quiero perder mi dignidad con ellos aunque más de una lagrima rebelde cae sin mi permiso por mis mejillas. La puerta se abre de golpe y el hombre que cruza el umbral se me viene encima su mano queda en mi garganta presionando sin darme tiempo a reaccionar.

—Que tanto te lamentas ¿eh? — me ruge — ¿No querías andar con unos mafiosos? ¿Esto es lo somos? Ni príncipes ni leñadores salva vidas...

—Yo no quiero nada tuyo — digo entre quejidos, sintiendo que mis pulmones gritan oxígeno, me suelta de sopetón y tomo bocanadas de aire — Eres un…

—¿Soy un que? — se altera tomándome del brazo y obligándome a verlo a la cara. — ¿Un hijo de perra? ¿Un bastardo sin sentimientos? Soy eso y mucho más…

—¡Suélteme! — intento zafarme pero reafirma su agarre.

—¿Qué? Te vienes a llorar al baño… hacer un drama. Tan celosa estas que no soportas que miren a nadie más que no seas tú, quieres toda la atención para ti ¿verdad? — niego y suelta reír — Mentirosa, estas ardiendo de celos. Pero te informo que no eres única ni especial, así como tu son muchas más las que duermen con nosotros y compartimos el tiempo, regalamos joyas y ropa eh invitamos a cenar.

No se por que lloro pero lo hago, Maxhell es la peor persona que pude conocer y el problema es que tiene cinco fotocopias más de él. Puede que llore por dolor o por rabia de sentirme estúpida eh impotente, me deje llevar aun sabiendo que no sería nada bueno.

—No me interesa lo que hagan tu y tus hermanos, No estoy aquí por que quiero y ellos lo saben.

—Estas aquí por que quieres. — me contradice.

—¡No, y tu lo sabes! — le grito presa de la ira. — déjenme en paz y verán como me olvido de ustedes, como si nunca hubiera pasado.

Es imposible, se que es imposible, por que de una forma u otra se estaban clavando en mi mente día y noche, para bajar a mi pecho y quedarse ahí. Pero esto lo cambia todo, no soy especial y lo entendí… tan idiota creyendo que lo era.

—Puede que sigas tu vida si decido acabar con esto — me acorrala en la pared y alza mis brazos, sus labios quedan rozando los míos y nos fundimos en el mismo aire — Pero olvidarte de nosotros. Eso jamás…

Rosa nuestros labios y me quedo esperando el beso que nunca llega. Por qué no hace más que reírse de mi.

—Estas Loquita por nosotros y acepta que estas jodidamente celosa.

Sale del baño dejándome echa nada, con las respiración agitada las bragas mojadas y con tremendo lío en la cabeza. El se mete en mi cabeza cortando mis cables de conexión a tierra para dejarme en las nubes, nubes grises dispuestas a llorar toda una vida.


Continuará...




Pureza & Maldad (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora