Capítulo 18

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Secretos y mentiras... shh.


Maxhell.


Todo se complica siempre, Enemigos aquí y haya, con la policía de entrometido. Creen que rastrear mi cargamento hará que me detenga.

—¿Recuperen ese maldito cargamento¡ — espeto lleno de ira, Maxi, Melker y Mats resoplan — Donde carajo están los malditos cachorros…

—Con mi muñeca — sonríe Maxi, ruedo los ojos. — ¿Por cierto que fue lo que le sucedió? — cuestiona mirando a Mats.

—No lo sé bien, pero quien le haya puesto un dedo encima, un dedo le arrancare y si fue una mano le irá peor — espeta colérico. Sentado y cruzado de piernas.

—¿Ya te tienen de los huevos? — cuestionó burlón. — ¿Ya te engatuso María Teresa?

Sueltan a reír, y todos miramos al aludido.

—¿Celoso? El trato sigue abierto a nuevos participantes, pero tiene fecha de expiración, tic-tac, tic-tac — se mofa, cosa que me hace querer romperle la cara y borrar su maldita sonrisa que carga todo el tiempo.

Observo a Melker, el centrado y serio de los seis, es quien más intenta controlar sus deseos, lo veo sufrir en silencio por no querer ser lo que somos. Depredadores naturales con presas suculentas. Su mirada conecta con la mía la cual baja de inmediato por el respeto que me tiene.

—Iré por los idiotas — se levanta Máximo, pero le chisto obligándolo a sentarse —¿Qué?

—Melker. Ve tú…

—Que carajos, no soy un crío. — refuta molesto.

—Pareciera que si, vuelto locos por un culo insípido y sin experiencia — gruñe Melker. Se levanta y se dispone a salir, pero Mats lo detiene furioso.

—No la lleves a tu boca, si no quieres que te la parta — amenaza — de mis cosas nadie habla y nadie toca sin que yo lo sepa — le da una mirada oscura y amenazante, Melker sonríe y lo pasa.

No se que es lo que pasa por la cabeza de mi hermano, pero si no lo conociera diría que está enamorado. No pudo más y vino a buscarla a su barrio, a estar cerca de ella, sabiendo los peligros que corremos aquí. Donde la mayoría son PUTOS policías, federales y fiscales. Todo por una mujer, por una bella mujer…

El teléfono me timbra, contestó la llamada para más dolores de cabeza.

—Habla — inquiero molesto.


—Señor Lyall, le informo que en su agenda tiene una cita programada en una hora, la directiva necesita verlo y posponerlo llamaría mucha la atención señor.


—Bien — corto la llamada y resoplo. — No puedo ir con ustedes, tengo que ir a la empresa, recuperen el cargamento.

Me levanto, y ellos hacen lo mismo, en el hall ya están mis hermanos listo y suben a las camionetas, Mats se queda hablando con Jackson dándole indicaciones.

—Preparen el helicóptero — ordenó fumando un cigarrillo, veo como se mueven todos asiendo lo que ordenó. Busco en mi chaqueta mi teléfono pero no está, lo olvidé en el despacho.

Cuando entro ahí esta, <<Phebe>> me quedo unos segundos en la puerta para poder  admirarla, su esencia es la que te atrae a ella, su inocencia en cierto sentido. Por eso no la quiero cerca, las mojigatas son las peores.

—¿Qué haces aquí? — espeto, logrando que se sobresalte y gire en mi dirección, algo asustada eh incomoda.

—Yo, yo ya me tengo que ir — titubea nerviosa y camina a la salida pasando de mi…

—No eh dicho que puedes retirarte. ¡Ven aquí!

Se devuelve lentamente hasta llegar a mi, alza la vista, mi altura la intimida, contiene la respiración y no deja de jugar con sus mano en frente, igual que una mocosa de cinco años.

—Jackson te espera a fuera, largo… — si no hago que se valla rápido, no podré contenerme.

Me giro al ver que esta pasmada ahí mirándome, como mira a mis hermanos. Odio eso de ella. Camino al escritorio y tomo mi teléfono, la veo de reojo, me mira sin disimular <<quiere que la folle>>.

Maldición ese pensamiento hace fluir mi sangre a solo un punto, la veo desnuda y sumisa cosa que empeora todo.

—¿Eso era todo? — Titubea acercándose al escritorio.

—Si ya largo…

—Creí que diría algo importante — inquiere y resoplo, si no se va la follare en este escritorio.

—¿Por qué hablaría contigo? — me yergo — tu no vales nada para mí.

Su semblante cambia y sus ojos se cristalizan, volteo para no mirar su estúpida cara.

—Ah… lo siento, solo pensé…

—No pienses y vete — mascullo frustrado, escucho sus pasos y la puerta cerrarse — maldita mujer…

***

Miró mi reloj en mi muñeca, escuchar estas mierdas no es lo mío, si no de Melker y mi Padre, el primero está ocupado con los malditos policías, y el segundo se toma unas extensas vacaciones.

—Presidente… — Llama mi atención mi secretaria — El concejo le está pidiendo su opinión.

Le lanzó una mirada para que se callé y retrocede de inmediato.

—Hagan su puto trabajo y mantenga mi apellido en lo alto, o comenzaré a despedir personal — sentenció y me levanto de la silla donde estuve dos horas.

Camino a mi oficina seguido de mi secretaria y mi hombre de confianza en la empresa, Paul Walls, un maldito psicópata disfrazado de oveja.

—Laura a mi oficina — le indico a mi secretaria.

—No soy Laura señor Lyall…— le lanzó una mirada y se calla para entrar en ella.

—Tan necesitado ésta el lobito — se burla el cabrón.

—Vigila a esos idiotas, o te cortare el cuello — lo amenazó y suelta a reír alejándose.

—A sus órdenes — sigue burlándose mientras ríe a carcajadas.

Entró en mi oficina, ella está quieta, una rubia despampanante, lleva anteojos. Nada del otro mundo.

—Laura, te quiero follar aquí y ahora. ¿Si o no? — cuestionó, mientras quito mi corbata y mi saco, arremango mi camisa y ella asiente embelesada — bien.

Me acerco a ella, quito sus lentes y su saco, abro su blusa quitando sus Botones, sus pequeños pechos saltan a la vista, me acerco a su cuello para poder sentir su aroma. <<Normal>> maldita cabeza que no puede quitar el aroma de esa mujer, que busca compararla. Intenta a cerca su boca a la mía y la detengo en el acto. La atraigo hasta el escritorio para poder cumplir mi puta fantasía del día de hoy.

La siento frente a mi, se mantiene en silencio observando todo lo que hago, se abre de piernas y se termina de desnudar, comienzo tocando sus pechos eh impregnándome del deseo que quiero sentir, <<quiere que le pruebe los pechos>>. De un movimiento rápido la volteo dejando su rostro en mi mesa, desenfundo mi verga dura y palpitante, desde que la vi hoy. La envuelvo en látex, quiere mirarme, pero mi mano en su cabeza le deja claro quien manda aquí.

—Señor Presidente… — Gime cuando de un sopetón se la entierro toda.

Comienzo con embestidas vivaces, la observó, quiero que la mujer que está en mesa sea otra. No. Me concentró en la mujer que tengo, toco su intimidad, palmeo su trasero… Nada, no me produce nada ¡maldición!

—¡Mójame ahora! — ordenó y lo hace, se corre tan fuerte apretando mi polla con sus músculos vaginales.

Pero no fue suficiente para poder liberarme. Mi verga sigue rígida, ella está en el éxtasis del placer. Me muevo frustrado al baño para limpiar sus fluidos y botar el condón.

—Que me haz echo maldita hechicera — gruñó frustrado.

Sus gemidos no salen de mi cabeza, son melodía, más cuando trata de callarlos, su cuerpo desnudo es arte y su rostro esta tallado. Maldita mujer, y peor es su personalidad tan manejable, acata órdenes y seria perfecta si no tuviera al padre que tiene la muy maldita.

Salgo del baño aún más frustrado y erecto, la rubia sigue desnuda y se va al sillón enseñándome su sexo.

—Señor tiene un serio problema — habla melosa mirando mi bulto en el pantalón.

—Ponte en cuatro…

***

Me bajo del helicóptero cansado, más frustrado cuando noto el Jet de mi madre en el hangar, me subo a la camioneta para llegar a la mansión lo mas rápido posible.

Me abren la puerta y me dirijo a la sala para encontrarme con la presencia de mi madre <<Mircea Lyall>> golpeando a mi hermano menor, mientras este se ríe a carcajadas.

—¡No estoy vieja! — lo sigue golpeando.

—Admítelo ya — este se ríe nuevamente.

Mis hermanos también ríen de la escena, con excepción de Melker. Volteo buscando lo quiero ver y la encuentro.

—Ven aquí — la llamo, llamando así la atención de todos los presentes. Ella viene a mi y la alzo en brazos, dejó un beso en su mejilla, que ella limpia de inmediato.

Mi hija se ve triste, y recuesta su cabeza en mi hombro. Me acerco a mi madre y dejó un beso en su frente, me abraza y acaricia a Accalia.

—Mi lobita ya sabe escribir en cuatro idiomas — comenta. Mi madre es muy exigente y ella se encarga de su educación. Yo velo por su seguridad y su bienestar. Así como por su entrenamiento en armas. — Y creo que superó a Picasso.

—Mi sobrina es única, se parece a su tío — Salta Malakai airoso. Accalia le lanza una mirada de pocos amigos. — ok, no.

—¿Por qué la trajiste aquí? — le preguntó a mí madre y se encoje de hombros, resoplo y me siento en el sillón acomodando a mi hija en mis brazos — Es peligroso y lo sabes…

—Quien se atreva atacarme o alguno de los míos, le caerá el infierno encima — contesta segura.

No hay caso con ella, es la mujer más valiente que conozco, pocas veces la vi temer por algo, <<Por sus hijos>> y ahora por su nieta. Siempre fuerte.

La conversación se alarga y me ponen al día del cargamento, de cómo lo recuperaron y las bajas que hubieron. Accalia se duerme en mis brazos y la llevo a mi habitación para dejarla dormir. Me ducho y me dirijo a despacho para seguir trabajando.

***

Phebe.

Septiembre 9, 2022

Pureza & Maldad (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora