Devon, marzo de 1892
Piper se preparaba para bajar del barco que acababa de tocar puerto. Su rostro estaba calmado y su cara sonriente, pero en su interior se agitaba su corazón y su mente deliraban oscuras maldiciones. ¿Por qué le tenía que ocurrir todo esto a ella?, se preguntaba. En dos semanas estaría casada. ¡Qué ironía! Un veintiocho de marzo ella se abría paso a la vida y un veintiocho de marzo, la perdería.
—Mi niña —gritaba la niñera desde el otro extremo del barco—, por fin la encuentro, bajemos a puerto, su futuro esposo debe estar aguardándola allá abajo y no es bueno hacer esperar demasiado a un hombre.
Con esas palabras su niñera la había alterado todavía más.
—¡Qué espere! Ojalá tuviese que esperar toda la vida. Déjeme que respire mis últimos momentos de libertad —su voz sonaba desdichada, y la niñera sintió que un nudo se le formaba en la garganta al ver a su pupila debatirse entre la niebla una vez más. Como aquel día... La señora Hamilton rechazó estos pensamientos y se dedicó a cubrir los hombros de Piper con una capa de terciopelo negro, estaba adornada con piel de castor en los bordes de la capucha.
Piper se levantó la capucha y cubrió con ella tanto su rostro como su hermosa cabellera rubia de hermosos rizos. Su rostro quedaba a la sombra, tal como ella pretendía, de forma que pudiese ver a los demás pero que nadie pudiera adivinar como era el rostro que se ocultaba bajo ella.
—Bajemos ya a puerto, niña. Ya es tarde y su futuro esposo la espera. Piper se volvió hacia ella, y le dijo con una voz profundamente irritada —Aún no es mi esposo, Grace, recuérdelo.
—Sí niña —fue la sucinta respuesta de la mujer.
La tarde se estaba cerrando y pronto daría paso a una tormenta. Pese a todo, Piper no estaba dispuesta a mojarse, y por ello accedió a bajar por las escaleras que facilitaban el acceso a tierra firme. Se recogió las faldas por el ruedo y la capa, y se la echó sobre el brazo para no pisárselas en su descenso. Al hacerlo dejó ver parte de sus piernas: unas bien torneadas pantorrillas modeladas por las medias de seda negra, y mostrando unos preciosos zapatos abotinados de cuero negro y cordones que se ajustaban a la perfección a su delicado y pequeño pie. Cuando estuvieron en tierra firme, un hombre de unos cincuenta o sesenta años se les acercó. Piper lo miró desde la intimidad que le proporcionaba la capucha, y vio a un hombre que le recordó a su padre. No tenía la ni la fuerza ni el vigor de su padre, pero sí ese porte distinguido que tan bien reconocía Piper en su progenitor.
—¿Señorita Chapman? —dijo el hombre que se acercó a ella—. Es usted ¿verdad?
Ante el asentimiento de cabeza que ella realizó, el hombre prosiguió con su presentación.
—Soy lord Vause, duque de Herby, el padre de su prometida.
¿Prometida?, Talvez escucho mal, por ello decidió ignorarlo. Piper alargó la mano para que se la besara, y en ella no había otra joya más que una sortija de oro con el escudo de la familia de su prometido. La sortija era el anillo de compromiso y había llegado a ella con la carta que enviara su tía Anna.
El hombre cogió la mano que le tendía la muchacha, y, tras besarla, la detuvo para comprobar que ese era el anillo familiar. Piper retiró la mano enseguida, pues no podía soportar aquellas confianzas. El hombre se puso ceñudo ante la imprevista reacción de aquella extraña criatura a la cual no podía verle el rostro. Lord Vause dirigió a ambas mujeres hacia el carruaje ducal, y ordenó al lacayo que colocara las pertenencias de ellas mientras las mujeres se acomodaban en el interior acolchado. El carruaje era bastante confortable, y el interior, una lámpara lo iluminaba todo dando calidez. Los asientos de un lado y otro estaban tapizados en un azul de suave terciopelo.
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🔱 MY LADY 🔱 G!P
FanfictionAlex Pearl Vause, es la libertina más perversamente posesiva y seductora de Londres, y es la heredera del ducado de Herby, pero su poderoso rango viene acompañado de una responsabilidad que ella no desea: la de contraer matrimonio con una extranjera...