Prólogo

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En la vida hay ciertas cosas que no planificamos, mucho menos nos la imaginamos, y eso no quita el hecho de que es necesario que nos tengamos que adaptar a la idea. Muchas veces nos acostumbramos a cosas difíciles, amamos a cosas imposibles, y de un momento a otro, todo se desmorona. La vida es muy impredecible, y en parte la odio por eso. Pero si fuera fácil, ¿Será que sería igual de interesante?

No se sabe lo que va a ocurrir.

Para algunos es placentera e interesante la sensación que puede causar lo desconocido, algo que jamás visto. Incluso es interesante crear expectativas acerca de cierto hecho y ver cómo se cumplen o no.

Para muchos, la sola existencia es un peso que se debe de llevar, haciéndonos sufrir en el camino, viéndolo todo con pesimismo. He estado sumida en un pozo profundo del cual no había encontrado la cuerda que sería capaz de llevarme a la superficie.

En el momento en que todo se volvió más oscuro, llegó él, con sus ojos color miel, con su sonrisa cautivante, con las palabras bonitas e hipnotizantes. El fue la persona que lanzó la cuerda para así comenzar a salir a la superficie, empezar a adaptarme a la luz, a lo bueno, bonito y agradable. Me acostumbré tanto a su presencia que me era imposible no comenzar un día sin intercambiar un mensaje con él, sin escuchar su voz.

Sin lugar a dudas su llegada a mi vida fue tan trascendental que gracias a él, mi ansiedad había disminuido, gracias a él había podido controlar mis episodios depresivos, gracias a él me sentía feliz. Y la posibilidad de que se fuera hacía que toda la estructura que había estado construyendo, poco a poco sus cimientos comenzaran a desmoronarse.

Y me odio por eso, odio quererlo más a él que a mí misma. Por que sí, lo quiero, después de tantas conversaciones, tantas palabras intercambiadas, me comencé a sentir atraída por él.

Fue un sentimiento estúpido que comenzó a aflorar en lo más profundo de mí. ¿Cómo me va a gustar la persona que se convirtió en mi mejor amigo?

El con veinticuatro años, yo con catorce.

Diez años de diferencia.

Me duele el pecho, mi cabeza da vueltas y no puedo evitar notar que el ritmo de mi corazón es desesperado. La persona que llegó a mi vida como luz, poco a poco se va transformando en tinieblas. Mientras antes me intentaba sacar del pozo en el que estaba sumergida, ahora me lanza sin piedad al vacío.

—¿Estás hablando en serio?

Él guardo silencio por unos segundos a otro lado de la línea.

—June, eres la primera a la que le digo esto, aún no he podido hablarlo con mi familia—dijo con la voz un poco apagada.

Entiendo porqué tomó esa decisión tan repentina, pero lo que no entiendo es porqué me duele tanto, porqué el corazón se me quiere salir del pecho, porqué el nudo en mi garganta.

—¿A dónde viajarás?

—España—fue su respuesta.

—¿Cuando?—pregunte con lágrimas en mis ojos.

—El viaje será en un mes.

No pude aguantar más, esta conversación me parte el alma.

Duele.

Miro la hora en el celular, ya son las dos de la madrugada, decido ponerme a leer un libro que tengo poco tiempo de haberlo pedido prestado y comencé a leer. En la literatura, el romance es mi gusto culposo.

Como cada vez que sucede cuando tengo un libro en las mano, me trasporto. Ya no estoy en mi dormitorio, ahora estoy en Grecia, siendo una protagonista al cual el protagonista masculino le da como cajón que no cierra.

Nota Discordante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora