Capitulo 24

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Una de las cosas que siempre ha permanecido en mí, es la duda. Mi peor defecto es la confianza que pongo en las personas a mi alrededor, tantos daños, decepciones y chascos han hecho que la duda y desconfianza se arraiguen cómo garrapatas en mi alma oscura.

No es sano, pero tampoco lo sería el confiar continuamente en las personas que están a mi alrededor.

Es difícil conocer personas dignas de confianza, es difícil bajar la guardia, pero es mucho más difícil e insano tratar de mantenerse en una burbuja para que no perturben la poca estabilidad emocional que tiene una persona. Diariamente, y más ahora, dudo de mis padres, hermana y amigos.

De  mis padres porque su trato se ha vuelto más condescendiente que otra cosa. He notado las miradas incómodas, las veces que el rostro de mi madre toma un tono rojo debido a la ira, las veces que hasta yo misma he tenido que morderme la lengua para no desatar el frecuente mal humor de mi padre.

Dudo de mis amigos porque aunque se estén el uno por el otro, en las relación interpersonales se tiende mucho a ser egoístas. Me genera intriga y profunda desconfianza el comportamiento de Liam para conmigo, precisamente por eso le estoy dejando que entre en mi vida.

A veces es necesario romper las reglas.

Incluso si son las que uno mismo dispuso para sí y ha estado cumpliendo a cabalidad toda una vida.

Lo que más me tiene intranquila es el comportamiento de mi hermana, por más que lo intento no dejo de pensar en lo rara que se veía cuando hablé con ella. La incomodidad con la que hablaba, hacía gestos y me veía hace que mi preocupación por ella cada segundo valla en crecimiento.

¿Qué le incómoda?

Espero estar equivocada.

Espero que le preocupación que tenga sea infundada.

Si no lo es no soportaría la sensación de tenerla como hermana y no haya la confianza necesaria para hablar de nuestros problemas, la confianza que supuestamente existe entre nosotras desde hace años.

El amor que sentimos puede llegar a ser un arma de doble filo.

Me he dado cuenta.

Tanto el amor para con la familia, amigos, y pareja.

Hoy es uno de los pocos días en los que me pongo a reflexionar de todo y de todos.

Al punto de que la venda que tenía en los ojos con respecto a Agel se ha caído.

Desde que lo conocí me gustó, me enamoré, lo idealicé y ese fue mi error.

Resalté sus virtudes y nunca ví sus defectos.

Fueron cuatro años los que pasé amando a alguien que prácticamente ni existe, a alguien que creé en mi tonta mente distorsionada e inmadura.

¿Porque digo ésto?

Por la sencilla razón de que el jamás tuvo la intención de poner límites.

Y ahora es que lo veo más que claro.

No puedo negar que me quiere, es obvio que lo hace, pero no de una manera sana, al igual que yo a él.

Supongo que siempre supo que estaba la posibilidad de que me enamorara de él, o que ya lo estuviera, aún así viajó a verme, me aduló, me confundió con sus tontas palabras y me rompió el corazón.

Aunque irónicamente, él no me rompió el corazón, lo hice yo sola al confundir cada gesto que tenía conmigo.

No solo fue su culpa, yo lo permití.

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