Capitulo 11

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¿Está mal que me sienta así de decaída después de despedirme de Agel?

Pensé que estaría rebosante de felicidad después de nuestro fragante reencuentro.

Me convenzo de que no es malo, es lo único que me consuela.

Recuerdo la primera vez que se fue, esa no ha sido mi mejor experiencia y me niego a volver a ese punto de no retorno en dónde todo y todos me daban igual, dónde solo una persona podía levantarme el ánimo y que me encerraba en mi misma.

No hay instante en que deje de recriminarme el poner mis ojos en él, como si no existiera otro hombre en el mundo que fuera más parecido al estándar que tenía el mente para el hombre con el que compartiría mi vida.

Y quisiera amarlo como hermano, como mejor amigo, pero lo amo como hombre. ¿En qué momento pude permitir que entrara otra vez a mi sistema de esa forma? ¿Acaso no aprendí de la última vez?

Y ahora, en esta noche me arrepiento más que nunca de haberle entregado mi corazón, de haberlo amado sin pensar en las consecuencias que tendría en mí y en olvidar a su novia, a la que tanto él decía amar. Hace un par de horas que mis tíos fueron a dormir y yo me quedé afuera observando el cielo. Se ve que es una noche increíble, hay muchas estrellas, tenía tiempo sin poder ser testigo de una noche tan magnífica.

En presencia de la naturaleza los seres humanos nos convertimos en seres insignificantes. El cielo nocturno es hermoso, perfecto, y yo yo tan egoísta, insignificante.

No quiero llorar, pero las lágrimas se acumulan en mis ojos sin poder evitarlo. Derramo cada una de ellas maldiciendo su nombre a cada rato.

El vacío que siento en mi corazón es enorme.

—Ya no quiero sentir esto.

Pensé que su amor me protegería de amar a la persona equivocada, pero lo que más me lástima es él y sus aptitudes confusas.

Siento la compañía de alguien a mi lado y me sobresalto.

Mi tío me observa a traves de la oscuridad con un semblante preocupado. Limpio las lágrimas de mis mejillas y le doy un vago intento de sonrisa.

—¿Qué le sucede a mi June?

Me acerco a su lado y lo abrazo fuertemente. Me permito llorar todo lo que puedo y me acaricia la espalda. Su tacto me tranquiliza.

Poco a poco mis sollozos van menguando y me alejo un poco de él. Nos quedamos en silencio, ambos observando el firmamento.

—Nadie, absolutamente nadie merece que derrame una lágrima por él. Estaba feliz por tí, por la felicidad que irradiabas, pero ahora entiendo que es una fachada. Intentas engañarte y debes aceptar la realidad. Te quiero inmensamente, eres la sobrina con la que tengo más afinidad, y, por eso, no quiero verte sufrir.

Otras lagrimas salen de mis ojos y asiento en su dirección.

Aunque uno no quiera, a veces nos enamoramos de personas incorrectas, en el momento incorrecto, pero eso no quiere decir que sea malo enamorarse o crear fuertes sentimientos hacia otra persona.

Es bueno, fantástico, pero en mi caso es frustrante y devastador. Pensé que lo había superado, pensé que ya lo no vería como hombre, sino como amigo, pensé que nunca más el despertaría en mí sentimientos imposibles, porque amarlo y querer que me corresponda en eso, es imposible.

Hoy aprendí que a veces, como personas, nos aferramos a cosas que no pueden ser, haciéndonos daño a nosotros mismos, y no nos damos cuenta del verdadero significado de vivir, y como una ves leí en un libro "Vivir es amar". La felicidad no es algo que se pueda comprar, y tampoco hay que buscarla, siempre hay altibajos, pero hay que mirar esos pequeños detalles que nos da la vida, que a pesar de todo son razones para seguir viviendo, para ser feliz, para amar. La felicidad son momentos, son personas, son circunstancias inesperadas que le dan sentido a nuestra existencia. Saber que el está bien me hace feliz, me tranquiliza, y aunque no es posible pasar más tiempo con él, tengo la esperanza de volver a repetir un día como hoy, vivirlo al máximo, pero no sentirlo con las mismas emociones que me embargaron en su compañía.

Nota Discordante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora