Capitulo 21

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Muy pocos me han visto llorando, con los dedos de una mano los puedo contar, y jamás he estado acompañada cuando me da un ataque de ansiedad.

Ha pasado un tiempo razonable desde la última vez que me había sucedido uno. Lo recuerdo con claridad. Sola, sin nadie a quien aferrarme, tan pérdida. A diferencia de aquella vez ahora sí tuve a quien aferrarme, alguien que se mostraba preocupado por mí, e incluso está siendo mi ancla sabiendo apenas de mí.

Liam aún se aferraba a mí, y yo, con cuidado trato de apartarlo. Cuando ya tenemos una distancia prudencial, levanta su mano y limpia todo rastro de lágrima que queda en mi rostro. En este momento no puedo leer su expresión, lo cual se me hace raro ya que no es una persona inescrutable.

—¿Estás bien?

Al preguntar puedo notar las emociones que cruzan su mirada. Contiene una pizca de preocupación y otra emoción muy bien escondida, pero soy incapaz de reconocerla.

Asiento.

—Discúlpame por lo que acaba de suceder.

Frunce el entrecejo.

—No tienes nada por lo que deberías preocuparte. ¿Te quieres ir?

Aunque es un mal momento por la situación que mi madre está pasando, siento que estar con Liam sería lo más indicado por ahora.

Además, no soy capaz de resolver algo estando a unos cuántos kilómetros de distancia.

—Aún no, ¿Qué más tenías preparado?

Trato de sonreír y finjo que todo está bien, que nada grave ha sucedido, al saber mi intención de cambiar de tema y despejarme un poco, me ayuda a levantarme.

—La verdad, no mucho. Tenía pensado una conversación profunda y explorar el parque hasta llegar al huerto de rosas, pero te has adelantado a eso.

Me dedica una sonrisa y es inevitable sentir un revoltijo en el estómago. Son raras las sensaciones que él me provoca, me da un aire de bienestar, pero va ligado a la preocupación.

Me toma la mano y regresamos al lugar donde nos habíamos instalado en un principio. Esta vez no puse resistencia a su tacto, lo cual sé que le resultó extraño al observar constantemente nuestras manos unidas y mirarme de reojo.

Él cree que no me doy cuenta, solo finjo ignorancia.

Al llegar al lugar, arrastra la manta de tal manera que quede muy cerca del árbol de tamarindo. Se sienta recostando su espalda en el árbol y da palmaditas a su lado para que me una.

Me siento a su lado y siento un poco de incomodidad.

Parece que lo nota. Me toma por los hombros, me gira y recuesta, de manera que cuando me inclino por completo, mi cabeza queda en las piernas de él.

—¿Qué piensas hacer?

Desde esta posición, se ve imponente. Inclina la cabeza con intención de mirarme, y como cada vez que lo hace, una sensación extraña se hace presente.

Doy un largo suspiro.

—No lo sé, quizás espere a ver si la situación mejora, y si no, tendré que ir para respaldar a mi madre y plantarle cara a mi padre.

Cierro los ojos un momento.

La brisa, el cantar de los pájaros, y la respiración pausada, constante y relajante de Liam, hace que muy dentro de mí anhele la tranquilidad que siento en este preciso momento para otros días.

Aunque se sienta irreal, una pequeña parte de mi quiere quedarse aquí el resto de mis días, con esta tranquilidad, con este ambiente, con esta compañía.

Nota Discordante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora