Lo que más me cuesta en el día es levantarme de la cama.
No es porque sea perezosa ya que diariamente trato de levantarme temprano, pero mi cuerpo no ayuda. Es como si aún tuviera el mismo cansancio con el que me acosté.
Es frustrante tener que depositar toda tu fuerza de voluntad para algo que para muchos es lo más fácil que se puede hacer.
Siento la suave textura de las sábanas, el silencio en el que está sumido mi hogar aunado a los casi imperceptibles ronquidos de Samantha y escucho el lindo cantar de los azulejos, un pajarillo que es digno de mi admiración.
Día a día estamos tan sumidos en la monotonía que no nos permitimos observar las cosas que nos rodean, analizar nuestro entorno, transportarse de forma imaginaria a otro espacio quizás más agradable que el actual.
Aún no puedo creer que voy a viajar sola, a un lugar que muy poco conocía, a vivir con personas que muy poco he tratado.
Lo que había planificado como un año sabático, se convirtió en año y medio sabático. Después de que se cumplió el plazo que me había propuesto para tomar libre, me sentí perdida. Le dí tan poca importancia a lo que haría después de la secundaria que pasé unos meses más sin poder decidir lo que iba a hacer. No es que no supiera, sabía que tenía que decidirme por estudiar alguna carrera universitaria, pero no sabía cuál, mucho menos en qué universidad podría cursar.
Hace una semana, una hermana de mi madre la cual vive a tres horas de distancia, le había comentado sobre irme a estudiar allá, a ella no le había agradado la idea, pero de igual forma lo habló conmigo.
Debido a la circunstancias que en ese momento me agobiaban, decidí que lo más sensato sería pasar un tiempo fuera. Quizás lo que más influyó en mi decisión fue que la situación del comportamiento de Samantha y la indiferencia de mi padre, se salieron de control.
La amo con toda mi alma, pero eso no quita el hecho de que está aprovechando el evidente favoritismo de mi padre para hacer lo que le venga en gana, y él no se da cuenta de esto.
Ya las consecuencias de ese trato se están viendo. El año pasado repitió el último año, y no porque no diera la talla con las tareas, sino por lo perezosa que se a vuelto. Aunado a ello, la cambiaron de secundaria, como si hubiese sido una gracia el repetir año.
He tenido la intención de hablar con ella y tratar de que mejore en su comportamiento con tal de que las cosas en casa mejoren, pero siempre termina en discusión, y mi padre jamás me da la razón, quizás sabiendo que la tengo.
Año tras año he mantenido la boca cerrada con esto, pero ya siento que voy a explotar, y me niego a que por culpa de otro me tilden de la mala, cuando lo que verdaderamente busco es una mejoría.
Me niego rotundamente a seguir siendo la mancha que corroe la familia, ese pensamiento me ayudó a tomar una decisión.
Cuando tuve mis pensamientos en orden, a pesar de las dudas, decidí compartirlo con mi madre. No voy a mentir diciendo que estuvo de acuerdo, de diferente forma a cada padre le afecta cuando a un hijo le toca irse del hogar. Ella respeta mi decisión, pero se siente triste de solo imaginar que en su hogar le faltará un retoño, y mi padre es otra historia.
Al comunicarle mi decisión simplemente asintió y frunció el ceño. No emitió palabra alguna, fue como si no le interesara, y a una pequeña parte de mí le duele.
Samantha está más que feliz lo la idea, aunque me permito dudar un poco, sé que me quiere. Dice que disfrutará de mi ausencia para hacer con mi dormitorio lo que le plazca, que saldrá más sin tener que pensar en lo que le diré a la hora de su regreso y muchas cosas más.
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Nota Discordante
RomanceElla era una niña solitaria que hacía un tiempo padecía de depresión. Él, un adulto responsable buscando superarse en la vida. Al instante que ella lo vio, supo que la llegada a su vida sería trascendental, volviéndose mejores amigos, y cuando él se...