Capitulo 28

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A menudo me gustaría dejar de ser tan cobarde, de decidirme y tomar decisiones que me ayudarán en un futuro, que me harán crecer y cumplir todas las metas que tengo planteadas, pero hay una gran barrera que impide que dé el paso, que muchos demos el paso, y alimentar el miedo nos vuelve personas mediocres.

He vivido con mediocridad hasta ahora, creyendo que lo que tengo es suficiente, y hasta cierto punto, es cierto.

Lo explicaré de esta manera; soy atrevida, decidida y temeraria, pero eso no me sirve de nada. Cada vez que intento hacer algo que de verdad quiero, no me sale bien, o simplemente no lo termino. Es ahí donde entra el miedo.

Tengo tanto miedo, que dejé de intentarlo. Me domina tanto el miedo, que me restrinjo muchas veces hacer cosas que quiero. El miedo limita mis habilidades, haciéndome pensar que no hay caso que lo intente ya que siempre el resultado es el mismo.

Veo ir y venir personas, cada una con sus propios problemas y dilemas mentales. Me encuentro en una lucha, un dilema que se debate en si debo entrar o no al establecimiento que se encuentra en frente de mí, pero el miedo a no ser lo que buscan, o que no sea suficiente lo que tengo que ofrecer, me supera.

Liam me trajo al lugar donde supuestamente estaban dictando cursos, estaba emocionada. Ví el listado y leí sobre un curso que comenzarían a dictar hoy, pero éste no lo dictarían en la Casa de la Cultura, sería aquí, en el establecimiento que está enfrente de mí

El curso de Corte y Confección me hace mucha ilusión, pero siento que aún no estoy preparada para esto, o quizás es el mismo miedo a fallar el que me limita.

Me tocan el hombro y me giro sobresaltada.

Una mujer me sonríe.

—Hey, ¿Vienes por el curso?

Le devuelvo la sonrisa. La mujer es alta, tiene un porte elegante, sofisticado, y quizás sea unos años mayor que mi madre. Su tez clara y cabello castaño robarían la atención de cualquiera, y ni hablar de la sonrisa que conserva en su rostro, exhibiendo sus dientes blancos y perfectamente alineados.

—Sí, pero veo que no podré comenzarlo.

Frunce el ceño.

—¿Y eso porqué?

Evado su mirada.

—No creo que ser buena para eso.

—¿Y para qué viniste?

Para ser sincera, yo también me estaba haciendo esa pregunta.

—No lo sé.

Enarca una ceja.

—Acompáñame adentro, después te vas si eso es lo que quieres.

Acepto su propuesta.

Entramos juntas al establecimiento y noto que no hay ningún cliente, raro para ser un establecimiento de pastelería. El ambiente es acogedor, las paredes están pintadas de tonos pasteles y hace un gran contraste con lo demás que se encuentra. Las sillas son de madera, barnizada con un color oscuro. Nos dirigimos a una de las mesas y me siento junto a ella.

—Un gusto conocerla, mi nombre es June —me presento al ser conciente de no haberlo hecho antes.

Sonríe jovial y me extiende la mano.

—Lo mismo digo, June. Soy Norah.

Asiento.

—¿Le gusta la costura? —pregunto para tratar de romper el hielo y sonar amable.

Sonríe comedida.

—Es un agradable pasatiempo.

—Ah, entiendo.

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