Confusión.
Eso es lo que siento en este preciso momento.
¿Le sigo el beso?
¿Simplemente me voy?
Mueve sus labios insistentemente sobre los míos por lo cual decido responderle el beso. Cierro los ojos y me entrego a las sensaciones que me proporciona.
El beso no es dulce, tiene urgencia, y también está cargado de deseo comprimido. Sus labios son suaves, y la verdad, besa muy bien.
Pasa sus manos por mis brazos y se dirige a la orilla de mi camisa.
Sin importar lo que hace, sigo sumida en las sensaciones que me da, hasta que de un momento a otro, en vez de sentir a André, imagino que es Agel el que me proporciona tales caricias.
Me separo lentamente y abro los ojos aturdida.
En vez de ver los ojos de André, me imagino los ojos miel de Agel.
Carajo, sí que estoy mal.
—¿Qué sucede?
Salgo de mi ensoñación y parpadeo de forma multiple.
¿Qué me sucede?
Tiene los labios rojos y levemente hinchados, sus ojos me comunican que quieren más, y mientras el intenta acercarse a mí otra vez, tomo mi bolso y salgo de ahí rápidamente.
Al pasar por la carpintería, nadie nota mi presencia, cosa que agradezco. Por mi parte, me estoy recriminando el ser tan tonta.
—Boba, tonta, ridícula, pendeja.
Cualquiera al escucharme pensaría que realmente estoy loca.
Es que, ¿cómo pudo suceder eso?
¿Porqué en un momento como este me tengo que imaginar a Agel? ¿No había otra persona que no trajera recuerdos dolorosos?
Me alboroto el cabello con desesperación.
¿Será que la sombra de Agel me perseguirá siempre?
Espero que no.
Al llegar a casa mi madre me espera ansiosa.
—¿Cómo te fue hoy?
Le sonrío con dulzura y le doy un abrazo.
Decido dejar de lado los sentimientos tan confusos que hoy despertaron y disfruto de su compañía.
—Pudo haber sido mejor—le sonreí.
—Por lo menos no fue tan malo.
Sonrío irónicamente al rememorar de forma involuntaria el beso de André.
—Claro.
—¿Y eso que tardaste un poco?
—Ah, me entretuve hablando.
—Está bien—se dirige adentro de la casa—. Ven para que comas antes de que lo pases por alto. No entiendo porque a veces olvidas comer, es extraño que una persona que ama tanto disfrutar de una buena comida se las salte por temporadas.
—Mami, no es que se me olvide, bueno sí—me obligo a admitir —. Cuando sucede es porque estoy muy estresada y con tantas cosas que tengo que hacer, se me va el tiempo.
—Trata de no estresarte más de la cuenta, recuerda que para poder tener una mente que retenga lo que tienes que memorizar, tienes que comer a la hora y sano. Nada de saltarte las comidas.
—Sí mamá, lo que digas.
Ya en la cocina extiende el plato hacia mí dirección y lo tomo gustosa. En este momento es que me doy cuenta del hambre atroz que tengo.
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Nota Discordante
RomanceElla era una niña solitaria que hacía un tiempo padecía de depresión. Él, un adulto responsable buscando superarse en la vida. Al instante que ella lo vio, supo que la llegada a su vida sería trascendental, volviéndose mejores amigos, y cuando él se...