Capitulo 27

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Por la impresión que provocaron sus palabras no le dí respuesta. Me limité a seguir tomando su mano, disfrutando de su tacto, del momento, de la vida.

Muy pocas veces he catalogado un momento como perfecto, hoy fue una de esas pocas veces. No sé si fue la playa, el día, o simplemente mi acompañante. No hubo necesidad de palabras, elegí seguir a su lado.

En ese momento, mi silencio fue la respuesta que el tanto quería escuchar.

Me llena de miedo pensar en lo que podría pasar, miedo a que se aleje de mí. Sé que tarde o temprano se irá, se cansará de cuidarme y estar para mí, pero aún así quiero vivir esta etapa. Su perseverancia e insistencia me hicieron pensar que tal vez no sería en vano intentarlo, confiar en él.

No sé si lo entendió, pero quise transmitirle que no me alejaría, que permitiría que el tiempo lo decida todo, y que disfrutaría cada instante de su compañía.

Ahora, me embarga la curiosidad.

¿Qué será de nosotros?

Hace como cinco minutos que llegamos a la casa que queda cerca del parque, sinceramente, no sé que hacer. Me imagino que también está en la misma situación, no se mueve, no habla, quizás está esperando que yo haga ademán de abrir la puerta.

Lo miro expectante, a la espera de que haga un movimiento, diga una palabra o algo.

Es exasperante.

Carraspeo para llamar su atención y él se sobresalta al haber salido de su ensoñación.

-¿Vamos?

Ruedo los ojos.

¡Será cretino!

Abro la puerta y salgo, otra vez con cuidado. Cierro de un portazo y lo espero en la puerta de la casa.

Pensé que sería un poco más pequeña. Es una casa tipo vivienda, bonita, con un jardín delantero, muchas flores pequeñas, amarillas, fucsias, naranjas, lilas, y honestamente, son hermosas. Ignoro de qué tipo son, pero lo que sí sé es que le dan a la casa una vista acogedora, humilde, linda.

Su fachada está pintada de naranja pastel, su puerta es de madera barnizada que hace juego con las dos ventanas que se encuentran a una distancia prudencial, por su olor puedo deducir fácilmente que es madera de pino, lo que la hace mucho más llamativa.

Liam saca de su bolsillo un manojo de llaves, escoge una para meterla en la cerradura de la puerta y entra primero. Enciende la luz, tira las llaves en un sofá que está en la sala de estar y yo doy un largo suspiro de satisfacción.

El living es lo suficiente grande como para estar un grupo de veinte personas. A pesar de que se nota que no ha tenido un uso continuo, se deja querer.

Hay un juego de sofás, tienen un color anaranjado muy bonito. Dos de ellos son largos, lo suficiente como para imaginarme acostada en uno de ellos, posar mi cabeza en un reposa brazos y mis pies en el otro. El más pequeño se ve igual de cómodo, solo que en ese no me podría poner tan cómoda como en los largos.

Más allá se encuentra un arco que divide el living con otra sala, o eso es lo que me imagino, ya que este tiene una cortina que aunque se nota que es delgada, no deja ver lo que hay más allá.

Nota Discordante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora