Capitulo 2

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La textura de las sábanas les extraña, las costumbres distintas a las de mi hogar y la compañía en ocasiones, incómoda.

Es confuso el cambio.

En cada hogar hay reglas que, aunque no están escritas en ningún lugar, hay que cumplirlas. Ya sea la hora de levantarse, lo que se puede comer y lo que no, la forma de vestir, vicios, etc.

Hoy es el primer día que me levanto en una cama que es muy ajena a mí. Iré a la universidad a inscribirme, es el día. Es viernes, el último día en que las inscripciones aún están vigentes. Fue una jugada arriesgada al venirme sabiendo las pocas probabilidades de la inscripción, ya estaban a punto de cerrar.

Por primera vez en mi vida tuve que compartir dormitorio, una desventaja que ví al instante que me instalé en la casa.

Lo positivo del caso es que el dormitorio es lo suficientemente grande como para no asfixiarnos mutuamente.

Me levanto de la cama con cuidado para no despertar a la abuela Cirila y al estar a punto de salir del dormitorio, su voz me detiene.

—Buenos días June—se estira—. ¿Tienes rato despierta?

Niego.

—Me acabo de levantar, voy a prepararme para ir a la universidad.

—Le diré a tu tía que te acompañe y enseñe todo lo que debes saber de esta pequeña ciudad, para que no te pierdas.

—Sería fantástico.

Le sonrío y termino de salir para comenzar a prepararme.

Al terminar de lavarme los dientes y asearme, salgo del baño y me encuentro con que ya los demás están despiertos.

El pequeño Jack, hijo de mi tía Luana me sonríe y saluda desde la isla de la cocina, donde está sentando.

—Buen día, ¿Qué tal durmieron?

Luana solo voltea a mi dirección y se encoge de hombros, restándole importancia a la pregunta.

Aunque Jack en un momento estaba sonriente, comienza a hacer berrinche negandose a ir a la escuela.

Me causa gracia lo dramático que es y la tanta atención que le presta Luana. Él busca atención y ella se la da gustosa.

En fin, ya veo claramente la resolución del asunto, se quedará al cuidado de la abuela Cirila.

En ocasiones es el niño más tierno que haya visto en mi vida. En otras, la encarnación de Satanás.

—¿Me acompañarás hoy?—le pregunto.

—Me levanté temprano a eso, termina de prepararte que no quiero esperar por nadie.

Su tono de voz es duro y se evidencia el mal humor que el pequeño Jack le ha provocado a su madre a estas horas de la mañana.

A decir verdad me siento muy nerviosa, son muchas cosas las que pueden suceder y son otras tantas que ocupan mi mente.

Decido hacerle caso a Luana y termino de prepararme. Posterior a eso comienzo a degustar mi desayuno y espero a que mi tía termine de ayudar a Jack con la comida y se prepare para salir.

El barrio es tranquilo,

Me gustan las cosas sencillas, sin excesos ni extravagancias.

Me gusta mucho socializar, conocer gente, compartir con las personas que hay alrededor. Me hace sentir menos sola, pero en ocasiones es lo que prefiero. El saludar a la gente, dedicarle una sonrisa o hacer alguna payasada y provocarle un amago de sonrisa lo es todo para mí, hace que me sienta útil. Diariamente muchos se encuentran pasando una situación difícil, encontrar a una persona así en la calle quizás los ayude a mejorar su día, esa es mi intención de mis actos, ponerle color al día gris de otro, aunque nadie lo haga conmigo.

Nota Discordante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora