—¿Te gusta?
Liam me mira con curiosidad, hemos llegado a la parte céntrica del parque en la cual hay unos columpios. Al llegar, él me baja con cuidado y me ayuda a sentarme en uno de ellos de forma que quede cómoda.
Muy en contra de lo que pensé al inicio, lo siento tranquilo, un lugar que da calma. Quizás sea por eso que Liam me trajo aquí, por la tranquilidad que brinda el ambiente.
Aunque está oscuro, puedo ver todo con claridad, incluso en el cielo no se ve el tono rojizo que tenía cuando estábamos sentados en frente de la discoteca.
Eso me hace suponer que estamos a las afueras de la ciudad, lo cual de me hace extraño ya que no duró mucho tiempo el trayecto hasta aquí.
Hay muchos árboles y plantas que decoran el lugar.
El camino es de tierra y en algunos lugares hay césped mal podado. Se nota que el lugar no ha sido cuidado como se debería, pero a pesar de eso, es totalmente hermoso.
—Me encanta este lugar.
Sin ser capaz de salir de mi asombro me provoca memorizar cada árbol, arbusto he incluso piedras que hay en el lugar.
—Si te gusta de noche, cuando no se puede apreciar la verdadera belleza del lugar, imagínate cuando en algún momento vengas de día.
Le sonrío coqueta.
—¿Me estás invitando a salir?
Se rasca la cabeza un poco incómodo por mi pregunta.
—Si quieres venir en alguna ocasión conmigo no tengo ningún problema en traerte, así que tómalo como quieras.
Niego divertida.
—Claro, claro.
Me comienzo a mecer con calma en el columpio y Liam me imita.
Nos quedamos un buen rato en silencio.
Lo miro de reojo y se ve perdido en sus pensamientos, quizás preocupado por algo.
A veces deseo con todas mis fuerzas saber los pensamientos de las personas.
Sería una total locura poder leer las mentes, ¿verdad? Pero también sería algo muy bueno y provechoso. Ya no existirían las mentiras, bajarían considerablemente las preocupaciones, he incluso dejaríamos de hacer cosas que le incomodan a gente de nuestro entorno.
Aunque también sería un desastre. Todos sabrían nuestros miedos, frustraciones y secretos. Por más interesante que sería saber qué es lo que pasa por la mente de una persona, es mejor ignorar ciertas cosas.
Por eso es mejor preguntar directamente. Si no responden con total sinceridad ya es problema de la persona y su falta de confianza por quienes lo rodean.
—¿En qué piensas?
Liam, que estaba ensimismado, sacude ligeramente la cabeza y me mira con confusión.
Cuando recapitula, hunde los hombros.
—Cosas sin sentido.
Ruedo los ojos.
—Como digas. Por cierto, ¿Que edad tienes?
—Veintidos, ¿y tú?
—Dieciocho.
Entorna los ojos.
—No mientas, ¿En serio? Aparentas más.
Me pongo una mano en el pecho ofendida.
—¿Me estás llamando vieja, Liam?
—No, solo estoy diciendo que aparentas más edad, ¿O acaso me estas mintiendo sobre tu edad?
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Nota Discordante
RomantikElla era una niña solitaria que hacía un tiempo padecía de depresión. Él, un adulto responsable buscando superarse en la vida. Al instante que ella lo vio, supo que la llegada a su vida sería trascendental, volviéndose mejores amigos, y cuando él se...