8. Salida

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—Que desorden hay aquí.

Exclamó alguien, pero me dolía mucho la cabeza para moverme y averiguar de quién se trataba. La luz del sol me molestaba así que coloqué una mano en mi rostro con tal de tapar ese brillo ¿Quién quitó las cortinas de mi habitación?
Justo después pensé que me gustaría tener otra mano aparte de la que tenía libre pues parecía que ese alguien recogía lo que había en la casa y el ruido me estaba matando.

—Creo que ya estás despierta —retiró la mano que tapaba el sol e hice una mueca— ah, lo siento.

Y justo ahí supe quién era.

—¿Chaeyoung? —susurré.

—Dime, ¿Te duele algo? ¿Qué necesitas?

Sonreí por escuchar su voz tan tierna, llevaba tiempo sin verla.

—Ven aquí —estiré mis brazos para recibir un abrazo que llegó enseguida— te extrañé.

—Yo también —rompió el contacto— pero hueles a persona alcohólica.

—Será porque me terminé la botella de vino que recogiste.

—Recogí latas de cerveza también.

—Ni idea de cómo llegaron ahí. Por favor cierra las cortinas, me molesta el sol.

—No hay cortinas, estás en el sillón de la sala.

La pregunta que me hice hace unos minutos ya tenía respuesta.
Me quejé y pregunté lo siguiente que pasó por mi cabeza.

—¿Y por qué estás aquí? —soltó una risita y respondió.

—Pensé que me extrañabas.

—Claro que sí, pero, ¿Cómo entraste?

—Mina me pidió que viniera —inició, colocando una chamarra que me cubrió del sol, aliviando mi dolor. Tenía el olor de Minari, suave, pero seguía siendo ese irritable olor a menta— me dió la llave y entré porque no respondías el celular.

—Y no porque querías verme, qué decepción Chaeyoungie.

—Claro que quería verte, pero no en este estado, ¿Por qué tomaste tanto?

Suspiré.

—No podía dormir.

Lo siguiente fueron regaños de Chaeyoung por tratar el insomnio de esa forma cuando había muchas alternativas, pero no podía decirle que esa era solo la punta del iceberg pues el día de ayer había sido una gran montaña rusa de emociones.
Me ayudó a bañarme y a darme un delicioso desayuno junto a una pequeña bebida para la resaca.

Era divertido verla con ese aspecto infantil pero al mismo tiempo tan maduro.

—¿En qué momento crecimos tanto, Chae?

Me miró con curiosidad y sonrió levemente, asumo que lo hizo porque comprendía cómo me sentía en ese momento. 

—El tiempo pasa, Sana, los recuerdos son lindos, pero están ahí para revivirlos de vez en cuando, procura no vivir en ellos y perderte el presente.

—No me gusta el presente —respondí de inmediato.

—El futuro es incierto, el pasado no regresa y el presente es un regalo... Vívelo con nosotras.

Asentí, ella llenó mi vaso con más jugo de caja y acarició mi cabello.
Quién diría que las pequeñas del grupo me cuidarían tanto.

Chae miró la hora en su celular y se levantó.

—Tengo que irme, Minari me espera —dijo tomando la chamarra que permaneció en el sillón— te veré el fin de semana en el parque de diversiones, ¿No?

Go Back For Me | SamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora