38. Algún día entenderás

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El cabello húmedo de Momo comenzaba a dejar mi playera mojada así que con cuidado la aparté de mi cuerpo.

—Espera aquí, amor —dije antes de que me cuestionara.

Subí a la recámara y tomé una toalla seca, bajé y me coloqué en la misma posición que antes, solo que esta vez le pedí a Momo que se colocara de espaldas para que así pudiera secar su cabello.
Soltó una risita y me agradeció el gesto así que volvió a ponerle play a la película, justo donde nos quedamos la noche de ayer y por fin la terminamos, aunque el final nos dejó llorando desconsoladamente, en especial a mí ya que durante un tiempo me sentí como el protagonista.

Momo se levantó y fue por un poco de papel para limpiarse la nariz, pensé que me entregaría un poco pero en su lugar solo se colocó frente a mí y con un poco comenzó a limpiar mis lágrimas a pequeños toques y después colocó un poco sobre mí nariz y me pidió que me limpiara, eso hice y cuando terminé ella se llevó todo y lo tiró, volvió a llegar frente a mí y besó mi frente con cariño, después la punta de mi nariz y finalmente un pequeño y efímero beso en los labios.

—¿Estás bien? —cuestionó.

Asentí y la abracé.

—¿Segura?

—Sí, Momoring.

Acarició mi espalda con gestos tranquilizadores y lo agradecí mucho.

—Creo que deberíamos pensar en qué haremos —hablé después de un momento, rompiendo el abrazo.

—¿Sobre qué?

—Tu divorcio, mis padres, tu familia... Ya sabes, sobre eso.

Bajó la mirada y asintió.

—Heechul me envió un mensaje, dijo que tus padres querían verlo de nuevo.

—¿No te dijo sobre qué querían hablar? —negó.

—Es importante que descubramos cómo se enteran cuando estás conmigo —asintió—. ¿Tienes alguna idea?

—No, nadie me sigue y no hay nada de cámaras en mi auto, o algo sospechoso.

—Mmm, cámaras... Mis padres saben dónde vivo, pero no tengo cámaras dentro por lo tanto no pueden interferirlas y enterarse.

—Puede que exista alguien que les avise lo que sucede —opinó.

Tenía mucho sentido, pero ¿Quién?
Lo pensé durante unos minutos hasta que llegó a mi mente el chico de la recepción.

—Ese hijo de puta.

—Sana...

—Vocabulario, ya sé —interrumpí y ella soltó una risita.

—¿Qué voy a hacer para que dejes de maldecir tanto?

—Besarme —levanté las cejas con picardía en su dirección y ella puso los ojos en blanco.

—Pésima idea.

—¿¡Qué!? ¿¡Por qué!?

—¿Que tal que se me pega lo mal hablada?

Formó un puchero y no pude evitar acercarme a ella para besarla.

—Entonces tenemos la excusa perfecta para besarnos todo el tiempo —susurré sobre sus labios, sintiendo cómo se estremecía en mi cuerpo.

—No tienes idea de lo mucho que me encantas, Sana.

—Creo que pude darme una idea anoche y en la mañana.

Sonrió y soltó una risita.

—Bueno, pero ¿A quién estabas insultando?

Go Back For Me | SamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora