34. Lo sé

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—¿Segura que quieres quedarte, mi vida? —pregunté mientras acomodaba las sabanas de la cama para que pudiéramos acostarnos.

—Sí, le pediré el divorcio de nuevo, hablaremos bien, ya lo verás —asentí—. Quiero estar contigo, hemos perdido demasiado tiempo, lo siento mucho si yo... —llevé un dedo a sus labios.

—Está bien, ya estás conmigo.

Una vez la cama estuvo hecha le dije que se quedara ahí mientras yo me aseguraba de dejar el auto en un lugar que no fuera tan malo a donde lo había dejado, pero ella me dijo que sin problemas lo dejara dentro así que eso hice.
Regresé con ella y dejamos la luz del pasillo encendida gracias a que extrañamente nos transmitía una sensación de calma, misma que no quisimos romper durante un tiempo mientras Momo acariciaba a Boo que estuvo escondido en sus brazos un buen rato hasta que por fin obtuvo el consuelo que necesitaba y se apartó con dirección a la esquina de la cama.

—¿Estás bien, cariño?

—Sí, ¿Y tú? —asentí.

—Sigo molesta, pero me alegra que estés bien, ¿Ya te sientes tranquila?

—Solo porque estás conmigo.

Tomó mi mano y acarició el dorso con cariño y suavidad. La llevó a sus labios y depositó un casto beso en ella.

—Sana, solo quiero que sepas que te amo; te amo demasiado —suspiró—, no importa lo que pase después de todo esto, solo recuérdalo.

—¿Te estás despidiendo? —negó, pero sonaba a que sí—. Nada saldrá mal, no te pasará nada, yo me encargaré de eso.

—Eso no lo sabemos.

—Él no te pondrá una mano encima y ni hablar acerca de amenazarte.

Pero sin importar qué le dijera, ella seguía negando.

—Solo dime que lo sabes.

Y otra vez no había forma de hacerla cambiar de opinión, solo ella sabía lo que sucedía y como siempre me tocaba esperar a que me dijera algo.

—Lo sé, yo también te amo —la besé suavemente pero con miedo, apenas atreviéndome a mover nuestros labios—. Ahora descansa.

Y como un cachorro asustado buscó mi cariño y calor para poder conciliar el sueño, y eso le dí, la abracé y acaricié su cuerpo con cuidado para que pudiera conciliar el sueño, así como yo lo hice momentos después.

Todo iba a estar bien.






[...]







Día laboral, por supuesto que mi alarma sonó y nos hizo despertar a ambas. Lástima que dejé aquel aparato lejos de mi alcance así que tuve que alejar el cuerpo de mi amada para salir de la cama y apagar el molesto y repetitivo sonido.
Cuando eso sucedió regresé a la cama y enseguida Momo buscó mi cuerpo para volver a abrazarme y envolverme con su hermosa calidez.

—¿Quieres dormir un poco más? —cuestioné.

—¿Y tu trabajo?

—No importa, puedo llegar tarde.

—¿Estás segura?

—Por supuesto, ahora duerme un poco más.

Ella pudo dormir, pero yo no, en su lugar me quedé a mirarla y cuidar sus sueños, solo hasta que la alarma de ella sonó y el sol ya trataba de irrumpir la habitación a través de las cortinas, alcancé su celular en el mueble ya que estaba de mi lado, apagué su alarma y ella talló sus ojos.

Go Back For Me | SamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora