40. Mía, tuya

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Momo POV 

No podía dejar de mirarla... Se veía hermosa con esa sonrisa tan resplandeciente saliendo a flote, sus ojos pequeños a consecuencia de la expresión, su risa tan melodiosa y esa costumbre tan peculiar de acercarse a mi rostro cuando ríe.

Y el "castigo" de no besarla, realmente me estaba matando.
¿Cómo pretendía que resistiera el deseo de besarla cuando se acercó a mi rostro de esa forma?

No hago más que pensar en lo mucho que la amo y en cómo deseo besar su hermosa sonrisa y sus labios tan suaves y rosas.

Su mano entrelazada con la mía se siente correcto, son como dos piezas de rompecabezas que estaban destinadas a encajar a la perfección, así que la guíe lentamente a través del carrusel, siendo contagiada con su hermosa risa que sonaba como una hermosa melodía que acompañé en armonía.

—¿Te gusta? —cuestioné y ella asintió.

—También me gustas tú —añadió y eso me hizo sonrojar en extremo—, pero eso ya lo sabes, ¿No? —asentí y me detuve, acercándola a mí.

—¿Tú también sabes que me gustas? ¿Qué te amo? ¿Qué eres la mujer de mi vida?

Me sonrió y asintió.

—Lo sé, cariño... Lo sé.

Y me abrazó.

Correspondí el abrazo y enredé mis manos en su fina cintura mientras las de ella estaban sobre mi cuello, descansando un poco sobre mis hombros hasta que aprovechó para llevar una mano a mi cabello y acariciarlo.
Se alejó un poco de mí, pero yo no quería soltarla, así que mis manos simplemente le permitieron crear un poco de espacio mientras acariciaba su cintura suavemente; amaba todo de ella, pero en especial su cintura tan fina, marcada, pequeña y delgada.
Me sonrió y yo hice lo mismo, aunque tímidamente porque las miradas y sonrisas que me regalaba, la mayoría del tiempo eran felices, pero en ocasiones como esta, eran seductoras y coquetas.

—Eres hermosa, Momo —dijo de repente, después de verme durante un momento.

Ya no aguanté más, la acerqué a mi cuerpo aún con mis manos sobre su cintura, solo que esta vez ya no la estaba tocando o acariciando pues mis manos ya se encontraban suspendidas en su espalda baja. Me aventuré a acariciar aquella parte de arriba a abajo, deteniéndome al llegar al inicio de sus glúteos.

—Tú eres la mujer más hermosa que mis ojos han visto —respondí y con una de mis manos arreglé el mechón de cabello que irrumpió en su rostro y no me dejaba admirarla tanto como quería.

—¿Lo soy? —asentí.

—Tanto que no puedo dejar de mirarte.

Sonrió y volví a perderme en ella, pero ahora la mano que usé para apartar el cabello de su rostro la usé para acariciar su mejilla hasta que llegué a sus labios.
Después de eso nuestras miradas se cruzaban pero terminaban en nuestros labios y así de forma intermitente.

—Por favor, bésame —pedí.

La amaba demasiado, y claro que podía decirlo y expresarlo, pero en ocasiones no encontraba las palabras correctas o que fueran suficientes para todo lo que sentía así que buscaba besarla para hacérselo saber porque ese contacto de sus labios y los míos podía significar el universo entero para mí aunque en realidad solo se tratara de un pequeño fragmento del mismo.

Pero era mi universo.

Y ella podía hacer lo que quisiera con él y conmigo.

Ella no dejó de sonreír, tomó mi mano, la llevó a su cintura y comenzó a acercarse a mis labios, así que cerré los ojos, ansiosa por el contacto que llegó con delicadeza y suavidad, haciéndome estremecer y darme cuenta de lo muchísimo que había extrañado el contacto y el lenguaje tan diverso de amor que teníamos.

Go Back For Me | SamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora