20. Riesgo

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—No me veas así —traté de apartar la mirada, pero era imposible.

—¿Así cómo?

—Así como lo estás haciendo, ni siquiera me sonrías.

Pareció que le dije que sonriera aún más, porque lo hizo.

—¿Por qué?

—No querrás saberlo —y por fin deje de mirarla, pero ella no aprobó aquello así que tomó mi mentón y me giró nuevamente hacia ella, manteniendo su mano en esa parte de mi rostro.

—Sí quiero, dime.

Estaba a punto de negarme hasta que recordé el mensaje de Jeongyeon en la mañana... ¿Ella lo sabía? ¿Por eso me dijo que era todo o nada?

Tal vez sí, se lo preguntaría personalmente, pero antes debía ser honesta de una vez por todas... Tomaría un riesgo grande, dónde podía ganarlo todo o perderlo, pero si se trataba de Momo estoy segura que valdría la pena, ya no quería seguir lamentándome por lo que pude o no hacer.

—Porque muero de ganas por besarte.

Su mano abandonó el tercio inferior de mi rostro y suspiró.

—No puedo.

—Lo sé, lo siento, tal vez deba... —traté de levantarme pero ella me empujó por el pecho, impidiendo la acción.

—No es por eso —y ahí estaba de nuevo, esa sonrisa coqueta que en conjunto con su angelical rostro la hacían ver increíble, hermosa e irreal.

Se acercó un poco más a mi y quedamos a centímetros de distancia, su sonrisa me tenía hipnotizada al igual que sus hermosos ojos brillantes hacía mí, y sus labios me invitaban a romper la poca distancia que existía, porque estaba segura que ambas queríamos lo mismo, no había negado que quisiera aquel contacto que anhelé durante años, así que no lo pensé demasiado, es más, no tenía idea de lo que hacía mientras me acercaba con la clara intención de besarla, pero Momo desvío su rostro para abrazarme.

—Vamos al jardín —susurró sobre mi oreja y se levantó con entusiasmo.

Mi corazón se apretó un poco en mi pecho debido al desvío del tema, pero no pude negarme al verla así de contenta y recibir un abrazo tan cálido como ese.
Me levanté y ella ya se encontraba en su clóset, buscando algo.

—¿Qué buscas?

—Algo para taparme, hace frío afuera y no quiero empeorar.

Asentí. Me alegraba que comenzara a cuidar de ella.

—Ah espera, ya vuelvo, no busques nada.

Recordé lo que había en la cajuela de mi auto y me dirigí rápidamente hacia él para sacar la chamarra que me había dado.
Volví a subir y se la extendí.

—Úsala, después de todo es tuya, gracias por prestarmela.

Sonrió y no dudó en ponérsela.

—Huele muy bien.

—Ah, sí, es el detergente que uso, deja la ropa suave y con olor a...

—Huele a tí —interrumpió—, me gusta.

A mí me gustas tú, Momo... Así que por favor, deja de decir esas cosas porque no sabes lo mucho que eso impacta a mi corazón.

—¿Te enfermaste después de que salimos?

—Sí, pero tranquila, hubiera pasado de todos modos por la ropa mojada —asentí—. Ya no hablemos de eso, vamos al jardín, quiero que lo veas.

Sin permiso tomó mi mano y me llevó hacia esa parte de la casa, emocionada por mostrarme el agradable espacio con un pequeño recorrido.
Había varias mesas redondas con sillas de madera y un paraguas para taparse del sol e incluso la lluvia, también había muchas flores y una pequeña alberca con chapoteadero. Me pregunto si Momo la está usando para superar su miedo al agua o simplemente está ahí porque le gusta a su esposo o algo por el estilo.
Lo demás del jardín se encontraba libre, supongo que es así para que en caso de que quieran organizar algo, quede el espacio suficiente para hacerlo.

Go Back For Me | SamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora