33. No puede irse

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El teléfono de mi oficina no paraba de sonar y no tenía ánimos de responder porque sabía de quién se trataba, pero si no lo hacía seguramente no tardaba ni cinco minutos en aparecer en mi espacio, así que solté un sonoro suspiro y lo tomé.

—¿Ya lo terminaste, Sana?

Mi madre insistió por milésima vez en el día y yo respondí negativamente escuchando una vez más sus reclamos por mi tardanza.
Pero cuando ayer me dijo que mis pendientes eran los mismos de siempre creo que mintió pues no eran así, todo lo que tenía que hacer era en relación al proyecto del que había opinado y les encantó, debía ajustar detalles etcétera, parecían cosas pequeñas pero si lo hacía mal podía fracasar.

—Tienes hasta las cinco de la tarde, si terminas puedes irte —finalmente dijo para después colgar la llamada.

Eso fue motivación suficiente para concentrarme lo más que pude, sin permitir que nada me desenfocara de lo que tenía que hacer, aunque solo había una persona que podía hacerlo y se hizo presente cuando me faltaba una hora para terminar en el límite del tiempo que me establecieron.
Dejé a un lado las cosas, tomé mi celular y abrí el mensaje de Momo, después de que me diera los buenos días no habíamos hablado más.

Sonreí por tener noticias de la salida que había esperado con ansias y apresuré mi ritmo de trabajo lo más que pude, incluso yo me sorprendí de lo rápido que puedo hacer las cosas si lo necesito, pero es que ya me hacia falta ver al amor de mi vid...

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Sonreí por tener noticias de la salida que había esperado con ansias y apresuré mi ritmo de trabajo lo más que pude, incluso yo me sorprendí de lo rápido que puedo hacer las cosas si lo necesito, pero es que ya me hacia falta ver al amor de mi vida y no podía con la emoción en mi ser ante la idea de verla saliendo de la oficina.
Firmé lo último después de hacer las observaciones y dejar un post-it para que el documento regresara a a mí con las correcciones que marqué, lo junté con los demás papeles y los tomé para salir de mi oficina y dirigirme hacia la de mi madre, abrí la puerta sin pedir permiso o aununciarme antes y los dejé sobre su escritorio.

—Están listos todos —dije, dándoles unas pequeñas palmadas.

Levantó las cejas y los tomó para contarlos todos y mirar que sí había firmado unos cuantos y hecho mis anotaciones.

—¿Todo está ahí, completo? —interrogó.

—Por supuesto.

No muy convencida terminó por aceptarlo y decirme que cumpliría su palabra de dejarme ir, así que pedí lo mismo para mi secretaria y no tuvo problema. De esa forma ambas nos fuimos a casa, aunque ella me agradeció más de la cuenta, pero me encargué de decirle que no era nada y apreciaba su trabajo.
Tomé mis cosas y por supuesto mi lonchera de siempre con los recipientes vacíos del almuerzo y manejé sin prisa hacia aquel parque, estaba demasiado ansiosa por verla y espero que ella igual.

Estacioné el auto, bajé, lo cerré y comencé a caminar hacia la entrada del lugar donde desde lejos pude admirar a Momo sentada sobre una banca y al pequeño Boo. Mi intención era llegar silenciosamente, cubrirle los ojos y hacer la típica pregunta de "¿Quién soy?" Pero no pude hacerlo debido a que esa bola de pelos apenas me vió se alteró, comenzó a saltar con emoción y a ladrarme.

Go Back For Me | SamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora