Capítulo final

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Seis meses después.

Ángela.

La imagen de Álvaro en este momento no es muy favorable para mi autocontrol. Se le ve tan atento a lo que dice la doctora que lo único qué pasa por mi cabeza es arrancarle la camiseta y morderlo hasta que sangre.

—¿Que dice? ¿Se parece al papá? —sonríe con arrogancia, colocando la mano en su barbilla para posar como si fuera una fotografía.

No soy estúpida, ya me he acostumbrado a la reacción que causa Álvaro en las mujeres, y el que la doctora se ponga nerviosa, es algo que no me sorprende. Hasta yo me encuentro derretida por la escena que nos está dando.

—Bueno... —carraspea para salir de la hipnosis que se encontraba—. Por ahora no tengo esa respuesta, generalmente los bebés no se parecen a nadie. Lo único que puedo decirles, es que su hija se encuentra muy saludable. Ángela —me mira—, falta poco para el parto y recuerda que no es favorable que sigas haciendo tanto esfuerzo mentalmente, necesitas estar descansada. La universidad no es tan importante como tu bebé.

—No se preocupe, estoy siendo muy cuidadosa.

—La bebé se encuentra de maravilla. Son buenos padres —sonríe orgullosa.

Ejerzo fuerza en la mano de Álvaro, buscando equilibrio, ya que esas simples palabras encogen mi corazón. «Padres» suena extrañamente satisfactorio. Álvaro y yo nos hemos esforzado mucho estos meses, se siente muy bien que otra persona lo diga.

Besa mi mejilla con emoción, y como no le basta con eso, sujeta mis mejillas y con posesión lleva sus labios a los míos para unirlos en un beso cargado de alegría, de mucha felicidad. Yo le recibo y correspondo gustosa, aún con el pecho pesado y la respiración entrecortada, puedo asegurar que hasta siente los latidos acelerados de mi corazón. Mis labios se mueven contra los suyos, con delicadeza mientras él se esfuerza por hacer las cosas rudas como siempre.

La doctora carraspea de nuevo. Claro, Álvaro siempre dando espectáculos, sin sentir vergüenza.

—Basta —gruñe sobre mis labios cuando intento alejarme—. Álvaro, estamos en un consultorio, con una persona.

Se echa a reír y se aleja por completo, arreglando el botón que se ha salido de su camisa negra y ajustada.

—Cierto —mira con picardía a la doctora—. No es fácil tener a mi mujer cerca y mantener mis manos quietas, pero ya arreglaremos en casa como se debe.

Ella se sonroja al igual que yo, pero con la diferencia que ella es por el tono seductor de Álvaro, y yo por vergüenza.

—Habíamos quedado en que nos mantendríamos al margen con eso —espeto y rueda los ojos—. Si fueras delicado puedo entenderlo, pero eres rudo y temo lastimar a la bebé.

—El sexo durante el embarazo no es grave, Ángela —la doctora busca un pañuelo para limpiar mi vientre—. Al contrario, eso ayuda mucho...

—¡Venga! ¿A que sí podemos follar seguido? —Álvaro pregunta con imprudencia.

—Sí, solo que deben hacerlo con cuidado y cohibiéndose de algunas posiciones. El bebé no siente nada si es lo que piensas —aclara al ver mi cara de susto—. Así que Álvaro, si quieres mantener viva a tu hija, entonces no seas tan rudo.

Más allá de mi orgullo// EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora