Capítulo 40

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«Londres»

Judith.

Los nervios no abandonan mi cuerpo, me siento frustrada a medida que Álvaro me arrastra por el enorme e iluminado pasillo de la clínica. No se atreve a mirarme, y cuando lo hace, solo me trasmite rabia, mucha cólera.

Nunca debí decir eso, sabia que el plan de Alina no iba a funcionar, Álvaro no es estúpido. Se suponía que debía meterme en su cama de nuevo, pero esta vez si debía embarazarme. Solo que el plan se jodió cuando lo escuché decir que estaba con esa maldita rubia de mierda. Reaccione por impulso y dije lo primero que se me ocurrió, que fue el primer plan de mi suegra.

Consistía en mentirle a Álvaro diciéndole que un bebé crecía en mi vientre, pero por supuesto no me iba a creer. Teníamos más de un mes que no follábamos, si me hacía un embarazo artificial, él se daría cuenta. Odio que nada salga como lo planeemos, no sé qué cara pondré cuando la prueba salga negativo, porque claro que así será. Yo no tengo ningún embarazo, mucho menos pensaba en eso hasta que me vi en una situación desesperada, si eso es lo que tengo que hacer para tener a Álvaro, lo haré.

Ya luego me encargaré de Ángela, esa mujer piensa que se saldrá con la suya, pero está tan equivocada que no puedo esperar la hora de ver a mi espía. Necesito saber que es lo que sabe de ella, a donde se dirigió y que es lo que está haciendo.

Hace meses lleva siguiéndola, sabe todos sus pasos, desde la universidad hasta su casa. Solo la perdí de vista cuando hizo a un viaje hace unas semanas, pero ya luego volví a saber de ella. Al salir de aquí tengo que buscarla, necesito saber si es verdad lo que Álvaro dijo.

Las cosas en la empresa se me están complicando, todo se me complica y es gracias a ella, por estar de metida en todos lados.

—No tengo ninguna cita, espero que tampoco me pongan a esperar, porque yo pago mucho dinero en esta jodida clínica —Álvaro me hace reaccionar, cuando me sacude—. Necesito que le hagan una prueba de embarazo, que no falle.

—Álvaro...

—Te callas —ordena con los dientes apretados, de nuevo vuelvo a encogerme de temor—. Y por tu bien, es mejor que le pidas a Dios que yo tenga un poco de piedad, porque si esa prueba sale negativa, te largas de la empresa.

La enfermera tras la barra lo mira un poco temerosa, él le da una mirada asesina y ella vuelve al computador para teclear algunas cosas y luego volver a mirarnos.

—Está bien, Señor Beltrán. Solo que ella deberá entrar sola, se le hará una prueba de sangre y un chequeo intimo...

—Buena idea —digo casi aliviada, pero él se ríe como respuesta.

—Entraré y no hay discusión —coloca el dedo en el mostrador—. Y entraremos ahora.

...

—Deja esa puta cara —Álvaro me habla con los brazos cruzados, está en el umbral de la puerta, mientras yo estoy sentada esperando los resultados de la prueba—. Esto no estaría pasando si no hubieran interrumpido el momento de paz que tenía con mi mujer.

—Ella no es tu mujer.

—Vale, ahora enfócate en seguir rezando.

Ruedo los ojos y me relajo de nuevo en la silla, buscando la tranquilidad que no tengo desde que salí de la empresa. Al menos si estuviera Alina aquí, no tendría tanto miedo, pues estoy segura que ella me defendería del monstruo de su hijo.

Más allá de mi orgullo// EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora