Capítulo 35

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«Su ausencia»

Ángela.

He contado los días en los que no sé nada de Álvaro, han sido días muy caóticos. Pensé que me iría bien si no lo tenía cerca, pensé que lo olvidaría teniendo a Galván a mi lado, pero no.

Siete días sin tener alguna señal de su parte, ni siquiera un texto, su voz, su presencia, nada. Se tomó de verdad lo de alejarse de mí, y lo que más me está atormentando, es el hecho de que se enredó de nuevo en las sábanas de Claudia.

Intenté convencerme de que no me interesa, que lo que hice estuvo bien y que debo mantenerme al margen, pero no puedo, es imposible olvidarme de Álvaro Beltrán. Me siento frustrada.

Chiara me visitó tres veces en la misma semana, vimos películas, salimos de compras y fuimos a la casa de reposo. No me atreví a preguntarle si quiera por su padre, no quise abrir más la herida. ¿Estoy arrepentida? Sí, pero eso fue lo mejor, así me tarde meses en superarlo.

Galván como siempre ha estado atento, muy cercano a mí. Hemos pasado juntos toda la semana, no hay un día que no esté lejos de él, aún sigo insistiendo en que su compañía no me molesta. Los encuentros íntimos siempre llegan a lo mismo, toqueteo, besos y bragas mojadas. No me atrevo a pasar de más, le he dicho que me de otro espacio, que aún no me siento lista, él lo ha sabido entender.

También visité la tumba de mi padre dos veces, me arriesgué y fui sola, fue duro el primer día, pero ya el segundo fue más soportable. Ya no sentí miedo, tampoco lloré, simplemente me quedé ahí, hablándole todo lo que ha pasado, desde el día que conocí a Álvaro hasta ahora. Hablar de eso fue lo mejor, aún cuando nadie me escuchaba, ni siquiera mi padre, pude sentir como me quitaba peso de encima.

—Ya, ¡venga! —Olivia me hace espabilar—. Reacciona por una vez en el día, mujer.

—Solo pensaba en el trabajo de esta semana. ¿Crees que es necesario entrevistar a esa mujer? El señor Smith no mencionó que fuera necesario.

—Deberíamos hacerlo, sabes que nos gusta cotillear, quiero saber porqué le dio VIH.

—¡Dios! Eres terrible —me echo a reír—, que vergüenza salir contigo.

—Ni lo digas, al menos yo hablo, pero tú pasas el día pensando estupideces. ¿Es Álvaro?

Bufo.

—Ni siquiera recordaba quien era Álvaro —miento—, tú lo has hecho.

—Claro, no recuerdas a Álvaro —se burla—. Por cierto, lo he visto sin camisa, se ve más guapo aún. No pude evitar reírme al pensar que tú palpaste todos esos músculos... ¡Dios! Y el culo que tiene...

Por instinto, aprieto las piernas con fuerza.

—¡Basta! —le grito—. Estoy intentando olvidarlo ¿vale?

—Vale —se lleva el jugo a la boca—. Todo sea por tu tranquilidad...

Se queda callada cuando pasan dos hombres en ropa deportiva, abre y cierra la boca mientras se atusa de galleta.

—¡Madre mía! Eso está más bueno —los sigue con la mirada hasta que se pierden en el interior del restaurante.

¡Dios! Olivia es tan coqueta que no se como diablos ha tenido una relación tan larga con Nicolás. Desde niña siempre ha sido así, no puede ver una pija porque de inmediato se alborota.

—Olivia, tienes novio —le recuerdo.

—¿Y? —se enoje de hombros—, ¿me dirás que Nicolás no observa de reojo a otras mujeres?

Más allá de mi orgullo// EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora