Capítulo 2- Una vida normal.

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—¡Tunade! ¿Dónde diablos está Sakura?.

Orochimaru entró a la casa dando fuertes pisadas. Su cabello negro como las alas de un cuervo se agitó sobre sus hombros. Era alto y delgado, su piel pálida y su voz tenebrosa.
Sin embargo, el hechicero tenía un corazón enorme. Había dedicado su vida a cuidar de otros, a salvar a cuántos pudiera del destino fatal que imponían los soldados del Rey.

>>Sus lecciones debieron empezar hace una hora— rugió molesto.— estoy desde el alba, sentado junto al lago, congelandome el trasero y la muchacha no llega.

La mujer giró sobre sus talones, un palo de amasar descansaba en su mano derecha. Tsunade lo hizo golpear contra la palma de su mano izquierda, la harina saltó y tiño el aire entre ellos.

El hombre dio dos pasos hacia atrás y suaviso su voz cuando repitió la pregunta.

—¿Has visto a Sakura, cariño?— ni un rastro del cabreo mortal que traía segundos antes.

Tsunade resopló y arqueo una ceja, luego señaló el granero con el mismo palo de amasar.

—¡Demonios!— mascullo él, mientras se frotaba la sien.— ¿Han pasado la noche allí? ¿Otra vez?— cuestionó, poniéndose al lado de la mujer que continuaba amasando sobre la mesada, y dirigía su vista a través de la ventana, hacía el granero que se alzaba a varios metros de la casa.— Estaba seguro que los vi entrar en la habitación anoche. ¿En qué momento se fueron al granero?

El lugar, situado en lo profundo del bosque y rodeado de barreras mágicas, era bello a su modo. La niebla se disipa a al centro, los árboles se alzaban dando un refugio seguro. Pero la tierra era difícil de cultivar. Y los animales huían del lugar, temerosos de la fuerte magia que había por toda la zona.

No había vecinos alrededor, un par de familias estaban cerca, algunos poco cambiantes de leones y magos. La mayoría de los seres mágicos, las brujas y hechiceros, las manadas cambiaformas, habían sido casi aniquilados por las fuerzas del Rey.

En diecisiete años, su pueblo había disminuído hasta casi desaparecer. Ahora sólo unos pocos sobrevivían en lo profundo del bosque oscuro.

Los animales que huían de estás tierras impregnadas de magia, hacían difícil la tarea de cazar, por lo que su dieta era en su mayoría a base de hierbas y unos pocos cultivos.

La jauría solía cazar fuera del bosque, pero era un riesgo que trataban de no correr a menudo.
Cada cacería debía durar al menos varios meses.

Las visitas a las ciudades humanas eran aún más riesgosas, sin embargo, no tenían mas remedio que disfrazarse y entrar en el territorio humano para comprar suministros que el bosque no les brindaba.

Usaban una caravana y fingiendo ser artistas callejeros, iban de un pueblo a otro, dónde daban un espectáculo sencillo de malabares y acrobacias. Nada que implicará poderes o dones sobrenaturales.

Orochimaru se pasó una mano por el cabello. Sus ojos brillaron mientras recordaba, su voz un par de notas más baja y ronca.

—Supongo que no querían despertarnos con todo el ruido.— Murmuró ella. Un leve sonrojó le cubrió las mejillas.

Él suspiró. —Antes era más simple, cuando solo eran niños correteando por el bosque.— Murmuró con nostalgia.— ¿Recuerdas como la protegían y mimaban? 

Tsunade chasqueo la lengua.
—Te informó que hace años dejó de ser una niña. Es una mujer. Y está enamorada. Los chicos la siguen protegiendo, aunque ahora los mimos son un poco menos fraternales...

Orochimaru se tensó —Debería haber sabido que los chicos no podrían resistirse.— presionó el puente de su nariz. Sopesando las opciones que tenía.

Revenge- Saku-harén 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora