Capítulo 23- Nuevos aliados.

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Orochimaru miraba un punto fijo en el bosque, sumido por completo en sus pensamientos. El mensaje de Sakura, había sido muy claro. El Rey estaba vivo.
El usurpador no lo había matado.
Kakashi no se suicidó.

Tantas mentiras, tantos engaños.
Solo podía pensar en como se estaba sintiendo su pequeña.
Es niña de ojos verdes, que lo llamaba papi, y lo colmaba de dicha. Esa pequeña brujita que había encantado los corazones de su mujer y la manada.

—¿Qué necesitas princesa?— murmuró.

Las palabras viajarían hasta ella muy rápido.

Anko y Tsunade hacían pociones, entre risas y murmullos.

Los lobos habían empezado a extender el jodido túnel, como lo llamaba Madara.
No habían querido esperar.
Estaban frustrados sin su mujer. Canalizar ese estrés cavando era algo bueno para los seis lobos machos a los que consideraba sus hijos.

El plan de evacuación era riesgoso, sin los poderes de Sakura, para estabilizar el túnel. Incluso los chicos corrían el riego de quedar sepultados por un derrumbe.

Había kilómetros de roca, tierra y de raíces, entre el Bosque Oscuro y la Ciudad. Les llevaría más de tres meses llegar al punto que Sakura les indicaba.
Meses con los que no contaban, tenían que reducir el tiempo como fuera posible.
Ella estaba literalmente en la cueva del lobo. Y no era un lobo como los que acostumbraba a domar.
Su tío iba a quemar la ciudad para evitar que la princesa y el Rey legítimo, escapen de sus garras.

La ciudad pronto sería una fortaleza en impenetrable, con el fin de evitar que ellos escapen. Pero Minato no contaba con una llegada por tierra.
Las mazmorras bajo el castillo estaban custodiadas, aun asi, tenían que sacar a los prisioneros de allí.
El mensaje de Saku, había sido muy detallado, Orochimaru, incluso, pudo saborear sus lágrimas en el aire.

Sintió las voces y risas, el viento le había alertado sobre los recién llegados desde hacía algunas horas, luego pudo ver a  las tres figuras que salían de la línea se árboles que rodeaba su casa en lo profundo del bosque, seguido por el grito de emoción de Anko, y los chillidos entusiastas de Tsunade.

Las mujeres le pasaron corriendo a su lado y se colgaron de los muchachos. Luego de la bella jovencita que iba en medio.

—Maestro— asintieron a coro, inclinando sus cabezas con sumó respeto.

El clan había acogido a los tres huérfanos, luego de que acabarán con sus familias, durante la cacería de hechiceros oscuros.

Los padres de Yahiko, habían sido corrompidos por el poder oscuro, tanto que incluso usaron a su propio niño en sádicos experimentos, cuando Kabuto lo encontró seguía atado a una mesa ritual, y au pequeño cuerpo estaba lleno de heridas.  La madre de Konan, fue una bruja sanadora, capturada por un mago oscuro que abuso se ella y de la pequeña hasta que el clan la libero, la pobre mujer no sobrevivió, dejando a la niña a cargo de Tsuna y Anko.
Los padres de Nagato, eran humanos comunes, pero lo habían abandonado a las afueras de un camino en la entrada norte del bosque, siendo apenas un bebé, ya que sus ojos presentaban un extraño patrón circular, propio de los antiguos magos oscuros. Temerosos de lo que podía llegar a ser su hijo, habían dejado la canasta con el infante sin siquiera esperar a que alguien lo recogiera. Isaribi había rastreado a los humanos hasta su aldea, y comprobó tiempo después que se habían quitado la vida. Había sido ella quien oyó el llanto del bebé y lo llevo hasta la sede donde el clan se reunía.
Eran tiempos tormentosos, la guerra entre humanos y seres sobrenaturales estaba en su punto álgido. Los niños de edades similares, se habían criado bajo la tutela de los miembros mas poderosos del clan. Conocedores de todas las artes. Incluso la magia oscura que tanto ansiaban controlar. Porque para poner fin a la maldad de los hechiceros oscuros, tenían que saber bien a qué se enfrentaban.

Todo el clan, caminaba por una fina línea entre el bien y el mal. Entre la oscuridad y la luz.
Podían desatar el caos, pero elegían luchar por la paz.

Con esos valores, los tres brujos jóvenes, habían sido inculcados.

—Eres un Ángel— Espetó Orochimaru, tomando a Konan, entre sus brazos.

—Solo por fuera— soltó Yahiko, en tono burlón.

—No dejes que te engañe.— Añadió Nagato, con un guiño cómplice.

—Es un alivio que pudieran llegar sin problemas. Necesitamos toda la ayuda que puedan prestarnos. Pronto el mundo se verá envuelto en una lucha de poder sin precedentes.— la voz de Orochimaru estaba cargada se angustia.

—Haremos todo lo que sea para ayudar.— aseguró Konan.
Los ojos de Orochimaru se iluminaron, recordando a la pequeña niña que una vez fue. Con su cabello azul violáceo y unos expresivos ojos color ámbar. Konan, era una pequeña muy calmada, rara vez mostraba una emoción fuerte, era brillante, alegre, comparada con el sensible Nagato y el rudo Yahiko.
Todos habían crecido demasiado. Sintiendo el peso del tiempo sobre si mismo, los guió a a su casa.

Luego de permitir a los nuevos compañeros refrescarse y descansar un poco. Los llevo hasta el inicio del túnel, dónde la manada trabajaba sin descansó.

Un poco de magia iba a ser de gran ayuda para los cansados lobos.

El primero en salir del enorme hueco en la tierra fue Madara. Cómo buen líder, había captado los olores de tres intrusos, mucho antes de que llegarán hasta ellos, pero al ir acompañados del olor de su padre, no catálogo a los intrusos como una amenaza.

Su torso desnudo, y unos pantalones de trabajo que le quedaban a la cadera, era todo lo que llevaba.
Estaba sudando, con el cabello revuelto y un humor de perros.
Nagato y Yahiko se colocaron de inmediato frente a su mujer.
Konan que era apenas unos centímetros más baja que ellos, trataba de ver al apuesto cambiaforma, pero sus celosos compañeros se lo impedían.

—¡Hombres!— resopló. Ganándose una risa baja de su antigua maestra.

—Mis niños ya están tomados, cariño.— Murmuró Tsunade.

—De todas formas tengo suficiente con esos dos— Mascullo la joven bruja.— Solo quería dar un vistazo...— se lamentó por lo bajo.

—Ya lo creo— le susurró Anko.— La princesa si que tiene suerte.

—La ayuda acaba de llegar— soltó Orochimaru orgulloso, y completamente ajeno a la conversar que tenían las mujeres pocos metros detrás.

— Tuvimos dos derrumbes esta mañana.— se quejó el alfa.

— Izuna y Shisui, siguen escupiendo tierra.— se burló Sasuke, asomando por el hueco, sus mejillas estaban manchadas, al igual que su torso, desnudo y marcado como el de su hermano mayor.

—¿Hay escasez de ropa en el jodido bosque?— gruñó Yahiko.

— Será mejor que tus lobos se vistan antes de que nuestra mujer baje a ayudar.— agregó Nagato.

—¿Y éstos quienes son?— soltó Obito, detrás de Sasuke.

—Somos la ayuda— la voz de Konan fue clara, pero para que los lobos la vean tuvo que empujar los dos torsos de sus compañeros.

No perdió tiempo y recorrió a los cambiaformas con sus ojos.
Estuvo de acuerdo con Anko, la princesa era un jodida suertuda.
Sabiamente se guardo ese pensamiento y pasó junto a los lobos para internarse en el largo túnel.

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¡Tarán! Finalmente logré editar el capítulo. Ando paseando. No estoy en mí ciudad y la red wifi, de la casa donde me quedó, está saturada.

Besitos Húmedos y Vómito de Unicornios extra 💕❤️

👑Reina Arcoiris🌈

Revenge- Saku-harén 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora